Reloj de Ferroviario Regulador de estilo Goliat.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 1.243 JDBC.

DATACIÓN HISTÓRICA:      Siglo XIX, circa 1.895

Algunas noticias relevantes en 1895 coetáneamente a la fabricación de este reloj incluyen: El descubrimiento de los rayos X por Wilhelm Conrad Roentgen en noviembre de 1895, un hito importante en la historia de la medicina y la ciencia. El final de la Primera Guerra Greco-Turca en mayo de 1895, que resultó en la independencia de Grecia. La creación del cinematógrafo por los hermanos Lumière en Francia en 1895, marcando el comienzo del cine moderno. El descubrimiento del radio por Henri Becquerel en marzo de 1895, un avance significativo en la comprensión de la radiactividad. El establecimiento del primer gobierno provisional en Corea en 1895, marcando el comienzo de importantes cambios políticos en la península. El nacimiento de importantes figuras históricas como Rudolf Diesel, inventor del motor diésel, y George H. Cadbury, empresario y filántropo británico.

Reloj de ferroviario regulador, estos relojes de ferroviarios tenían una importancia crucial en el trabajo seguro y puntual de los ferrocarriles en el siglo XIX y principios del XX. Estos relojes, conocidos como relojes de bolsillo de ferroviario, estaban especialmente diseñados para ser extremadamente precisos y piezas en las que confiar. La puntualidad en los horarios de trenes era esencial para evitar colisiones y garantizar la seguridad de los pasajeros y la carga. Los relojes ferroviarios estaban sincronizados con un tiempo estándar, generalmente el tiempo del observatorio local, y todos los horarios de trenes se basaban en este tiempo. Los relojeros de ferrocarriles se encargaban de mantener estos relojes con una precisión excepcional y de calibrarlos regularmente a la vez que recomendaban modelos y marcas dentro de los autorizados. Además, los relojes de ferroviarios solían tener características como segundero de estilo «barrido» para una fácil lectura de los segundos, cajas protectoras resistentes para evitar daños y cristales de vidrio grueso para mayor durabilidad. En resumen, los relojes de ferroviarios eran esenciales para garantizar la seguridad y la eficiencia en el desempeño de los ferrocarriles y su precisión era fundamental para mantener los horarios y evitar trágicos accidentes.

Este reloj regulador ferroviario es de gran tamaño haciéndolo más inusual si cabe, sus medidas son 66,50mm excluyendo su corona, con corona 86mm, su grosor es de 20,50mm. y su peso es de 253 gramos.

Ambos biseles anterior y posterior son en latón dorado con elegantes motivos vegetales que contrastan con una carrura y tapa posterior en hierro ferroso. El reloj es de estilo lepine con pulsador para el cambio horario a las XIII horas y la colgante anilla de suspensión y corona ranurada a las XII.

Su esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo y con segundero a las VI. La numeración horaria es romana en esmalte oro sobre cartucho en esmalte naranja sobre grabado Guilloche y rematado en esmalte oro en su perímetro circular. La numeración para las 24 horas se ha dispuesto en numeración arábiga en esmalte de color rojo produciendo un bonito y colorido contraste en las esferas.

El motivo central de este reloj es el de una locomotora a vapor sobre las vías la cual ha sido esmaltada en negro. Sus agujas son en latón dorado estilo Luis XVI

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(Texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).