Reloj de la marca Vulcain con caja lepine sobredorada.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 815 JDBC

Siglo  XX circa 1900

Reloj de bolsillo sobredorado de la marca VULCAIN  con caja lepine sobredorada con decoración lisa en la tapa posterior, pero la carrura ampliamente repujada con motivos vegetales.

La esfera es en metal plano de color ocre con numeración arábiga en esmalte negro. La misma dispone de segundero a las VI y agujas en latón negro estilo cometa.

La marca VULCAIN y las características de CHRONOMETRE han sido esmaltadas a las XII.

En la placa de características se procedido a grabar los mismos: “ANCRE LEVEES VISIBES DOUBLE PLATEAU”, “BAVANCIER COMPONSE” “15 RUBIS”, “SPIRAL BREGUET”. El sistema es de cuerda y cambio horario por la corona.

“La historia de Vulcain se remonta a un siglo y medio de pasión con la relojería, así como 150 años de creación, innovación y experiencia adquiridos con paciencia y dedicados ahora a la defensa de los exigentes valores de la Haute Horlogerie. Fundado en 1858, el taller de los hermanos Ditisheim, cuna de la marca Vulcain, se hizo rápidamente con una reputación envidiable con sus relojes de complicación, que recibieron premios en varias exposiciones universales. Casi un siglo después, Vulcain lanzo el primer mecanismo de alarma mecánico, que pronto se hizo famoso en todo el mundo.

La manufactura de relojes Vulcain fue fundada en 1858; la central de la empresa se encuentra hoy en Le Locle (Suiza). En 1947, Vulcain invento el primer reloj de pulsera equipado con una auténtica función de alarma. Vulcain gano su título de nobleza a mediados del siglo XX. En 1947, la “Fabrique de Montres Vulcain” presento el primer reloj de pulsera con una auténtica alarma. La idea de incorporar una alarma en el reloj no era del todo nueva. Sin embargo, ningún relojero había tenido éxito en crear un mecanismo de tamaño estándar capaz de reproducir un sonido lo suficientemente fuerte como para despertar a su propietario. Con este reto, Robert Ditisheim apelo al talento de los mejores relojeros e ingenieros. Tras cinco años de investigación y desarrollos, presento el famoso calibre Cricket de cuerda, equipado con dos barriletes, uno para el mecanismo y otro para la alarma que emite un sonido estridente que recuerda al agudo chirrido de un grillo (de ahí su nombre).

Esta innovación hizo que la marca se forjara un nombre entre los presidentes estadounidenses, comenzando con Harry S. Truman. Desde entonces, cada presidente estadounidense y otras figuras ilustres a nivel mundial han tenido un reloj Vulcain: una tradición que se ha perpetuado hasta el actual presidente de Estados Unidos.”

Fuente: https://referenciarelojera.com/historia-de-vulcain/

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(Texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).