Reloj para dama estilo lepine de la marca francesa LA PARISIENNE, realizado en níquel y cromo, profusamente esmaltado con motivos vegetales de cannabis sativa.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 512 JDBC.

 

 

Siglo XIX, circa 1880.

Reloj de dama de los maestros relojeros de la manufactura francesa LA PARISIENNE, realizado en caja de níquel y cromo con una profusa decoración vegetal en esmalte representando hojas de la planta cannabis sativa. Dicha especie herbácea es de la familia de las cannabaceae, plantas anuales, dioicas, originarias de las cordilleras del Himalaya, Asia.

Es de estilo lepine; no tiene tapa y lleva el colgante y la corona a las XII horas.

La caja, realizada en níquel y cromo, dispone de dos tapas. La tapa anterior está provista de un anillo y cristal biselado. La tapa posterior está provista de un anillo en el que perfectamente encastado hay un esmalte negro en el que se superponen las hojas de la planta cannabis sativa.

La esfera dispone de doble uso horario, con numeración romana en esmalte negro y numeración arábiga en esmalte rojo. Entre ambos horarios, aparece una minúscula esfera separatoria en relieve de nácar que realza la esfera principal, realizada en esmalte blanco sobre cobre convexo. Las agujas son estilo Luís XVI en latón dorado.

La máquina ha sido realizada en latón dorado. En la pletina se pueden apreciar unos grabados de motivos florales alrededor de los tornillos de fijación. De igual modo, aparece grabada la marca, “LA PARISIENNE” y los indicadores “A” y “R”.

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

  

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)