Reloj Joya de bolsillo para dama en oro amarillo de 18k. Dispone de gran trabajo orfebre repujado y esmaltado. Nº de serie: 16.114.
Catalogación Referencia: MIARB Nº 361 JDBC
- DATACIÓN HISTÓRICA
Siglo XIX, circa año 1876
- PAÍS Francia
- DESCRIPCIÓN
Perteneciente a un relojero francés anónimo, se trata de un reloj de bolsillo para dama, de reducidas dimensiones con exquisito trabajo orfebre repujado de una flor alegórica en oro de 18K y esmaltes color azul, amarillo, rojo y verde sobre el propio oro.
El esmalte es una azucena, que significa, en términos alegóricos, majestad e inocencia y es oriunda de Siria, donde adorna los altares del Dios de Israel y corona la frente de Salomón. Carlomagno quería que la azucena, junto a la rosa, fueran las únicas flores de su jardín. Luis VII la colocó en su escudo, su sello y su moneda. San Luis llevaba una sortija que representaba, en esmalte y relieve, una guirnalda de azucenas y margaritas. Sobre el engaste del anillo estaba grabado un crucifijo con estas palabras: ¿Acaso hallaríamos amor fuera de este esmalte? Aquel anillo ofrecía al monarca lo que era más querido: la religión, Francia y su esposa.
El tipo de cuerda es a remontuar por la corona ranurada.
La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo. Numeración arábiga en esmalte negro y las agujas estilo Luis XIV.
- CALIBRE A revólver
- ESCAPE
El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.
El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.
- VOLANTE
- HISTORIA DE LA RELOJERÍA FRANCESA
Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.
La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.
Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.
La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años.
(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)