Reloj lepine del importante maestro relojero francés Ferdinand BERTHOUD. Sus piezas se exhiben en otros museos de alta relojería mundial.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 005 JDBC

 

Siglo XVIII, circa 1780.

Año en el que sienta las bases y prepara su próxima publicación, titulada “Tratado de los relojes y longitudes”.

 

Reloj construido por BERTHOUD Ferdinand, importante maestro relojero, quien fue considerado el padre del cronómetro y sus piezas están en importantísimos museos del mundo. Nació en 1727, en Placemont, Suiza. Durante toda su vida, fue un eminente relojero que trabajó como experto maestro en cronómetros para la marina. Empezó en el taller de de Julien Le Roy a la edad de 19 años, en 1745, habiendo sido también aprendiz de su hermano Sean Henry Berthoud. Emigró de Suiza a París, abrió su comercio en la calle Harlay. Murió en 1807.

En 1714, el Parlamento Británico decidió recompensar económicamente a los maestros relojeros que aportasen descubrimientos científicos lo suficientemente importantes como para que el reloj, en un viaje de Inglaterra al este de las Indias, no se retrasara o adelantara más de dos minutos en un viaje que duraba unos dos meses, con numerosas incidencias y cambios bruscos de temperatura, y mucha humedad.

Siguieron las recompensas en 1741, 1753 y 1774 para los mejores en relojería ya que evitaban, con precisión, desviarse en sus rutas marinas. Los franceses no fueron menos y la Academia de las Ciencias, en 1720 siguió ejemplo de los ingleses, al igual que los españoles y los holandeses. Gracias a estas recompensas apareció el escape de cilindro y otras importantes piezas de relojería.

BERTHOUD fue un relojero y científico adelantado a su época. Después de toda una serie de complejos experimentos, realizó numerosos aportes en cuanto a la precisión relojera para la marina. Dos grandes relojeros: Lepine y Ferdinand Berthoud, desarrollaron importantes aportaciones científicas, pero finalmente será su colega, A.L. Breguet, quien se llevará la fama, si bien, se les podría definir como los tres grandes maestros de la época.

BERTHOUD incluso mejoró sistemas de escape de Hautefeuille’s. En 1766, visita Inglaterra para intercambiar información con relojeros ingleses sobre los escapes. Publica varios trabajos y tratados de relojería a lo largo de su vida.

Posteriormente seguiría su negocio Louis Berthoud, sobrino de Ferdinand, en el nº 36 de la calle Harlay. En 1750, Berthoud reivindicó el invento del cronómetro.

Fue un gran investigador, y publicó, entre otros, los siguientLes tratados relojeros: “L’Art de regler les pendules”, 1759; “Essai sur l’Horlogerie”, 1763; “Traité des horloges marines”, 1773; “Eclerircissements sur l’invention des horloges marines”, 1773; “Les Longitudes par la mesure du temps”, 1775; “De la mesure du temps”, 11783; “Traité des montres à longitudes”, 1792; “Suite du traite des montres a longitudes”, 1797; “Historie du la mesure du temps”, 1802 y “Suplément du traite des montres à longitudes”, 1807.

Fue miembro del F.R.S. Instituto de Londres. Sus piezas similares e iguales a esta se encuentran en el SKM, Victoria and Albert Museum S. Kensington, donde se conservan 18 cronómetros de la marina. Además tiene relojes en el Guildhall Museum, en el Museo de las Artes Meditorias de París, en el Mathematische Physikalische, Salon Dresden, en el Museo de Mobilier de París y en el Museo de Stockholm, entre otros muchos museos de todo el mundo, incluido el Museo Internacional de Relojería de Suiza.

Los relojes comprendidos entre 1774 y 1795 en Francia son denominados Luís XVI. Este reloj, de 4.5cm de diámetro, es característico por su caja redonda lisa en oro amarillo de 18 Kl con cierre hermético a presión. Tiene grabado en el interior de la caja, en un lateral, el número de producción: 1558846 RR. Su esfera está bañada en esmalte blanco sobre cobre convexo. También dispone de numeración arábiga en esmalte negro y agujas originales en oro, estilo flor de lis, características de la época. Cuenta con indicadores para los minutos en números arábigos sobre las indicaciones horarias 12, 3, 6 y 9.

Tiene el sistema de cuerda es por bocallave, que recibe las mismas por la esfera a la altura de las 2 que perfora el esmalte y plancha de cobre convexo y conecta directamente con el pivote de la maquinaria. Las horas se pueden cambiar con la misma llave, pero en esta ocasión se pone ésta en el pivote que aguanta las propias agujas y que sobresale de las mismas. La llave de cuerda es de plata y su punta de hierro ferroso, para no sufrir desgaste en el proceso de dar cuerda. Es importante mencionar también que la esfera está contrastada por: “Berthoud a Paris”, en esmalte negro.

La máquina está sustentada entre cuatro pilares, catalogados por J.M. Echevarria en su libro “Coleccionismo de relojes”. Realizada en latón dorado con conqueret (ant- Galluzo) profusamente decorado, de acero dorado bruñido ajustado por tornillo en la proximidad en la que pivota el volante sobre su puente y que ejerce una presión suave sobre el eje, evitando su desgaste.

El coqueret apareció en el s. XVIII (1735) en forma de signo de admiración, durante el reinado de Luis XV. Se generalizó en Francia rápidamente y en 1750 se incorpora en Inglaterra. La máquina está firmada con la firma auténtica de Berthoud à París.

 

Catalino o de rueda catalina. Dicha pieza, como su nombre indica, es un escape de paletas dentro del grupo de los de retroceso. En España, a este tipo de escape se le denomina escape de rueda catalina.

 

 “Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)