Reloj de bolsillo inusual en plata de ley que homenajea a Napoleón II, hijo de Napoleón I.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 1.201 JDBC

DATACIÓN HISTÓRICA: Siglo XIX, circa 1.880

Reloj de bolsillo en plata de ley repujado. En su tapa posterior se homenajea a Napoleón II, hijo de Napoleón I y de la Emperatriz Mª Luisa de Austria. Al nacer en 1811 se le otorgó el título de Rey de Roma. Murió en 1832 a los 21 años sin llegar a reinar.

En el grabado se puede apreciar sutilmente de fondo un “aguilucho”, sobrenombre que se le otorgó póstumamente a Napoleón II, al ser solo una sombra de lo poderoso que fue su padre, quien era denominado “Águila imperial”.

Reloj de estilo Lepine en plata de ley con el colgante grabado, la anilla de suspensión, la corona ranurada para el sistema de cuerda y el pulsador para el cambio horario a las 11 horas.

Su carrura y su tapa posterior son ranuradas. Su esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración arábiga en esmalte negro. El segundero a las VI, con agujas Pica de látigo en latón dorado.

La placa de características es en plata de ley lisa y en su interior se ha grabado: “Argentan, de Pose”.

La maquinaria es a puentes. En el volante se ha grabado: “Advance, Retard”.

El escape de cilindro fue inventado por el maestro relojero Graham, en el año 1720. Supuso una mejora substancial con respecto al escape de rueda catalina, y en su última época el de cilindro es coetáneo con el de áncora.

El cilindro tiene forma de diminuto tubito de acero bruñido y provisto de una hendidura o muesca en la que penetran los dientes de la rueda, estando los dos extremos del cilindro cerrados por dos taponcitos de acero.

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria).