Reloj de bolsillo de la reputada Joyería J. Roca de Barcelona.

 

Catalogación Referencia: FAMILIA FARGAS GALLÉS.

 

 

Siglo XX, circa 1910.

 

Reloj de bolsillo lepine en plata de ley de la reputada joyería barcelonesa J. ROCA, con motivos vegetales y florales grabados y repujados sobre su tapa posterior.

El bisel anterior que soporta el cristal original de la época ha sido decorado con motivos vegetales entrelazados.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración arábiga en esmalte negro y segundero a las VI. Las agujas son en latón negro estilo pica de látigo.

 

En 1888, Jacinto Roca Fuster, con 25 años, fundó la relojería La Marina, situada en el carrer Ample. Con una obstinación excepcional, convirtió la pequeña relojería en un negocio creciente.

En 1909 cambió de local y se trasladó a las dos plantas inferiores del edificio premodernista del número 36 de la Rambla del centro, en frente del Liceo. En 1915 amplió el negocio incorporando creaciones en alta joyería. Rogelio Roca Plans, su hijo mayor, tuvo una gran visión de futuro y trasladó la tienda a la esquina de Las Ramblas con el Pasaje Bacardi. El nuevo rótulo incorporaba ya la palabra “joyería”.

Durante los años 30 Barcelona respiraba aires internacionales. Paseo de Gracia se convirtió en una de las avenidas más elegantes y prestigiosas de la ciudad. Rogelio Roca Plans, siempre muy interesado en temas de diseño y vanguardia, decidió trasladar la tienda a la esquina de Paseo de Gracia con la Gran Vía. Era amigo del prestigioso arquitecto Josep Mª Sert  y le pidió que se hiciese cargo de la obra. Su bellísima fachada causó gran expectación y controversia en la sociedad dl momento.

Terminada la guerra, la tienda vivió un sorprendente auge, con grandes diseños y piedras de excepcional calidad. En 1959 con 19 años, Rogelio Roca Salamanca, nieto del fundador, entró a trabajar en la joyería. Fue el primer gemólogo español por Universidad de Barcelona y fundador de la Asociación Española de Gemología.

En los años 70, el mercado cambió igual que los hábitos de consumo. La empresa incorporó al sector joven entre sus clientes con J. Roca Boutique. En 1974 se abre la nueva tienda en la Av. Diagonal 588, decorada por Joan Sellez y con las dependientas vestidas de Pertegaz.

(Fuente: http://www.jroca.com/blog/historia-j-roca/)

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

  

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).