Reloj encendedor de la marca Hudson Co.

Catalogación Referencia: MIARB Nº: 707 JDBC

Siglo XX, circa 1950

Reloj de bolsillo encendedor de la marca Hudson watch, Co, en níquel y cromo liso, combinado en mate y brillo.

La primera patente que se solicitó sobre el diseño de un reloj aplicado a un encendedor fue el 17 de julio del año 1919. No obstante, se necesitó argumentar toda una serie de requerimientos, el 20 de septiembre del año 1919, para ser aceptada definitivamente el 3 de junio del año 1920, con el número: 143.752. Con posterioridad, Willey Green-wood y Frederic C. Wise solicitaron la patente de incluir en un encendedor un reloj como instrumento científico de trabajo, la cual se les concedió con el nº286.838, pero en el año 1927 se les fue retirada pues el concepto era muy similar a la de sus predecesores  de los años 1920.

La esfera tiene grabado debajo de las XII: “Hudson 17 jewels”; entre las XII y las VI, tres estrellas rojas de 5 puntos y “antimagnetic” y debajo de las VI “Swiss made.”

La cuerda es remontuar por al corona.

La numeración es una combinación de indicadores  a palos en esmalte negro y latón. Las agujas son estilo  Fils, en latón plateado.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

Los primeros relojes que funcionaron en los Estados Unidos tuvieron sus antecedentes en el Reino Unido. A su vez, relojeros emigrantes de origen inglés comenzaron a producir sus relojes al otro lado del Atlántico, aportando nuevas creaciones y patentes.

Más tarde, también los relojeros emigrantes de Alemania y Centroeuropa asentados allí se introdujeron en el sector de la relojería, creando e importando piezas de Europa. Pero en los nuevos estados era difícil que pudiera perpetuarse cualquier tipo de taller de dimensión personal o familiar. El país de los EEUU vivió con intensidad dinámica el mismo proceso que en la vieja Europa había consumido siglos: si el reloj, en 1780, era necesario, no lo sería solo ya para la clase dominante o pudiente, sino para una capa social de mayor espectro, por lo que en seguida se planteó la necesidad de organizar de alguna forma la producción industrial en serie. Para esto, contaban con la capacidad de iniciativa, el ingenio, la organización industrial, etc., capaz de atender a una expectativa de gran consumo sin parangón en el mundo.

La historia de los primeros fabricantes norteamericanos de relojes, ahora puesta de manifiesto, es apasionante como ninguna otra. Eli Terry empezó copiando los relojes de la Selva Negra, en madera, y de Edward Howard, y sus muchos seguidores.

Ellos fueron los primeros en producir los relojes en serie. Baste decir que los suizos acudieron allí para aprender y aplicar su tecnología de la producción en serie, a fin de adaptarse a los nuevos tiempos.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)