Reloj con caja Lepine con maquinaria extraíble de la marca Longines.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 407 JDBC

Siglo XX, circa 1925.

Reloj con caja en oro de 18 kl. de caballero, no tiene tapa anterior y lleva el colgante y la corona  las XII. Es un reloj Longines de los primeros tiempos, muy apreciado por los coleccionistas ya que se encuentra dentro de los 4.250.000 primeros relojes fabricados por Longines.

La caja es extraíble independiente de la caja,  de oro de 18 kilates, muy plana, con lateral del reloj repujado en forma de trenza, dispone de clavija lateral para encajar la caja a presión y que quede más segura.

La caja está contrastada con la numeración 4373427 al igual que en la máquina.

La esfera es de plata con numeración arábiga en esmalte negro y segundero a las VI. La marca Longines aparece en esmalte negro debajo de la indicación horaria de las XII.

Las agujas son de tipo Breguet Moon en latón azul cobalto.

La máquina dispone de varios rubíes rojo vivo, anti rozamiento de los cuales cuatro están a la vista la máquina está contrastada con la marca Longines y con la numeración 4373427 que nos permite identificar sin problema el año de fabricación del mismo.

El regular nos indica en inglés y francés advance, retard; fast y slow y nos permite adelantar o atrasar la marcha del mismo.

Sistema de cuerda por la corona así como sistema del cambio horario.

“El origen de la marca Longines se encuentra en el año 1832, con la agencia relojera de Saint-Imier, fundada por Auguste Agassiz, en Suiza, la cual fabricaba y comercializaba relojes de bolsillo.

A partir del año 1846, gracias a los contactos familiares en Estados Unidos, la empresa despliega una brillante carrera internacional marcada por una fuerte devoción a la elegancia, el rendimiento y a la tradición.

En su trayectoria, Longines adquirió una larga experiencia en calidad de cronometrador y participo en campeonatos mundiales, además, de convertirse en socia de federaciones internacionales.

La firma suiza estuvo presente en la Fiesta Federal de Gimnasia de Basilea (1912), cronometró los récords batidos por aventureros, entre ellos, el del explorador John P. V. Heinmuller. En el año 1910, Longines es nombrado proveedor oficial de la Federación Aeronáutica Internacional.

En el año 1983, la firma Longines, conocida ya entre el público y el sector relojero, se incorpora al grupo Swatch Group S.A., primer fabricante mundial de productos relojeros. Actualmente, Longines está presente en más de 150 países, entre los que se encuentra España.

Desde la fundación de la firma Longines, la elegancia ha sido uno de los pilares fundamentes de las marca, como lo demuestra a través de sus diseños.”

Fuente: http://www.marjoya.com/blog/category/relojes-longines/

Este tipo de escape de áncora es más económico de producir pero sufre un gran desgaste al suprimirse el tren de engranaje y la rueda de centro.

En consecuencia, si bien pueden ser menos duraderos, se consiguió poner en el chaleco de cada ciudadano del mundo un reloj de bolsillo, dejando de ser un lujo y pasando a ser un reloj asequible al abaratarlo tanto en su producción. No es que exista un escape Roskopf, si no que se denomina así a los escapes de relojes con maquinarias dotadas de los elementos mencionados para hacerlos económicos.

Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de JostBurgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(Texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera.No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de JostBurgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(Texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).