Reloj lepine de la marca Progreso, perteneciente a las manufacturas DIETRICH FRÈRES.
Catalogación Referencia: MIARB Nº 1297 JDBC
DATACIÓN HISTÓRICA
Siglo XIX, circa 1895
PAÍS Suiza, Le Locle.
DESCRIPCIÓN
Reloj con caja en níquel y cromo de estilo lepine con el colgante, anilla de suspensión y colgante a las XII de los maestros relojeros de la marca suiza PROGRESO perteneciente a las manufacturas DIETRICH FRÈRES.
En el puente del volante regulador se ha grabado Advance y Retard.
Cuerda a remontuar por la corona, que en este caso es ranurada, con el pulsador para cambio horario situado a las XI horas.
Esfera en esmalte blanco sobre cobre convexo. Numeración romana en esmalte negro. Sobre toda la esfera se ha dispuesto de una pletina en latón dorado que realza y enmarca las indicaciones horarias produciendo un suntuoso efecto Las agujas son estilo Luís XVI en latón dorado.
Historia de DIETRICH FRÈRES
DIETRICH FRÈRES fue una manufactura suiza de relojes fundada en la segunda mitad del siglo XIX, en una época en la que Suiza ya se estaba consolidando como el epicentro mundial de la relojería. La empresa fue establecida por los hermanos Dietrich, quienes se dedicaron a la creación de relojes de alta calidad.
Desarrollo y Reconocimiento
PROGRESO era una de las marcas bajo la sombrilla de DIETRICH FRÈRES, y se destacó por su compromiso con la innovación y la precisión. Los maestros relojeros de PROGRESO estaban dedicados a perfeccionar tanto la mecánica interna como la estética externa de los relojes. En una época en la que la competencia era feroz y la precisión era crucial, la marca se labró un nicho gracias a la meticulosidad y la destreza de sus artesanos.
Características de los Relojes PROGRESO
– Calidad Suiza: Los relojes PROGRESO representaban la calidad suiza, reconocida mundialmente por su precisión y durabilidad.
– Innovación: Los relojeros de PROGRESO implementaban innovaciones técnicas para mejorar la precisión y la fiabilidad de sus relojes.
– Artesanía: Cada reloj era ensamblado a mano por expertos relojeros, asegurando que cada pieza fuera una obra maestra de ingeniería.
Declive y Legado
A pesar de la alta calidad de los relojes PROGRESO, la marca no sobrevivió a las fluctuaciones del mercado y las transformaciones en la industria relojera del siglo XX. La llegada de los relojes de cuarzo y la creciente competencia internacional llevaron a muchas marcas suizas más pequeñas a desaparecer o ser absorbidas por conglomerados más grandes. Sin embargo, el legado de PROGRESO y DIETRICH FRÈRES perdura en la historia de la relojería suiza, y sus relojes son ahora piezas de colección valoradas por los aficionados y expertos en relojería.
En resumen, la marca PROGRESO de DIETRICH FRÈRES representa una era dorada de la relojería suiza, marcada por la dedicación a la calidad, la innovación y la precisión. Los relojeros que trabajaron en PROGRESO dejaron un legado de excelencia que sigue siendo reconocido y admirado hoy en día.
CALIBRE: Redondo a tres cuartos.
ESCAPE : Ancora Roskopf : Este tipo de escape de áncora es más económico de producir pero sufre un gran desgaste al suprimirse el tren de engranaje y la rueda de centro.
En consecuencia, si bien pueden ser menos duraderos, se consiguió poner en el chaleco de cada ciudadano del mundo un reloj de bolsillo, dejando de ser un lujo y pasando a ser un reloj asequible al abaratarlo tanto en su producción. No es que exista un escape Roskopf, si no que se denomina así a los escapes de relojes con máquinas dotadas de los elementos mencionados para hacerlos económicos.
VOLANTE : Anular
HISTORIA DE LA RELOJERÍA SUIZA:
“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.
En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.
Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.
Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.
Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.
Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.
Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.
De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.
(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)
“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.
En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.
(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).


