Reloj de dama lepine, con esmaltes varios.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 534 JDBC

 

 

Circa 1880, siglo XIX

 

Reloj de dama estilo lepine con esmaltes varios en la esfera.

Caja en níquel cromo liso.

El colgante y la anilla de suspensión y la corona a las XII.

La tapa anterior soporta el cristal biselado. La tapa posterior protege  a la maquinaria de polvo y humedad.

Dispone de pulsador lateral para el cambio de horario en la carrura a la I.

Esfera en esmalte blanco sobre cobre convexo, además en su perímetro un aro en esmalte negro y motivos vegetales  en esmalte oro sobre este, que remata la esfera del reloj. Numeración romana en esmalte azul cobalto.

Agujas Luis XVI en oro.

Máquina en latón plateado.

El indicador marca  “R” y “A”. El sistema Remontuar por la corona.

 

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)