Reloj de bolsillo saboneta del maestro GODON de París, Francia en oro de 18Kl.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 415 JDBC

Siglo XIX, circa 1850.

Reloj saboneta en oro amarillo de 18 Kilates con el colgante a las III, del maestro relojero GODON, importante maestro relojero francés con sede social en la Rue des Arcis, París.

Ambas tapas con grabado Guilloche de rombos concéntricos apretados alrededor del escudo.

La caja es en oro de 18Kl de tres tapas, anterior y posterior grabado guilloche con escudo central para poner las iniciales del propietario. En la tapa interior tiene grabado Echappement a ancre, 15 perres, aiguilles nº92471 Godon y dispone de dos bocallaves para sistema de cuerda y cambio horario.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo, numeración romana rodeada de la arábiga en esmalte negro que nos indica los minutos. Las agujas son Luis XIV en latón dorado.

La máquina es en metal y dispone de 15 rubíes anti rozamiento.

François-Louis Godon fue recibido como maître en París en febrero de 1787, después de haber comenzado a trabajar en la relojería varios años antes. Como socio de Furet ya en 1785, se sabe que Godon tuvo estrechos vínculos con los reyes Carlos III y Carlos IV de España. En marzo de 1786, llamado «Relojero de Cámara», se convirtió en el proveedor parisino habitual de porcelanas, relojes y muebles de bronce para la corte española. Hoy, muchos de sus relojes están en el Museo de Artes Decorativas de Madrid; varios también están en las colecciones reales españolas. Fuente: https://www.lapendulerie.com/.

Este tipo de escape de áncora es más económico de producir pero sufre un gran desgaste al suprimirse el tren de engranaje y la rueda de centro.

En consecuencia, si bien pueden ser menos duraderos, se consiguió poner en el chaleco de cada ciudadano del mundo un reloj de bolsillo, dejando de ser un lujo y pasando a ser un reloj asequible al abaratarlo tanto en su producción. No es que exista un escape Roskopf, si no que se denomina así a los escapes de relojes con maquinarias dotadas de los elementos mencionados para hacerlos económicos.

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine, Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)