Reloj lepine, NOEL BRISOT, serie A. Francia.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 385 JDBC

 

 

 

Siglo XIX, circa año 1880.

 

Maestro relojero francés : NOEL BRISOT, serie A.

Reloj de dama lepine con caja de oro de 18 kilates, lepine. No tiene tapa y lleva el colgante y la corona  a las XII con doble indicación horaria.

Caja de oro de tres tapas, la anterior con cristal y rodeando el bisel en relieves con  motivos vegetales grabados sobre fondo guilloche. La tapa posterior está grabada en distintos estilos guilloche de fondos lineales, rombos concéntricos pero resaltan en relieve unos motivos florales y vegetales y la tercera es la placa de características en oro, también en oro.

La caja dispone de pulsador lateral a la XI que permite el cambio horario si se presiona gira la corona. Dispone de tapa de características que protege la máquina.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo, con numeración arábiga en esmalte negro y la doble indicación horaria en el interior de ésta en esmalte naranja, también arábiga.

Agujas Luis XVI en oro de 18 Kl.

El sistema de cuerda es a remontuar por la corona. En el puente tiene grabado el nombre del maestro relojero NOEL BRISOT, serie A.

 

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

 

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)