Reloj joya catalino, estilo lepine, para dama, del maestro relojero BUBERZ AU MANÉ, en oro de 18 Kl a tres colores: amarillo, rosa y blanco, con grabaciones repujadas y 83 diamantes.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 012 JDBC

 

 

 

Siglo XVIII, circa 1780.

 

Reloj de bolsillo realizado por el maestro relojero francés BUBERZ AU MANÉ. Se trata de un modelo para dama, con escape catalino en oro de 18 Kl, a tres colores y cuajado de pequeños diamantes en todo su perímetro anterior, sumando un total de ochenta y tres piedras preciosas.

En cuanto a la manofactura, BUBERZ AU MANÉ, la encontramos grabada profusamente en la pletina. Su principal función es la indicación horaria. El tipo de cuerda es a remontuar a llave por la bocallave de la esfera.

Su esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo. Dispone de bocallave entre la I y las II h para el sistema de remontuar, numeración horaria romana y minutos arábiga, ambas en esmalte negro. Las agujas son estilo Breguet en latón negro.

Catalino o de rueda catalina. Dicha pieza, como su nombre indica, es un escape de paletas dentro del grupo de los de retroceso. En España, a este tipo de escape se le denomina escape de rueda catalina.

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

 La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)