Reloj de bolsillo cronómetro dotado de patente nº 31.798 en inusual caja lepine en nácar.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº : 662 JDBC.

 

 

Siglo XX, circa 1900.

 

Reloj de bolsillo cronómetro de hasta 30 minutos, dotado de patente número 31.789, en inusual caja lepine de 5cm de diámetro realizada en nácar, así como la tapa posterior y el bisel anterior, produciendo una elegante composición poco vista, siendo la tapa posterior a rosca. El colgante, la anilla de suspensión y la corona ranurada con pulsador están a las XII. El sistema de cuerda y el de cambio horario son a través de la corona.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con segundero a las VI y subesfera para el cronómetro de 30 minutos a las XII horas. La numeración es arábiga en esmalte negro. Las agujas y el pelo central son de latón azul cobalto.

La maquinaria es a puentes, en metal dorado, y se ha grabado el número de patente 31.798.

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)