Reloj religioso Chronometre, prima, 15 rubís.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 1.218 JDBC.

DATACIÓN HISTÓRICA: Siglo XIX, circa 1.890.

Reloj de bolsillo estilo lepine, religioso, muy inusual, de la marca Chronometre Prima, en alpaca pieza única. Su tapa posterior ha sido repujada con la figura en relieve de Jesucristo bendiciendo.

La tapa posterior muestra cierto desgaste por el uso, de ahí que la inscripción alrededor de la figura de Jesucristo, repujada en latín clásico resulte ilegible

La placa de características está exquisitamente repujada con la figura de la Virgen María, y a su alrededor aparece la siguiente oración en latín: “Ora pro Nobis Nunc et in hora mortis” que significa, Ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte.

En el interior de la divina aureola de la Virgen aparece en latín: “Gancia Maria Virgo”.

El bisel anterior de la caja está repujado con la frase en latín clásico: “Ab ortus solis usque ad oclasum”, que significa, del amanecer al ocaso.

El reloj dispone de anilla de suspensión, en forma inusual lobulada. En el colgante aparecen las letras del alfabeto griego Alfa y Omega, separadas por el crismón (monograma de Cristo). En el libro del apocalipsis se encuentra esta combinación para referirse a Jesucristo, tradicionalmente se utilizaba como frase de principio y fin (Alfa y Omega).

El pulsador de puesta en hora está situado en el lateral de la caja, entre las XI y las XII.

La maquinaria es original, mecánica de carga manual, dotada de escape de ancora y firmada con la grabación: “Chronometre prima 15 rubís, Nª 116.500 deposé”.

Sus medidas son 51mm de diámetro, sin incluir la corona, ni la anilla de suspensión lobulada.

La esfera es original en metal plata mate, decorada en relieve, con la imagen en relieve de una paloma que representa el Espíritu Santo, y portando en su pico el cuerpo de Cristo sobre un cáliz. Las agujas son estilo pica de látigo, en latón pavonado en azul cobalto y cuenta con segundero a las VI y numeración romana en esmalte negro.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

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“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(Texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).