Reloj lepine en oro de 18Kl, autoría de Renard à Rouend, J.A. Alexandrine FME. David.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 755 JDBC.

 

 

Siglo XIX, circa 1820.

 

Reloj de bolsillo con número de serie: 3.123 en oro de 18kl., cuya autoría pertenece al maestro relojero Renard à Rouend, J.A. Alexandrine FME. David.

La caja es en oro estilo lepine, al igual que la placa de características en la que se ha grabado: “Renard à Rouend, J.A. Alexandrine FME. David”.

La placa dispone de dos bocallaves , una para el cambio horario y otra para el sistema de cuerda.

La esfera, fijada a dos tornillos, es en esmalte  blanco sobre cobre convexo con numeración romana en esmalte negro y agujas en latón negro, estilo Breguet.

Dispone de colgante y anilla de suspensión a las XII horas.

 

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

  

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)