Reloj solar portátil muy inusual; estilo lepine sobredorado, dotado de brújula y gnomon abatible.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 197 JDBC.

 

 

Siglo XVIII, circa 1730.

Reloj de bolsillo anónimo, estilo lepine, solar. Realizado en bronce dorado, con el “gnomon” abatible y dotado de brújula perfectamente encastada y dotada de cristal. Numeración horaria en la tapa anterior. No dispone de sistema de cuerda.

La esfera es sobredorada y las indicaciones horarias en numeración romana, grabadas y dotadas de esmalte negro. La aguja de la brújula es en latón dorado color azul cobalto; la del reloj, en latón dorado abatible.

La historia del reloj solar portátil es extremadamente antigua y se inicia con el cuadrante solar portátil, remontándose a Caldea, Egipto, Grecia y Roma. Estos relojes “antiguos” hacen referencia a las horas temporales. Los “modernos” surgen a mediados del siglo XV y refieren horas equinocciales. Por otra parte, también podemos llamar “de altura” a los “antiguos” y de dirección a los equinocciales.

El sistema más simple de tomar la altura del sol es por la medida del ángulo que forma una recta dirigida a él con la horizontal. Esto se realizaba por medio de un instrumento en forma de cuarto de círculo o “cuadrante”, que bautizó de un modo genérico al reloj solar.

Los “modernos”, de “dirección” o “equinocciales” en lugar de basarse en la observación directa de la altura del sol, se rigen por la sombra que proyecta un estilete llamado gnomon (del griego, GNOMON, que significa indicador), paralelo al eje terrestre. La mayoría de estos aparatos precisan estar orientados según su situación geográfica, de ahí que lleven una brújula incorporada y hagan su aparición al unísono de ésta.

Admirablemente construidos por artesanos del gremio de los “constructores de compases”, cuyo nivel más alto se alcanza en Nuremberg y Augsburgo, obtienen un margen de error de cinco minutos que , posteriormente por medio del “heliocronómetro” del siglo XVIII, se reduce a un minuto escaso. Los modelos fabricados en Nuremberg se exportaban enormemente hacia España e Italia.

 

“Por relojería alemana debería entenderse la relojería de los países centro-europeos de habla alemana, abstracción hecha de las actuales fronteras, como ha hecho acertadamente el autor del repertorio J. Abeler: algunos cantones suizos, la antigua Bohemia, la alta Hungría, Eslovaquia, el Palatinado, Polonia, Austria, Dinamarca y los estados que formaron la nación que tanto ha cambiado en la historia, si bien la relojería propiamente alemana del Renacimiento se localiza muy concretamente en Nuremberg y en Augsburgo.

En épocas más próximas, la industria resurge en la Selva Negra y adquiere de nuevo gran difusión. Como fábrica de alta calidad en relojería de bolsillo es preciso citar la firma Lange & Son, de Glashütte, así como la firma Riefler, de Munich (especialista en péndulos de observatorio) y otras de cronómetros de marina en los años anteriores y posteriores a la I Guerra europea”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)