Reloj Joya del maestro MICHELET, estilo lepine cuajado de perlas en ambos perímetros de la caja anterior y posterior; caja en oro amarillo de 18k y bello esmalte azul sobre grabado al agua.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 366 JDBC

 

 

Siglo XVIII, circa 1780.

 

Reloj Joya del maestro MICHELET, afincado en París, Francia.

Con caja estilo lepine en oro amarillo de 18k, cuajado de perlas en ambos perímetros del bisel de la caja tanto el  anterior como el posterior, así como de un suntuoso esmalte azul cobalto sobre grabado Guilloche al agua en su tapa posterior.

La esfera es en oro amarillo de 18 Kl con decoración lineal en su perímetro y grabado guilloche a rombos concéntricos apretados en su centro. Así mismo, se han encastado 12 cartuchos en esmalte blanco sobre cobre convexo para esmaltar las horas con numeración arábiga en color negro. Las agujas son de estilo Breguet, en latón pavonado en azul cobalto. La maquinaria es catalina y el cambio horario y el sistema de cuerda es a llave.

En la pletina, aparece grabado en letra inglesa el nombre del maestro relojero constructor: Michelet a París, quien realizó 17 relojes iguales al catalogado, siendo éste el nº 4 de 17.

 

La galluza es el contrapivote, por lo general profusamente decorado, utilizado en la relojería de bolsillo antigua que se ajusta a tornillo en el punto exacto en el que gira el eje de volante sobre su puente.

Como su nombre indica, es un escape de paletas dentro del grupo de los de retroceso. En España, a este tipo de escape se le denomina escape de rueda catalina.

 

Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)