Reloj lepine AVIA, distribuido por M.A. MEAD & Co, Grade 470, Modelo Boulevard, EEUU.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 199 JDBC

 

 

Siglo XX, circa 1922.

 

Se trata de un reloj lepine en plata de ley, creado por los maestros relojeros de la manufactura suiza AVIA y comercializado en EEUU en exclusiva por su distribuidor oficial M.A. MEAD & Co.

Durante la época de la II Guerra Mundial (1939 – 1945), el distribuidor principal de los relojes AVIA en Estados Unidos era M.A. MEAD & Co, de Chicago, firma que registró su marca en 1922 y comercializaba los relojes militares AVIA, incluyendo un cronómetro militar utilizado por las fuerzas aéreas para localizar submarinos.

Los relojes de M.A. MEAD & Co producidos por AVIA, solían llevar grabado el nombre del fabricante – AVIA – pero también se les conocía con la marca “Boulevard”, siempre que eran montados con piezas fabricadas por la firma suiza AVIA WATCH FACTORY.

Este reloj dispone de las siguientes marcas grabadas en su pletina: “M.A Mead & Co – Grade 470-Avia- Seventeen 17 Jewels-Unadjusted-Swiss”. En el regulador, “AF” y “AR”.

Su caja es americana, de la Philadelphia Watch Case Co., Silverode, número 336413.

La esfera está realizada en esmalte blanco sobre cobre convexo, siendo decorada en color, con motivo ferroviario de locomotora y numeración arábiga en color negro. Aparece el modelo, Boulevard, debajo de la indicación horaria de las XII h. Las agujas son en latón azul cobalto, estilo pica fuerte.

El tipo de cuerda es a remontuar por la corona, al igual que el cambio horario.

Con respecto a la locomotora reproducida en la esfera, se trata del modelo americano Lawley. Una locomotora a vapor de vía estrecha que solía utilizarse en trenes de corta distancia.

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

Los primeros relojes que funcionaron en los Estados Unidos fueron, naturalmente, ingleses. Relojeros emigrantes, igualmente ingleses, comenzaron a producir sus obras al otro lado del Atlántico, a partir de la Independencia.

Más tarde, también los emigrantes de Alemania y Centroeuropa asentados allí. Pero en los nuevos estados era difícil que pudiera perpetuarse cualquier taller de dimensión personal o familiar. El país vivió con intensidad dinámica el mismo proceso que en la vieja Europa había consumido siglos: si el reloj, en 1780, era necesario, no lo sería solo ya para la clase dominante o pudiente, sino para una capa social de mayor espectro, por lo que en seguida se planteó la necesidad de organizar de alguna forma la producción industrial en serie. Para esto, contaban con la capacidad de iniciativa, el ingenio, la organización industrial, etc., capaz de atender a una expectativa de consumo sin parangón en el mundo.

La historia de los primeros fabricantes norteamericanos de relojes, ahora puesta de manifiesto, es apasionante como ninguna otra. Eli Terry empezó copiando los relojes de la Selva Negra, en madera, y de Edward Howard, y sus muchos seguidores.

Ellos fueron los primeros en producir los relojes en serie. Baste decir que los suizos acudieron allí para aprender y aplicar su tecnología de la producción en serie, a fin de adaptarse a los nuevos tiempos.