Reloj lepine de la Cruz Roja; muy inusual por su esfera digital y una sola aguja que indica horas y minutos.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 913 JDBC

 

 

Siglo XX, circa 1910.

 

Reloj de bolsillo de 5cm de diámetro, muy inusual. En su esfera, luce el emblema del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, nacido bajo las ideas de Henry Dunat.

La caja del reloj es de estilo lepine, en hierro ferroso pavonado y dotada de placa de características lisa, del mismo color que la caja.

Inusual esfera digital con información de horas y minutos, a través de una sola aguja. Esfera de latón dorado con el logotipo de la Cruz Roja en su centro, en esmalte de color rojo.

La esfera digital, con precedentes abundantes a lo largo de la historia de la relojería, comenzando por los relojes nocturnos italianos, estuvo de moda en relojería de bolsillo a principios del siglo XX. Hoy se ha generalizado en relojería mural pública y callejera, y en la relojería de cuarzo, de pulsera. Algunos le encuentran el defecto de mostrar un solo momento de la hora, que es aislado del entorno. A la esfera que combina la señalización digital y la analógica se le llama dicroica.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

Origen del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

La Cruz Roja tiene su origen en la idea del Comerciante Ginebrino Henry Dunant, a quien le tocó vivir los crueles combates que se desarrollaban en la Europa de su época, después de la Batalla de Solferino, que tuvo lugar el 24 de junio de 1859, en donde miles de personas morían sin atención. Dunant organizó una acción de socorro, junto a los médicos y mujeres de Castiglione (Provincia Italiana) en donde se improvisó en una iglesia, un hospital de campaña y donde fueron atendidos los soldados heridos en batalla; esto sirvió de base para que Dunant escribiera el libro titulado Recuerdo de Solferino donde se planteó la creación de Sociedades de Socorro en todos los países, con el fin de atender a las víctimas de la guerra sin ninguna discriminación y proponiendo el establecimiento de unos Tratados o Códigos de respeto por la vida, aún en situaciones de confrontación.

En Febrero de 1863, la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública designaba una comisión encargada de estudiar los medios para darle un efecto práctico a las sugerencias contenidas en el libro Recuerdo de Solferino. Los miembros de esta comisión, conjuntamente con Henry Dunant, eran cinco: el General Guillaume Henry Dufour, el Sr. Gustave Moynier y los Doctores Louis Appia y Theodore Maunoir. La Comisión se reunió por primera vez en febrero de 1863 y tomó la decisión de constituirse en un organismo autónomo adoptando el nombre de Comité Internacional de Socorros a los Heridos, naciendo entonces lo que en el futuro sería conocido como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

La Cruz Roja Internacional actuó formalmente como resultado de la Conferencia Internacional de Ginebra, reunida en octubre de 1863, planteando la necesidad de establecer convenciones que permitieran auxiliar a los heridos en los campos de batalla y dar carácter neutral a los cuerpos encargados de prestarles socorro. Se escogió un símbolo idéntico para que todos los países distinguieran sus cuerpos de personal sanitario, hospitales y ambulancias. La Conferencia escogió una bandera con campo blanco y una Cruz Roja en el centro, inversión del pabellón suizo, en homenaje a la nacionalidad de Henry Dunant.

(www.cruzroja.org)

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

 

 

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).