Reloj estilo saboneta con caja gruesa en oro de 18kl a rombos concéntricos apretados y exquisita esfera combinada en plata y relieves en oro de ley.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 082 JDBC

Siglo XIX, circa 1885.

Reloj de bolsillo saboneta en oro de 18kl con grabados concéntricos apretados estilo guilloche. El número de serie aparece grabado en la placa de características: “Ancre Ligne Droite, 15 Rubis, Remontoir, nº33748”.

En la tapa posterior se ha dispuesto un escudo para grabar las iniciales del propietario, siendo profusamente decorado con grabados vegetales y florales a su alrededor para hacer entrega posterior con los rombos concéntricos estilo “guilloche”, produciendo un gran efecto.

Las iniciales del escudo corresponden a “J” y “R”, grabadas por su propietario de orígen.

La esfera es en plata de ley con relieves, repujada y grabada. La numeración es romana, dotada de esmalte lineal color negro en su perímetro. Adicionalmente, en la propia esfera se han incorporado distintos relieves en oro amarillo de 18k, que le dan más elegancia y diseño. Las agujas son estilo pica de látigo en latón negro.

El sistema de cuerda es a remontoir y el cambio horario es por pulsador a las IV h y corona a las III h.

La esfera metálica del reloj de bolsillo, según A. Chapiro, tiene tras sí una larga historia. Equiparon los primeros relojes de los siglos XVI y XVII y eran entonces grabadas simplemente o a veces realzadas con motivos decorativos de esmalte en color. Hacia finales del siglo XVII, las esferas en metal (latón dorado, plata u oro grabadas en talla en hueco (champs levé) fueron sustituidas por esferas de esmaltes, más legibles, mientras que esas mismas esferas prosiguieron su curso en los relojes ingleses durante todo el primer cuarto del siglo XVIII. Desde 1725-1730, las esferas de metal fueron prácticamente abandonadas por las de esmalte blanco que evolucionan hacia una forma especialmente legible y elegante en el curso del último cuarto de siglo. Fue Breguet el que volvió a poner de moda las esferas de metal, hacia 1800. Sus relojes complicados están provistos de esfera maciza de plata o de oro, grabadas en guilloche en “grano de trigo” de una rara elegancia. Las secundarias eran encastadas en la principal, ajustadas con precisión y mantenidas con diminutos tornillos, visibles al dorso.

La aceptación de estas esferas hizo que la misma Casa Breguet hubiese de sustituir las originales, en esmalte, a menudo craqueladas, por éstas más modernas.

La esfera metálica se adoptó por muchos relojes franceses y suizos; pero desde 1825-1840, tanto las de plata como las de oro fueron adelgazando extraordinariamente y a pesar de que tienen el aire de estar “guilloché”, son en realidad estampadas con troqueles suizos.

Durante toda la segunda mitad del siglo XIX, los relojes sabonetas se ofrecían en estuches con esfera de recambio, dando opción al uso de la esmaltada o la metálica.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)