Reloj estilo lepine de la marca HEBDOMAS, 8 JOURS.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 218 JDBC

 

 

Siglo XX, circa 1925.

 

Reloj estilo lepine de los maestros relojeros de la marca HEBDOMAS. No dispone de tapa y lleva el colgante y la corona a las XII horas. Dispone de 8 días de autonomía de cuerda. Está realizado en plata de ley, metal muy inusual en los relojes HEBDOMAS, ya que gran parte de su producción fue en níquel y cromo.

El bisel anterior es en plata de ley, trabajado con un bonito grabado Guilloche, y por la parte de la tapa posterior dispone de muy bonitos motivos florales grabados y repujados, así como el número de serie 648.421 grabado en su tapa interior. No dispone de pulsador lateral para el cambio horario; para ello, se tira suavemente de la corona.

Esfera excéntrica de esmalte blanco sobre cobre convexo, en la que están engastadas decoraciones vegetales en nácar. Numeración arábiga en esmalte negro  sobre esmalte blanco, de 12 a 12 horas. En el interior de esta misma esfera, aparecen las indicaciones horarias de 0 a 23:00 horas en esmalte marrón. En la parte inferior, a las VI horas, un pequeño hueco, a corazón abierto, deja a la vista el volante y el escape de áncora del reloj a través del cristal, así como la aguja reguladora, que girándola hacia la derecha, en el sentido de las manecillas del reloj (F – fast, o A – advance, adelantar) se acelera, y en sentido contrario, se atrasa su marcha (S – slow, o R – retard, retrasar). El segundero se ha sustituido por un pequeño hueco, que permite ver si aún tiene autonomía de marcha por el movimiento del volante. También permite ver el puente, que sostiene el regulador debajo de la esfera, decorado con unos motivos vegetales muy similares a los que luce la propia esfera. Las agujas son estilo cometa en latón negro.

En la pletina, aparecen seis medallas, sin indicar la fecha en la que se obtuvieron. El sistema de cuerda es por la corona y el cambio horario se realiza tirando suavemente de la corona.

La máquina es en latón. Dispone de un gran barrilete o cubo, compuesto de una caja cilíndrica de dos piezas: la tapa y el fondo, la cual está formada por un eje inmóvil que finaliza  en un recuadro para dar la cuerda enrollando la espiral, que será la que desarrolla la fuerza motriz para que dure ocho días, estando la circunferencia de la caja del cubo compuesta de unos pequeños dientes para poder transmitir la fuerza de rotación contenida en los móviles vecinos. El diámetro del muelle enrollado por la cuerda no puede sobrepasar 1/3 del diámetro del cubo y de este modo, poder disponer de espacio y evitar rozamientos innecesarios con las paredes.

La espiral es Breguet, mención que se realiza en muchos relojes de bolsillo, ya que esto está unido a calidad y precisión, consistía en una innovación inventada por el maestro relojero Abraham Louis Breguet, consistente en torcer de manera especial la última vuelta de la espiral, de tal forma que queda un codo en distinto plano, permitiendo así la perfección en la exactitud de la hora.

Este reloj ha sido catalogado en La Enciclopedia del Reloj de Bolsillo (pág. 509) del Dr. José Daniel Barquero; Editorial Amat.

El nombre HEBDOMAS (semana), que aparece en esmalte negro en la base de la esfera, junto a “8 Jours”, nos define la duración de la cuerda, es decir,  de siete a ocho días de autonomía. Recientemente han lanzado un “revival” conmemorando ese gran reloj creado en el siglo XVII. Este reloj se creó con la idea de dotarlo de ocho días de cuerda y fue en el año 1692, de la mano de los maestros relojeros pioneros en este tipo de maquinarias: Nicolas Gribelin y Abbe Joan, de Hautefeville, quienes consiguieron la patente real en el año 1693. Posteriormente, en 1844, el maestro relojero Boyer, consigue la patente suiza para una autonomía de 32 días y en 1844 y 1846 respectivamente, el maestro francés Gontard consigue la patente para un reloj con autonomía para 50 días.

Los relojes ocho días cuerda en el Reino Unido son una rareza. La única patente que se conoce fue la de Robert Westwood, co el Nº 5850, otorgada el 23 de septiembre de 1829. En Estados Unidos, el pionero fue el maestro relojero Robert Aaron L. Dennison, ya que en 1850, con la colaboración de O.B. Marsh, de la Howard’s Factory, produjeron relojes ocho días cuerda. Posteriormente en Estados Unidos, en el año 1852, los maestros relojeros Dennison y Stratton mejoraron esos relojes y produjeron relojes autónomos de 30 horas. Con posterioridad constituirían la Waltham.

A pesar de la fabricación mundial de relojes de larga autonomía, serían los suizos quienes adquirirían más reputación con este tipo de máquinas. Uno de los mejores ejemplos de reloj de prestigio mundial de 8 días cuerda fue Hebdomas, quienes se inspiran  en los diseños patentados en 1889 por el maestro relojero Irenef Avbry, de Saignelegier, en el Cantón de Jura, región suiza. Finalmente, el maestro Arthur Graizley fue el predecesor y diseñador  de la producción de la marca Hebdomas, quienes empezaron con relojes de 15 días y luego pasaron a la producción de 8 días. Posteriormente, en 1900, A. Graizley se asocia con Otto Schild y crean Graizley & Cia. En 1906 se separaron por Schild & Com, quienes continuaron la producción en su fábrica de la Chaux-des-Fonds. Hoy en día, este tipo de relojes se sigue produciendo con las mismas características en cuanto a caja, esfera y maquinaria.

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

 

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).