Reloj F.E. ROSKOPF, modelo ganador en la Exposición Universal de París en el año 1900. Patente nº 18.632.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 550 JDBC

 

 

Siglo XX, circa 1901.

 

Reloj estilo lepine con caja realizado en níquel y cromo de los maestros relojeros de la marca F.E. ROSKOPF. Es un modelo inusual pues con él ganaron el premio de la Exposición Universal de París en el año 1900.

El maestro relojero F.E. ROSKOPF fue un descendiente de George Fréderic Roskopf, el cual nació el 15 de marzo de 1813 en Suiza. Fue el Henry Ford de la relojería, es decir, puso en el chaleco de todos los que lo deseasen un reloj de bolsillo en una época en que sólo las clases pudientes se lo podían permitir. Concibió la idea, y la llevó a cabo, produciendo relojes que pudiesen ser vendidos por tan solo 20 francos de la época.

Su primer reloj con estas características apareció en 1867 y ya recibió la medalla de bronce de la Expòsición Universal de París. A esta medalla le seguirían otras, como las de París, en 1900, Liege, en 1905 y la de Milán en 1906, entre otras muchas.

Tras fallecer su mujer, su salud cae hasta el extremo que fallece el 14 de abril de 1889, legando su imperio a Willie Freres y aun fiel empleado, Charles Leon Schmid.

Habiéndosele concedido unas 10 patentes, no fue hasta 1888 cuando pudo protegerlas en Suiza, ya que no existía un organismo regulador y su modelo fue muy copiado. Su hijo siguió con sus negocios relojeros en Suiza.

En la esfera de este reloj aparece grabada la marca, F.E. ROSKOPF, y la patente, 18.632, que le fue concedida el 3 de enero de 1899, diez años después de su muerte, a la Roskopf Association. En la tapa posterior, lado exterior, el sello oficial de F.E. ROSKOPF, representado por un tallo que finaliza en tres flores. En el lado interior, “Marque de controle Nº 208.609”, un hombre y un reloj grabados. En la placa de características, “F.E. ROSKOPF”, “Expositions Universelles, Paris 1900, Liege 1905, Milan 1906”. En la maquinaria: “Patent 18.632”, “F.E. ROSKOPF”, “Montre Universalle Exposition 1900, Primée à Paris”.

El tipo de cuerda es a remontuar por la corona, con pulsador lateral en la caja, a las XI horas.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo. Numeración romana en esmalte negro para los indicadores horarios y numeración arábiga en esmalte azul para los minutos. Las agujas son estilo pica fuerte.

 

“Creado en 1798 por el maestro relojero L. Perron de Besançon. Las paletas de rubí son sustituídas  por paletas de acero templado. Este escape fue utilizado con posterioridad por Roskopf, en el año 1867 cuando creó un reloj simplificado de precio módico”.

(Dictionnaire Professionnel Illustré de l’Horlogerie. G.A. Berner)

 

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).