Reloj Goliat, de la marca suiza CYMA, de 1ª calidad. Dotado de sonería de repetición a minutos, estilo saboneta de grandes dimensiones en oro amarillo de 18 kl.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 014 JDBC

Siglo XX, circa 1915.

La marca CYMA SA es una manufactura suiza de relojes de bolsillo en su origen y de pulsera del sector de lujo en la actualidad. Fundada por los hermanos Joseph y Theodore Schwob en 1862. En 1908, CYMA anunciaba con gran orgullo científico la resistencia y precisión de sus relojes automáticos cuando se veían expuestos a la electricidad, al magnetismo y a las temperaturas variables, pues esas exposiciones les afectaban gravemente. La compañía es actualmente (2017) propiedad de “Stelux International”, una empresa con sede en Hong Kong que invierte principalmente en joyería fina y relojes, la cual está auditada por la importante Fédération de l’Industrie Horlogère Suisse Universal Genève.

Los hermanos Schwob bautizaron la compañía con el nombre de CYMA, una palabra latina que significa «brote», y el origen de «cime» en francés, que significa cumbre. En los primeros años, la compañía tenía un personal de 40 personas y 55 máquinas que juntas producían alrededor de 40 relojes por día. Sin embargo, no fue hasta 1892 en que los hermanos se asociaron con Frédéric Henri Sandoz, propietario de la empresa mayorista de relojes “Henri Sandoz et Cie” que el negocio se expandió. Bajo el liderazgo de Sandoz, la compañía se convirtió en “CYMA WATCH COMPANY” y construyó la fábrica de CYMA en La Chaux-de-Fonds, Suiza, en las montañas del Valle del Jura, cerca de Le Locle. Ambas ciudades habían sido el centro de la industria relojera suiza durante el siglo XIX.

La compañía se encuentra actualmente en Le Locle y es administrada por Claude y Françoise Guilgot. El 9 de septiembre de 2010, CYMA SA y E. Watch organizaron un evento en Yverdon para presentar su nueva colección de marcas: Myriad, de gran éxito científico y comercial.

En cuanto al reloj CYMA objeto de esta catalogación, se trata de un reloj Goliat de grandes dimensiones (6 cm de diámetro) en oro amarillo de 18 kl, estilo saboneta a repetición de minutos con el número de serie 63.022, perteneciente a la marca suiza CYMA y siendo catalogado por la misma como modelo de 1ª calidad.

La caja saboneta dispone de una tapa anterior en oro liso y pulido, mientras que su tapa posterior está dotada de un escudo central para grabar las iniciales del propietario y distintas filigranas grabadas a su alrededor, hasta su perímetro.

Dispone de accionador para la sonería en la carrura. El sistema de cuerda y cambio horario es a través de la corona ranurada.

La sonería – comenta Luís Montañés -, es el mecanismo que hace posible el toque automático o accionado a mano de las horas, horas y medias u horas y cuartos, con tren propio, que en el caso de cuartos es independiente, vinculado al de la marcha. Se puede presentar de dos formas: al paso, que es el más corriente (sonería automática y continuada) y a petición (solamente en el momento en que se desea), y va desde el más sencillo sistema: dar un solo toque cada hora, hasta el de “gran sonería”, que da las horas completas al serlo, y también en los cuartos y medias horas.

Reloj con placa de características, para proteger la maquinaria, en cuya superficie aparece profusamente grabado el número de serie: 63.022. La placa indica que es un reloj repetición de minutos con sistema remontuar por la corona y escape de áncora de línea recta, con 32 rubíes y volante compensado, dotado de espiral Breguet, Geneve, con el número de tapa interior 63.022.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración arábiga en esmalte negro y segundero a las VI. Las agujas son en latón dorado estilo Luís XIV y la marca CYMA situada a las 12h, en esmalte negro.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).