Reloj de bolsillo muy inusual y codiciado para el coleccionismo, realizado con el motivo de la Guerra en 1911 entre el Reino de Italia y el Imperio Otomano, de la marca Maritime, que homenajeaba a Tripolitania, el país de las tres ciudades Tripolitania, Fezan y Cirenaica, en la actualidad Libia Occidental.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 1.165 JDBC

  1. DATACIÓN HISTÓRICA

Siglo XX, circa 1911

Reloj de bolsillo, con caja lepine, en níquel y cromo sobredorado, dotado en la carrura de pulsador a las 11hs para el cambio horario. En la indicación horaria de las doce se ha situado la anilla de suspensión, el colgante y la corona ranurada redonda. En el bisel y tapa posterior se ha repujado con elegante estilo modernista unos motivos vegetales y florales que producen un suntuoso efecto.

La marca Maritime ha grabado en la placa de características que se trata de un reloj con escape de ancora, ganador de diez medallas y dotado de 18 rubíes.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración arábiga en esmalte negro y en la parte superior y encima de cada número ha sido dotado de punto luminiscente en radio que permitía ver la hora por la noche.

Las agujas son grandes y recias en latón dorado estilo de Pica de Látigo rematando la minutera  en su base con elegante decoración. En el centro la esfera dispone del estandarte y corona así como la bandera de Tripolitana en esmalte a profusión de colores.

Es una pieza inusual y codiciada por coleccionistas, producida en el inicio de la Guerra en 1911, entre el Imperio Otomano y el Reino de Italia, como símbolo de orgullo y pertenencia a Tripolitana.

La guerra conocida en Italia como Turco Italiana o Guerra de Libia y en Turquía como: “Trablusgarp savasi” (guerra tripolitania), fue un conflicto bélico entre el Reino de Italia y el Imperio Otomano que se alargó desde el 29 de septiembre de l 1941 al 18 de octubre de 1912. Como resultado de este conflicto finaliza el mismo de tal forma que los turcos otomanos se ven obligados a ceder a Italia,  se convirtieron en las provincias de Tripolitania, Fezan y Cerenaica y con posterioridad formaron la actual Libia.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)