Reloj en plata de ley estilo lepine con esmalte de la marca Tavannes.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 977 JDBC.

 

 

Siglo XX, circa 1905

 

Reloj de bolsillo De la marca Tavannes extraplano en plata de ley estilo lepine con esmalte circular en azul marino en ambas tapas.

La caja dispone de la anilla, el colgante y corona ranurada a las XII. El sistema de cuerda y cambio horario es por la corona. Las iniciales de la tapa posterior, corresponden a “P” y “L” profusamente grabadas.

La esfera es en plata de ley con numeración arábiga en esmalte negro. La marca Tavannes, también en esmalte negro, está situada entre las XI y las XII. Las agujas son en azul cobalto estilo pica de látigo. El segundero está a las VI y se ha esmaltado: “Swiss made”.

El número de la tapa interior corresponde al 618.108.

 

Con respecto a la firma TAVANNES, fue un grupo empresarial relojero muy importante. El nombre en sí lleva a confusión pues es el nombre de la ciudad Tavannes, que también aparecía en los nombres de otras Compañías. Tavannes fue fundada en el año 1891 por Fréderic Henri Sandoz-Sandoz, quien nació en 1851 en la población suiza de Le Locle, donde también había fundado HENRI SANDOZ & CIE en 1871. En 1890 recibió la patente suiza número 2.356 para un nuevo cronógrafo.

Henri Sandoz dejó su Compañía en 1891 para marcharse a Tavannes y fundar la TAVANNES WATCH CO. Al año siguiente, en 1892, llegó a un acuerdo con SCHWOB FRERES de La Chaux de Fonds. Registraron los nombres Advance y Admiral, convirtiéndose en nuevas marcas de TAVANNES, así como Lena, Obi, Azow, Kama, Duina, La Tavannes y T.W.Cº para relojes, mecanismos de relojería y estuches.

Hacia el año 1910 TAVANNES era una de las fábricas más importantes de Suiza. Ese mismo año ganó el Gran Premio de la Exposición de Bruselas. En 1913, TAVANNES tenía 1.000 empleados y su producción ascendía a 2.500 relojes al día. Dada su alta producción, la población de Tavannes cuadriplicó su población. En 1914, la Compañía ganó el prestigioso premio de la Exposición Nacional de Suiza celebrada en Berna, y en 1929 recibió el Primer Premio de la Exposición Universal celebrada en Barcelona. En aquel año, su producción diaria ya llegaba a las 4.000 piezas.

(Swiss Timepiece Makers, 1775-1975; Kathleen H. Pritchard)

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

  

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

 

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII. En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).