Reloj saboneta con caja en plata de ley de JUAN BRANZUELA, Manresa, Cataluña, España.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 575 JDBC

 

 

Siglo XIX, circa 1865

 

Reloj de caballero en plata de ley, encargado por el relojero JUAN BRANZUELA de Manresa, España, a una manufactura francesa con el número de serie. 1.036.810. Su nombre, JUAN BRANZUELA aparece en esmalte negro en la esfera y también grabado en la pletina de la maquinaria.

El colgante, el pulsador y la anilla de suspensión se situan a las III horas.

Caja en plata de ley, saboneta. Tapa anterior con grabados de motivos florales  y arquitectónicos, así como un escudo para grabar las iniciales del propietario. Al abrirla, aparece el cristal fino situado bajo la caja, montado en el bisel de plata, protegiendo la esfera.

La tapa posterior también tiene motivos vegetales y florales que nos da acceso al guardapolvo o placa de características de plata, en la aparece grabado: “Nº 36.810; Cylindre; 10 Rubis; Juan Branzuela, Manresa.”

Dispone de dos bocallaves, una para el sistema de cuerda y otra para el cambio horario.

Esfera en esmalte blanco sobre cobre convexo. La numeración horaria romana, sobre esmalte azul celeste; la numeración de los minutos es arábiga. El segundero está a las VI en numeración arábiga. Las agujas son en esmalte negro en forma de pera.

 

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)