Reloj nielado en plata de ley sobredorada de la marca suiza LONGINES para los importadores cubanos Cuervo y Sobrinos.

Catalogación Referencia: MIARB Nº: 761 JDBC.

Siglo XX, circa 1919.

En su origen, el número de serie 3.653.436 identifica un reloj de bolsillo tipo Lépine de plata, enchapado de oro y niel. Éste se encuentra dotado de un movimiento LONGINES mecánico de carga manual, calibre 15.93. El reloj se facturó el 19 de septiembre de 1919 a la compañía Cuervo y Sobrinos, por aquel entonces el agente de LONGINES en Cuba.

(Fuente: LONGINES, Brand Heritage 4 diciembre 2019, 15:16)

Esta información ha sido proporcionada por la marca oficial LONGINES para el MIARB. Agradecemos la gran aportación de valor que han hecho para nuestro Museo, en especial al Responsable de Proyectos del Departamento Histórico de LONGINES, Don Cayetano Selfa.

Muy inusual reloj de bolsillo nielado en plata de ley sobredorada en oro de 18 Kl. estilo lepine, con motivos vegetales y florales en su tapa posterior y bisel anterior. El colgante, la anilla de suspensión y la corona se han situado a las XII horas.

El nielo es una composición que se hace con plomo, plata, cobre, sulfuro y cloruro de amonio. La mezcla se funde sobre una base de metal grabada o cortada, procesando la mezcla en un sistema similar al esmaltado champlevé. La plata fue el metal más usado para los relojes de bolsillo nielo. La incrustación de oro rosa también puede combinarse con nielo.

Las cajas nielo de reloj de bosillo se pusieron de moda a principios de 1900, al mismo tiempo que el Art Nouveau y el Art décó alcanzaban su máximo esplendor.

Fueron numerosas las marcas de prestigio que produjeron relojes nielo, tales como:  Huegenin Brothers of Le Locke, Faure of Le Locke, Duchene of Geneve, René Lalique of Paris y Longines of St. Imier. Los relojes nielo nunca se produjeron en cantidades industriales.

La esfera del reloj LONGINES, objeto de esta catalogación es blanca sobre cobre convexo con numeración romana en esmalte negro y la marca, también en esmalte negro, está situada a las XII horas: “LONGINES, CUERVO Y SOBRINOS, ÚNICOS IMPORTADORES”. Las agujas son en latón dorado estilo Luís XVI y dispone de segundero a las VI.

En la placa de características se ha grabado: “LONGINES, 7 Grands Prix”. La máquina es en metal dorado y se ha grabado en ella el número 3.653.436.

Los orígenes de la firma LONGINES se remontan a 1832, cuando Auguste Agassiz funda una agencia relojera en Saint-Imier, Suiza. Fabrican y comercializan relojes de bolsillo dotados de escapes de rueda de encuentro. Su sobrino, Ernest Francillon desarrolló la compañía, dándole su nombre actual y dotándola de su logotipo, un reloj de arena alado. En 1867, inauguran la fábrica de LONGINES, situada en Saint-Imier, en el lugar de Les Longines (“prados alargados”). En ese mismo año producen su primer movimiento, el 20A. Al año siguiente fue el primer fabricante que lanzó un mecanismo cuya carga se realizaba a través de la corona del propio reloj, sin necesidad de una llave.

En 1896 LONGINES fue la encargada de la medición de tiempos en la primera Olimpíada moderna. 14 Olímpiadas han tenido a esta firma como el cronometrador oficial, así como más de 30 Tours de Francia, campeonatos deportivos de gimnasia, esquí, competición ecuestre o Fórmula 1, en la que patrocinó durante varios años la Scuderia Ferrari. También es famosa por sus relojes de aviador y para tal fin, el capitán Philip van Horn Weems diseñó un modelo, el Angle Hour Watch, con una esfera central móvil que se podía sincronizar con alguna señal de radio como ayuda para la navegación.

Famosos poseedores de un LONGINES han sido Albert Einstein, quien tuvo un reloj de bolsillo y otro de pulsera; Humphrey Bogart o Audrey Hepburn, entre otros.

En el año 2001 LONGINES produjo su reloj 30 millones, y en 2007 celebró el 175 aniversario de la firma.

(Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Longines y https://www.longines.es/marca/historia)

Reloj de bolsillo CUERVO Y SOBRINOS, únicos importadores para Cuba, La Habana, desde Suiza de distintas marcas relojeras. Muchas de estas marcas y otras similares eran encargos expresos a las firmas que los producían en exclusiva para distintas joyerías de reputado prestigio del mundo. En otras ocasiones, los adaptaban las propias joyerías personalizándolos. La consigna de la casa Cuervo y Sobrinos era poner su logo, por lo general grabado, en el que destaca la C de Cuervo y la S de Sobrinos en esfera y caja de forma muy visible, dando más realce a la pieza si cabe.

Historia de la marca importadora:

A finales del siglo XIX, La Habana, capital de la perla del Caribe, se convirtió en lugar internacional de encuentro de intelectuales, hombres de negocios y personajes famosos. En ese espíritu de calidad de vida es donde Armando Río y Cuervo junto a sus hermanos dirigen la joyería y el taller de relojería de su tío Ramón, de ahí el nombre, Cuervo y Sobrinos.

En 1882, la familia inaugura la boutique “La Casa” en la prestigiosa Quinta Avenida de la Habana. En menos de medio siglo, esta unión de espíritu latino y de calidad suiza conquistó América. En la década de 1940 1950, Cuervo y Sobrinos alcanzó la fama como marca de relojes de lujo en el mundo. Gracias a esta herencia, la firma tiene un valor fundamental en sus orígenes y aprovecha sus archivos históricos como fuente inagotable de inspiración.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

  

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).