Reloj extraplano de la marca VACHERON A GENÉVE, con caja de estilo lepine en oro amarillo de 18 Kl, esmaltes y diamantes.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 900 JDBC

 

 

Siglo XIX, circa 1830.

 

Reloj de bolsillo con sistema de cambio horario y cuerda a llave VACHERON A GENÉVE, con caja lepine extraplana en oro amarillo en esmalte azul cobalto y diamantes en una exquisita decoración vegetal y floral.

La esfera está fijada a tornillo y es en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración romana en esmalte negro. Las agujas son en latón negro de estilo Breguet. La marca VACHERON A GENÉVE se ha esmaltado en mayúsculas a las XII horas.

La tapa posterior es en esmalte azul cobalto con 20 diamantes y el perímetro se ha decorado con motivos vegetales y florales.

En la placa de características se ha grabado: “VACHERON, GENÉVE, Nº 1815, ECHAPEMENT A CYLINDRE, HUIT TROUS RUBIS”

VACHERON A GENÉVE es una marca comercializada por la manufactura VACHERON & CONSTANTIN SA, de Ginebra, Suiza. (Fuente: Swiss Timepiece Makers 1775-1975; Kathleen H. Pritchard)

“Siendo aún una pequeña empresa familiar, Vacheron pasó a manos del hijo de Jean-Marc, Abraham, quien tuvo que hacer frente a las convulsiones sociales y económicas derivadas de la Revolución Francesa. El verdadero salto cualitativo de la manufactura se produjo unos años más tarde, a partir de 1810, cuando Jaques-Barthélemy Vacheron, nieto del fundador, se hizo cargo de la misma.”

“Fue él, por ejemplo, el responsable de las primeras exportaciones de Vacheron a Francia e Italia. En 1819, y ante la necesidad de expandir la marca más allá del continente europeo, Jaques- Berthélemy decidió asociarse con el hombre de negocios François Constantin. A partir de ese momento, la empresa pasó a denominarse Vacheron & Constantin. La entrada de Constantin permitió dar fue importante, tanto por su capacidad en el mundo de los negocios. Otro momento importante en la historia de Vacheron Constantin se produjo en 1839, con la incorporación de George-Auguste Leschot como ingeniero de producción. Leschot revolucionó las técnicas de producción relojera, desarrollando varias herramientas que la facilitaban significativamente, a la vez que permitían mejorar la precisión y reducir los costes. Gracias a esta evolución, Vacheron Constantin se convirtió en pionera en la fabricación en serie de muchos componentes que, hasta la fecha, tenían que ser elaborados uno a uno. En 1862, Vacheron Constantin se convirtió en miembro de la Asociación para la Búsqueda de materiales no magnéticos. Su trabajo en este campo se materializaría en 1885 con la creación del primer reloj realizado con metales capaces de soportar campos magnéticos, como paladio, bronce u oro.

En 1877 se oficializó “Vacheron & Constantin, Fabricants, Genève” como nombre oficial de la compañía. Tres años más tarde, ésta adaptó la cruz de Malta como símbolo. El diseño está basado en una de las piezas del barrilete. A lo largo de estas tres décadas de finales de siglo, tan activas para Vacheron & Constantin, la manufactura empezó a obtener el reconocimiento general por la calidad de sus piezas. En 1872 ya había ganado sus primeros premios en un concurso de precisión para relojes organizado por el Observatorio Astronómico de Ginebra, y en 1896, recibió una medalla de oro por sus logros técnicos, en la Exposición Nacional Suiza, celebrada también en Ginebra”.

(Fuente: http://www.maquinasdeltiempo.com/vacheron-constantin-2/ )

 

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

 

 

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).