Reloj de bolsillo Longines para la relojería “La especial” de Francisco Álvarez en la Habana, Cuba, situada en la calle O´Reilly 15- ½.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 1.167 JDBC.

DATACIÓN HISTÓRICA

Siglo XX, circa 1920

Reloj de bolsillo inusual, de interés para el coleccionismo pues se trata de un reloj suizo para el mercado cubano. El propietario de la relojería de la habana fue Don Francisco Álvarez y su y su relojería con marcas relojeras de importación fue “La especial”.

Coetáneamente hubo otros relojeros que también comercializaban relojes de alta gama, importando piezas para Cuba desde Europa y EE.UU, como: “Cuervo y sobrinos únicos importadores”, “Rio Hermanos, únicos importadores”, “J. Serra” y “Hermano”, “J. Borbolla, Compostela, Habana”.

Reloj de bolsillo de la marca Longines, sobredorado de estilo lepine, con garantía de veinticinco años. En sus tapas se ha grabado: “Trade mark 1.396.949, Pranted crescent 25 years”.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración arábiga en esmalte azul. Las agujas son en latón negro de estilo pica de látigo. Dispone de segundero a las VI y en la indicación horaria de las 12 se ha dispuesto la marca del reloj: “Longines”, la de la relojería “La especial” y la del propietario de la relojería: “Francisco Álvarez”.

En el perímetro de la esfera se han esmaltado en relieve y en color oro sesenta puntos correspondientes a los sesenta segundos.

La caja lepine dispone de corona ranurada, anilla de suspensión y colgante a las doce.

El reloj dispone, además, de placa de características para proteger la maquinaria.

En la maquinaria se ha grabado la marca Longines que corresponde al constructor y en el puente del volante el logo de la marca, así como “Advance” y “Retard”.

Los orígenes de la firma LONGINES se remontan a 1832, cuando Auguste Agassiz funda una agencia relojera en Saint-Imier, Suiza. Fabrican y comercializan relojes de bolsillo dotados de escapes de rueda de encuentro. Su sobrino, Ernest Francillon desarrolló la compañía, dándole su nombre actual y dotándola de su logotipo, un reloj de arena alado. En 1867, inauguran la fábrica de LONGINES, situada en Saint-Imier, en el lugar de Les Longines (“prados alargados”). En ese mismo año producen su primer movimiento, el 20A. Al año siguiente fue el primer fabricante que lanzó un mecanismo cuya carga se realizaba a través de la corona del propio reloj, sin necesidad de una llave.

En 1896 LONGINES fue la encargada de la medición de tiempos en la primera Olimpíada moderna. 14 Olímpiadas han tenido a esta firma como el cronometrador oficial, así como más de 30 Tours de Francia, campeonatos deportivos de gimnasia, esquí, competición ecuestre o Fórmula 1, en la que patrocinó durante varios años la Scuderia Ferrari. También es famosa por sus relojes de aviador y para tal fin, el capitán Philip van Horn Weems diseñó un modelo, el Angle Hour Watch, con una esfera central móvil que se podía sincronizar con alguna señal de radio como ayuda para la navegación.

Famosos poseedores de un LONGINES han sido Albert Einstein, quien tuvo un reloj de bolsillo y otro de pulsera; Humphrey Bogart o Audrey Hepburn, entre otros.

En el año 2001 LONGINES produjo su reloj 30 millones, y en 2007 celebró el 175 aniversario de la firma.

(Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Longines y https://www.longines.es/marca/historia)

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria).