Reloj estilo lepine del maestro relojero HOLES JEWELLEN, en oro amarillo grabado.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 022 JDBC

 

 

Siglo XIX, circa 1830.

Reloj de bolsillo del maestro relojero HOLES JEWELLEN, del Reino Unido. Reloj con sistema remontuar y cambio horario a llave.

Caja en oro de 18 kl, estilo lepine profusamente grabada en su tapa posterior con motivos vegetales y florales, así como escudo en su centro para grabar las iniciales. En la placa de características, se ha grabado el nombre del maestro relojero, HOLES JEWELLEN, el número de serie: 13.626, “Cylinder escapment”. El número de la tapa interior es 11422 CAD 33626.

Esfera construida en oro de 18kl con motivos vegetales profusamente grabados. Agujas en latón negro, estilo flor de lis y numeración romana en esmalte negro.

La esfera metálica del reloj de bolsillo, según A. Chapiro, tiene tras sí una larga historia. Equiparon los primeros relojes de los siglos XVI y XVII y eran entonces grabadas simplemente o a veces realzadas con motivos decorativos de esmalte en color. Hacia finales del siglo XVII, las esferas en metal (latón dorado, plata u oro grabadas en talla en hueco (champs levé) fueron sustituidas por esferas de esmaltes, más legibles, mientras que esas mismas esferas prosiguieron su curso en los relojes ingleses durante todo el primer cuarto del siglo XVIII. Desde 1725-1730, las esferas de metal fueron prácticamente abandonadas por las de esmalte blanco que evolucionan hacia una forma especialmente legible y elegante en el curso del último cuarto de siglo. Fue Breguet el que volvió a poner de moda las esferas de metal, hacia 1800. Sus relojes complicados están provistos de esfera maciza de plata o de oro, grabadas en guilloche en “grano de trigo” de una rara elegancia. Las secundarias eran encastadas en la principal, ajustadas con precisión y mantenidas con diminutos tornillos, visibles al dorso.

La aceptación de estas esferas hizo que la misma Casa Breguet hubiese de sustituir las originales, en esmalte, a menudo craqueladas, por éstas más modernas.

La esfera metálica se adoptó por muchos relojes franceses y suizos; pero desde 1825-1840, tanto las de plata como las de oro fueron adelgazando extraordinariamente y a pesar de que tienen el aire de estar “guilloché”, son en realidad estampadas con troqueles suizos.

Durante toda la segunda mitad del siglo XIX, los relojes sabonetas se ofrecían en estuches con esfera de recambio, dando opción al uso de la esmaltada o la metálica.

 

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

 

“La relojería ha tenido también otro de sus máximos exponentes, y por muy largo plazo, en Inglaterra. La estabilidad política conseguida por esta nación tras el paréntesis de la república de Cronwell, y su poderío marítimo y económico, ha permitido que sus mejores talentos se dedicasen con tesón y continuidad a esta actividad.

Las semblanzas de Thomas Tompion, George Graham, Harrison, John Arnold, Earnshaw, Ellicott, Dent, requerirían un espacio desproporcionado al volumen de este libro: todos están suficientemente tratados en los libros, siendo cada vez más minuciosos los estudios sobre aspectos parciales de sus obras.

Desde la aplicación del péndulo, que Fromantel inició en Londres a raíz del invento Huygens, el prototipo de reloj inglés permanece casi invariable. El conservadurismo propio de este país consiguió mantener el sistema de caracol tanto en relojería como en la portátil, hasta casi finales del siglo XX. Notables son sus relojes de carillón, numerosos los modelos de “taberna” y señoriales los de caja alta, para los que trabajaron los calificados ebanistas locales.

El tipo de reloj inglés ha sido copiado y perpetuado hasta nuestros días en varios países, habiendo sido las fábricas alemanas las que más lo han explotado desde fines del siglo XIX”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)