Reloj estilo lepine en oro amarillo de 18 Kl y esmaltes del maestro relojero francés A. BREDILLARD.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 401 JDBC

 

 

Siglo XX, circa 1900.

 

Reloj estilo lepine del maestro relojero francés A. BREDILLARD, producido en París, en oro de 18 Kl de tres colores, amarillo, rojo y blanco; profusamente grabado, repujado y decorado con esmaltes. No tiene tapa y lleva el colgante, la anilla de suspensión y la corona a las XII horas. En cuanto al colgante, es más largo de lo habitual y esto se hacía así para simular que el reloj disponía de sonería, dándole más suntuosidad.

La caja es en oro de 18 Kl tricolor de dos tapas. La anterior provista de cristal biselado; la posterior tiene como motivo central un ramo de flores en tres tipos de oro en relieve, rodeado de esmalte azul claro y grabados con motivos vegetales en oro.

En su tapa interior tiene grabado A. BREDILLARD.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo y numeración arábiga en esmalte negro. Las agujas son estilo Luís XVI en oro de 18 Kl.

Dispone de pulsador lateral para el cambio horario a las XI horas. Sistema de cuerda a remontuar por la corona. En el indicador del cambio de velocidad horaria aparece “advance” y “retard”.

Catalogado en La Enciclopedia  del Reloj de Bolsillo (pág. 453) del Dr. José Daniel Barquero; Editorial Amat.

 

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

 

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)