Reloj octogonal de la marca ELGIN para el mercado de la masonería.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº: 780 JDBC.

 

 

Siglo XX, circa 1924.

 

Reloj de bolsillo de la marca ELGIN NATIONAL WATCH COMPANY, USA, de 17 rubíes antifricción y con el número de serie 27.065.255. Su propietario fue Fred Degent.

La esfera es en esmalte negro sobre cobre convexo con simbología masónica que ha su vez, sirve de indicación horaria. A las XII se ha esmaltado en color blanco la marca ELGIN. Las agujas son en latón gris. El segundero está a las VI.

La caja es de forma octogonal, sobreplateada en oro blanco, y en el interior de la tapa posterior se ha grabado: “WATCH, STAR * CASE COMPANY, 14 Kl GOLDFILLED, Nº 6.558.651 – oro blanco.

La tapa posterior presenta una profusa decoración lineal y un escudo para grabar el nombre de su primer propietario, que fue Fred Degent.

 

La firma ELGIN surge en la primavera de 1864, cuando media docena de empresarios de Chicago decidieron que si Massachussets podía tener una fábrica que construyera relojes, Illinois también podría. En agosto de ese mismo año, el mencionado consorcio, incluyendo al entonces alcalde de Chicago, Benjamin W. Raymond, compró una granja abandonada a 30 millas al norte de Chicago y construyó allí una fábrica de relojes. Después de un año de diseño y construcción de tornos y máquinas para lograr niveles de precisión aparentemente imposibles, un equipo de relojeros y mecánicos produjo su primer movimiento de reloj de bolsillo que se denominó “B.W. Raymond” en honor al alcalde. El reloj era exquisito y con él nacía la ELGIN NATIONAL WATCH COMPANY.

En 1910 la obsesión de ELGIN por la precisión se había extendido por todo el mundo. Los ingenieros de ELGIN construyeron su propio observatorio para mantener tiempos científicamente precisos en sus relojes.

Durante la Segunda Guerra Mundial toda la industria civil fue detenida y la Compañía se trasladó a la industria de la defensa, fabricando relojes militares, cronómetros, fusiles de artillería, altímetros y otros instrumentos destinados a la aviación y rodamientos de zafiro utilizados para mejorar la puntería de los cañones de artillería.

Mientras que su altruismo era vital para la guerra, el patriotismo de ELGIN irónicamente abrió una oportunidad para los suizos. En 1964, después de una década a mediados de siglo que vió el resurgimiento de las series de élite “Señor y Lady Elgin”, la fábrica de ELGIN cerró sus puertas. A lo largo de un siglo, en el Norte de Chicago, había producido la mitad de todos los relojes de bolsillo y de pulsera fabricados en los Estados Unidos.

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

Los primeros relojes que funcionaron en los Estados Unidos tuvieron sus antecedentes en el Reino Unido. A su vez, relojeros emigrantes de origen inglés comenzaron a producir sus relojes al otro lado del Atlántico, aportando nuevas creaciones y patentes.

Más tarde, también los relojeros emigrantes de Alemania y Centroeuropa asentados allí se introdujeron en el sector de la relojería, creando e importando piezas de Europa. Pero en los nuevos estados era difícil que pudiera perpetuarse cualquier tipo de taller de dimensión personal o familiar. El país de los EEUU vivió con intensidad dinámica el mismo proceso que en la vieja Europa había consumido siglos: si el reloj, en 1780, era necesario, no lo sería solo ya para la clase dominante o pudiente, sino para una capa social de mayor espectro, por lo que en seguida se planteó la necesidad de organizar de alguna forma la producción industrial en serie. Para esto, contaban con la capacidad de iniciativa, el ingenio, la organización industrial, etc., capaz de atender a una expectativa de gran consumo sin parangón en el mundo.

La historia de los primeros fabricantes norteamericanos de relojes, ahora puesta de manifiesto, es apasionante como ninguna otra. Eli Terry empezó copiando los relojes de la Selva Negra, en madera, y de Edward Howard, y sus muchos seguidores.

Ellos fueron los primeros en producir los relojes en serie. Baste decir que los suizos acudieron allí para aprender y aplicar su tecnología de la producción en serie, a fin de adaptarse a los nuevos tiempos.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)