Reloj Lepine Hebdomas Watch Co.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 214 JDBC

Siglo XIX, circa 1880.

Reloj lepine en níquel y cromo con la anilla de suspensión, el colgante y la corona a las XII. Tiene en la esfera grabado “8 jours Hebdomas” en esmalte negro, en el gran barrilete anterior 8 jours Hebdomas y numerosas medallas.

Tiene autonomía para 8 días. La cuerda es de tipo remontuar por la corona y dispone de un pulsador lateral para el cambio horario a las XI.

La esfera es excéntrica en esmalte blanco sobre cobre convexo, por la apertura se visualiza el volante, el pulsador y el regulador nos indica en la propia esfera AR y FS.  Las agujas son de tipo palo en latón negro.

HEBDOMAS comenzó sus actividades durante la última década del siglo XIX, previendo la necesidad práctica que un día haría de los relojes de pulsera uno de los sectores más importantes de la industria relojera.

La obtención de una capacidad de larga duración para los relojes fue el objetivo de varios relojeros. Fue a través de este desafío, que conquistaron, que HEBDOMAS comenzó su producción en La Chaux-de-Fonds (Suiza). La artesanía de los relojeros suizos en La Chaux-de-Fonds es mundialmente conocida, pues este pequeño pueblo situado cerca de la frontera francesa, es también el lugar de nacimiento de muchas marcas suizas famosas.

Desde 1888, todos los relojes HEBDOMAS se fabricaron completamente a mano, pieza por pieza. El alto estándar de calidad HEBDOMAS se basa en su experiencia como fabricantes de relojes altamente cualificados y también en el recuerdo de antiguas costumbres vinculadas al «ciclo de siete», que es el número clave que lo hizo famoso en todo el mundo.

El nombre HEBDOMAS recuerda las festividades de Ebdomee, celebradas en Esparta, Croton y Mileto, que celebraban el nacimiento de Apolo en el séptimo día del mes. Cantadas por poetas en la antigua Lesbos, tales festividades fueron dedicadas a Dionisio, manteniendo muchos rituales supersticiosos y creencias que estaban vinculadas al séptimo día del mes.

Un siglo de tradición ayudó a difundir la reputación y apreciación de HEBDOMAS en todo el mundo. Estos famosos relojes fueron premiados con medallas y distinciones de oro en distintas ocasiones.

El éxito de los relojes HEBDOMAS en la década de 1900 fue increíble, y todavía se pueden encontrar varias piezas únicas en colecciones privadas de todo el mundo. Se ha tenido especial cuidado en la fabricación: cada elemento se seleccionaba y probaba meticulosamente, incluso hasta los bonitos adornos y las esferas de esmalte.

HEBDOMAS siempre ha mantenido su espíritu creativo y en la actualidad colabora en nuevos proyectos mecánicos con Vincent Calabrese, maestro relojero de reputación internacional, que recibió una medalla de oro en 1977 en la exposición de inventores. de Ginebra. En abril de 1990, cuando su última invención, «BALADIN», se presentó en la misma exposición, un jurado le otorgó un premio por su originalidad y concepción sin precedentes.

Incluso hoy, HEBDOMAS todavía ofrece productos exclusivos, de calidad y de estilo que son apreciados por compradores de todo el mundo.

(Fuente: http://www.hebdomas.net/hebdomas/HEBDOMAS_story.html)

Este tipo de escape de áncora es más económico de producir pero sufre un gran desgaste al suprimirse el tren de engranaje y la rueda de centro.

En consecuencia, si bien pueden ser menos duraderos, se consiguió poner en el chaleco de cada ciudadano del mundo un reloj de bolsillo, dejando de ser un lujo y pasando a ser un reloj asequible al abaratarlo tanto en su producción. No es que exista un escape Roskopf, si no que se denomina así a los escapes de relojes con maquinarias dotadas de los elementos mencionados para hacerlos económicos.

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de JostBurgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera.No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de JostBurgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(Texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).