Reloj Joya estilo lepine de la marca “LECOULTRE” en oro amarillo de 18 Kl cuajado de perlas.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 729 JDBC.

 

 

Siglo XIX, circa 1885.

 

Reloj Joya estilo lepine de la marca y manufactura relojera suiza “LE COULTRE”.

“Charles-Antoine LeCoultre fundó su taller en 1833 en la Vallée de Joux después de inventar una máquina para producir piñones de relojería.

La fusión oficial de LeCoultre con el relojero parisino Edmond Jaeger no tuvo lugar hasta 1937.

El modelo “Reverso” rectangular se convirtió en un diseño legendario con una influencia muy duradera en cuanto a diseño.

El movimiento mecánico más pequeño del mundo fue creado por Jaeger-LeCoultre y se denominó calibre 101.

El talentoso relojero amaba su profesión y ponía un énfasis particular en la calidad de sus movimientos, un elemento característico que se ha mantenido hasta el día de hoy. Hizo grandes progresos en medición precisa y en 1844 inventó el Mollionmeter, primer dispositivo de medición que permitía realizar mediciones de hasta milésimas de milímetro. En 1847, una vez más demostró su espíritu pionero cuando inventó el reloj sin llave. El revolucionario sistema permitió que se pudiera dar cuerda a los relojes sin llave. En su lugar, se usó un botón pulsador para activar una palanca que cambiaba de una función a la otra. Antes de esta invención, se usaba una llave separada para dar cuerda a los relojes. Hoy, sin embargo, la invención de LeCoultre se encuentra en casi todos los relojes mecánicos.

En 1866, Antoine LeCoultre y su hijo Ellie decidieron abrir la primera manufactura en el Valle de Joux y se convirtieron en uno de los principales proveedores de fabricantes de relojes suizos. Se llamaron LeCoultre & Cie. Juntos, siguieron creando calibres muy complejos que fueron incomparables en cuanto a exactitud y fiabilidad.

Independientemente de la dificultad, LeCoultre & Cie desarrolló todo tipo de relojes, desde cronógrafos, alarmas, calendarios y mecanismos de tourbillon.

En 1903 Jaeger, talentoso y ambicioso relojero de Alsacia, conoció al nieto fundador de LeCoultre & Cie, Jacques-David LeCoultre y así comenzó el inicio de su amistad y cooperación que los lleva al éxito internacional como Jaeger-LeCoultre”.

(Fuente: www.chrononext.com)

El reloj objeto de esta catalogación es de oro amarillo de 18 Kl, en el que un experto orfebre ha engarzado una intersección de perlas de distinto tamaño en el bisel anterior y en la tapa posterior, logrando un exquisito diseño, armonía y efecto.

La placa de características es en oro liso y protege la maquinaria a puentes, estilo revolver.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo y la numeración es arábiga en esmalte azul oscuro.

El sistema de remontuar es a cuerda y el cambio horario es por el pulsador, situado a las XI horas.

En la máquina, a puentes, se ha grabado la marca: LeCoultre.

 

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

  

Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

 

Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).