Reloj de bolsillo de 24 horas que homenaje al patrón de los cazadores matemáticos y ópticos, San Huberto.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 1.189 JDBC

DATACIÓN HISTÓRICA: Siglo XIX, circa 1.890

Reloj de bolsillo con caja en níquel y cromo de estilo lepine, con el pulsador para el cambio horario entre las 22 y las 24 . En la indicación horaria de las 24 dispone de colgante y corona ranurada para para el sistema de remontuar a cuerda y anilla de suspensión. En la tapa posterior se ha repujado una escena de San Huberto, representado con dos perros en un bosque mirando atentamente a un ciervo, armado con arco, flechas y espada. En la base se ha grabado “San Huberto”. En el interior de la tapa “H702D”. En la palca de características se ha grabado:” Ancre” y “15 Rubís”.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con inusual esfera de 24 horas de numeración arábiga en esmalte negro y rojo y con segundero a las VI.

Las agujas son estilo Luis XVI en latón dorado.

La maquinaria es a tres cuartos con escape de ancora con paletas de rubís antifricción.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria).