Reloj saboneta digital, del maestro relojero Robert Genève.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 101 JDBC.

 

 

Siglo XIX, circa 1880.

 

Reloj de bolsillo muy inusual del maestro relojero Robert Geneve.

Reloj inusual para el mercado de habla castellana en plata de cifras saltantes.

Cuando hablamos de relojes “de Heures Autantes” o bien “Jumping hours”, es decir de cifras saltantes es porque cuando se cambia el uso horario al final de los 60 min salta la indicación horaria a la nueva.

La producción de relojes de cifras saltantes se produce a mediados del s.XIX -150- con la coincidencia del uso del tren, ya que el público apreciaba que les indicara las mismas horas que las indicaciones horarias de las pizarras  de la estación. La fabricación de estos relojes siempre fue más cara que los de aguja, puesto que se tenía que estudiar el equilibrio del peso de los discos que contenían las indicaciones horarias. En 1883 el relojero austriaco Joseph Pallweber desarrolla aportaciones importantes  al mundo de los relojes de las cifras saltantes  y es fichado por la International Wacth Company. Posteriormente la manufactura Cortebert obtuvo el derecho de explotar el invento de Pallweber para la comercialización de estos relojes en Francia y Bélgica. A finales del x. XIX se intentaron poner de moda sin mucho éxito. Se podría decir que estos relojes son el padre de los relojes digitales de hoy en día. Dos ventanitas superpuestas  dejan ver las cifras de la indicación horaria. Todos los modelos fueron legalmente patentados dada la complejidad de poder engranar los distintos discos. El sistema de cuerda se realizaba por las corona. El sistema de cifras saltantes cumple un siglo de antigüedad desde que se fabricaron para todos los públicos. Los hermanos Campani, de Italia en 1650 desarrollaron un reloj  que es una novedad de cifras saltantes, pero es una excepción en el tiempo. En el s.XX se producen relojes de cifras saltantes rectangulares de pulsera.

El reloj objeto de esta catalogación es de caja saboneta redonda en plata de ley, de tres tapas, una delante y dos detrás. La de detrás lleva un escudo grabado con filigranas y motivos vegetales para poner las iniciales del propietario. La de delante está decorada con motivos florales y en el interior aparece inscrito Remontoir, Ancre Kigne Droit, 15 Rubis, Robert Genève.

Dispone de pulsador lateral para el cambio de hora a través de la corona.

La esfera en esmalte blanco sobre cobre convexo. Numeración en cifras saltantes  arábigas  sobre discos de plata en los que están los números arábigos en esmalte negro. En castellano, debajo de la ventana superior, indica en esmalte dorado las horas y en las ventanas inferiores los minutos. La segundera es en metal azul cobalto y figura debajo de la ventana inferior. Las agujas son discos en plata de ley.

La máquina es en latón dorado, el indicador del regulador está marcado por advance y retard.

Sistema de cuerda por la corona. Dispone de 15 rubíes antirrozamiento.

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

 

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).