Reloj estilo lepine de la marca suiza LONGINES en oro de 18 Kl.

Catalogación Referencia: MIARB Nº: 409 JDBC

Siglo XX, circa 1906.

Reloj estilo lepine en oro liso de 18 Kl. No tiene tapa y lleva el colgante y la corona a las XII horas.

Es un reloj de la marca LONGINES de los primeros tiempos, muy apreciado por los coleccionistas ya que se encuentra entre los dos primeros millones de relojes fabricados por esta firma. En 1969 ya habían fabricado 15 millones de unidades. En el año 1867, el empresario Ernest Francillon compra unos terrenos en la localidad de Les Longines con el objeto de construir su propia fábrica de relojes y denominarla con el mismo nombre de la población donde se encuentra. Hoy en día, esta importante marca suiza, unida a la calidad de sus piezas, forma parte del grupo S.M.H., que produce sus relojes en la ciudad de Saint Ynier. Esta marca ha sabido utilizar rentablemente estrategias de relaciones públicas desde el año 1923, que es cuando las define el experto en relaciones públicas Edward L. Bernays, pionero mundial de esta disciplina, que ha permitido a Longines estar presente prácticamente en todos los países del mundo. Su estrategia estaba centrada en crear noticia uniendo su reloj a importantes acontecimientos, estrategia que sería imitada posteriormente por otras importantes marcas de relojes. Algunos de estos acontecimientos fueron los siguientes: En 1899 Luís Amadeo de Saboya llevaba un cronómetro Longines durante su intento de conquista del Polo Norte. En 1927, el piloto Charles Londbergh aterrizó en Le Jourget después de 33 horas y 30 minutos volando con su avión “Espíritu de San Luís”, siendo dicho tiempo oficialmente cronometrado por Longines. En 1928, el Comandante Byrd llevaba un Longines en su expedición al Polo Sur. En 1952, se une la calidad y precisión Longines a la medición en las pruebas olímpicas atléticas más importantes, acompañando los nuevos récords olímpicos y creando noticia al cronometrarlos. Todo un ejemplo de hacerlo bien y darlo a conocer, unido a la calidad de sus relojes.

El reloj objeto de esta catalogación dispone de caja en oro de 18 Kl, con las iniciales de su propietario, “A” y “G”, profusamente grabadas en la tapa posterior. Dispone también de cristal interior que protege la maquinaria del polvo y la humedad, descubriéndose al levantar la tapa anterior de la caja, en la cual dispone de cristal biselado.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración arábiga. Debajo de la indicación horaria de las XII figura la marca LONGINES en esmalte negro. El segundero está a las VI y las agujas son estilo H.R. Spade, Min. Whip en latón azul cobalto.

La maquinaria es en metal dorado, contrastada con la marca LONGINES. Así mismo, aparece grabado el número de serie, que corresponde al 1.906.291, y en la aguja reguladora, “advance” y “retard”.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).