Reloj lepine ROSKOPF PATENT legítimo, realizado en níquel y cromo.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 238 JDBC.

Siglo XIX, circa año 1880.

Maestros relojeros de la Compañía Roskopf, fundada por  Georges Fredrick Roskopf, quien produjo en 1868 el famoso reloj que lleva su nombre, vendido en aquella época a veinte francos, siendo el primer reloj económico y de calidad en el mundo.

Reloj de caballero en níquel y cromo. Con el colgante, la corona y la anilla de suspensión a las XII horas. Está previsto de patente, nº 129.331, fabricado en Suiza.

Caja en níquel y cromo, lisa. Tapa anterior lisa, provista de cristal grueso directamente montado sobre el bisel que va a presión sobre la carrura sin bisagra y nos da acceso con su apertura a la esfera.

Tapa posterior lisa, directamente montada sobre la carrura, siendo ésta de un grosor considerable. En el centro de la tapa aparece grabado el logotipo oficial de Roskopf. Tapa de características de cristal transparente montada sobre bisel en níquel y cromo a presión, que permite disfrutar del movimiento de la máquina y la protege del polvo y la humedad.

Carrura lisa con dos líneas perimetrales muy finas que rodean la misma y nos facilitan el acceso a la tapa anterior y posterior que mediante presión, se abren y se cierran. Las líneas perimetrales sirven para  facilitar la apertura mediante una navaja de relojero. Cristal grueso biselado anti-choque, que se monta en todos los relojes lepine para evitar su rotura.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo. La sobriedad de la combinación de números grandes arábigos y fondo blanco resalta la visión de la hora. La numeración arábiga es en esmalte negro. Los minutos están representados con pequeñas rayas perimetrales alrededor de esta numeración para facilitar su lectura. Las rayas que indican cada cinco minutos son más anchas que las que indican uno. Debajo de la indicación de las XII h aparece la marca en esmalte negro que nos permite conocer al constructor, Roskopf, resaltando “Patent”, lo cual recuerda que es un reloj legítimo y no una copia. Las agujas son estilo Luís XVI.

Máquina Roskopf en latón dorado. Calibre redondo a tres cuartos, pero dispone de tres pequeños puentes; uno para el volate, otro para el escape y el otro para la rueda de escape.

El cambio horario se realiza presionando el pulsador lateral de la carrura que está  a las XI horas y se procede al mismo girando la corona hasta ponerlo a la hora deseada.

Sistema de cuerda a remontuar por la corona.

En el puente del rodaje aparece grabado “advance” y “retard”. En el puente del rodaje aparece grabado el logotipo oficial de Roskopf.  En el puente del barrilete y alrededor del tornillo de la rochete, o rueda de trinquete, aparece grabado “Patent + 129337”.

Sobre la historia de la marca:

Georges-Fréderic Roskopf nació en Alemania en el año 1813 y falleció en Suiza en el año 1889, siendo reconocido mundialmente como el que consiguió que la clase trabajadora pudiese adquirir relojes de bolsillo de calidad a precio asequible al conseguir abaratar la producción y disminuir las piezas del reloj.

Sus inicios profesionales se remontan al año 1829, a la edad 16 años, en La Chaux de Fonds, donde era un destacado comerciante y trabajaba centrado en la especialidad de piezas de metal, ferretería y fornitura de relojes. En 1833 decidió iniciarse en el mundo de la producción de relojes como aprendiz y colaborador de J. Biber. Su espíritu emprendedor hizo que no tardara en establecerse con su propio negocio, centrado en la compra de movimientos relojeros y demás piezas relacionadas con el mundo de la relojería (como por ejemplo: cajas, esferas, agujas, coronas, anillas de suspensión, etc.) para montar sus propios relojes.

El hecho de estar en un sector en constante desarrollo y crecimiento, hizo que internacionalizara su negocio, creando relojes de elegante diseño de manufactura propia y los exportara a Europa y Norte América desde Suiza.

Su crecimiento fue tan importante que el ansia de prosperar hizo que no prestara suficiente atención a algunos departamentos de su negocio y éstos no fueran lo suficientemente rentables, por lo que un día, al recibir una oferta importante, decidió vender su empresa. No obstante, su pasión por la relojería hizo que siguiera fabricando relojes como Director asociado en la manufactura B. J. Guttman Frères de Wruzburg.

En 1855, Georges F. Roskopf abrió un nuevo negocio con su hijo, Fritz Edouard Roskopf, y Henri Gindrauz que denominarían Roskopf, Gindraux and Co. Después de dos años, su hijo F. Edouard abrió su propio negocio en Ginebra y Gindrauz fue a Neuchâtel y dada su brillantez, ocupó el importante puesto de Director de la Escuela de Relojería, con todo lo que ello conlleva estando en un sector altamente floreciente en aquel momento.

G.F. Roskopf era un gran empresario y soñaba con realizar un modelo de reloj de muy buena calidad pero a un precio asequible, que pronto fuera muy popular entre la clase trabajadora. En el año 1860 ideó con gran astucia y estrategia un reloj de calidad y diseño que podía venderse por 20 francos.

Roskopf patentó sus relojes en distintos países, tales como Bélgica y Francia, pero no en Suiza, pues por aquellos años este país todavía no disponía de un sistema de patentes.

Fue el año 1868 el de su reconocimiento internacional a tanto trabajo. Tuvo la oportunidad de presentar su reloj en la Exposición Universal de París y ganó la codiciada Medalla de Bronce. En 1869, lo exhibió en la Exposición de Amsterdam y ganó la ansiada Medalla de Plata.

En 1873, Roskopf llegó a un acuerdo con Wille Freres y sus asociados, CH. Leon Schmid. A su muerte, un gran número de marcas relojeras de todo el mundo declararon ser sus sucesoras legales, pero únicamente Wille Freres tenía los derechos sobre la firma Roskopf.

Los mecanismos Roskopf se hicieron por su rentabilidad y precisión muy populares en todo el mundo. Cientos de marcas y compañías, así como numerosas manufacturas empezaron a utilizar sus modelos, marcando un antes y un después en la historia de la relojería internacional.

“Creado en 1798 por el maestro relojero L. Perron de Besançon. Las paletas de rubí son sustituídas  por paletas de acero templado. Este escape fue utilizado con posterioridad por Roskopf, en el año 1867 cuando creó un reloj simplificado de precio módico”. (Dictionnaire Professionnel Illustré de l’Horlogerie. G.A. Berner)

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).