Reloj alegórico estilo lepine de la marca TERMA 8 days, de inusual tamaño.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 211 JDBC.

Siglo XIX, circa 1890

Reloj de bolsillo de la marca TERMA 8 DAYS, con inusual sistema de cuerda para  ocho días. Con caja lepine en níquel y crono,  para dama y de reducidas dimensiones.

Firmado debajo de las indicaciones horarias de las XII, por TERMA 8 Days, swiss made. El nombre de la marca indica además  la duración  de la cuerda, es decir 8 días de autonomía propia.

Recientemente han lanzado un “revival” conmemorando ese gran reloj creado en el siglo XVII. Este reloj se creó con la idea de dotarlo de ocho días de cuerda y fue en el año 1692, de la mano de los maestros relojeros pioneros en este tipo de maquinarias: Nicolas Gribelin y Abbe Joan, de Hautefeville, quienes consiguieron la patente real en el año 1693. Posteriormente, en 1844, el maestro relojero Boyer, consigue la patente suiza para una autonomía de 32 días y en 1844 y 1846 respectivamente, el maestro francés Gontard consigue la patente para un reloj con autonomía para 50 días.

Los relojes ocho días cuerda en el Reino Unido son una rareza. La única patente que se conoce fue la de Robert Westwood, co el Nº 5850, otorgada el 23 de septiembre de 1829. En Estados Unidos, el pionero fue el maestro relojero Robert Aaron L. Dennison, ya que en 1850, con la colaboración de O.B. Marsh, de la Howard’s Factory, produjeron relojes ocho días cuerda. Posteriormente en Estados Unidos, en el año 1852, los maestros relojeros Dennison y Stratton mejoraron esos relojes y produjeron relojes autónomos de 30 horas. Con posterioridad constituirían la Waltham.

A pesar de la fabricación mundial de relojes de larga autonomía, serían los suizos quienes adquirirIan más reputación con este tipo de máquinas. Uno de los mejores ejemplos de reloj de prestigio mundial de 8 días cuerda fue Hebdomas, quienes se inspiran  en los diseños patentados en 1889 por el maestro relojero Irenef Avbry, de Saignelegier, en el Cantón de Jura, región suiza. Finalmente, el maestro Arthur Graizley fue el predecesor y diseñador  de la producción de la marca Hebdomas, quienes empezaron con relojes de 15 días y luego pasaron a la producción de 8 días. Posteriormente, en 1900, A. Graizley se asocia con Otto Schild y crean Graizley & Cia. En 1906 se separaron por Schild & Com, quienes continuaron la producción en su fábrica de la Chaux-des-Fonds. Hoy en día, este tipo de relojes se sigue produciendo con las mismas características en cuanto a caja, esfera y maquinaria.

La caja de este reloj es redonda y lisa sin ninguna marca inscrita en la misma, es de aleación de níquel y cromo. Dispone de pulsador lateral a las XI para el cambio horario y corona a las XII para el sistema de cuerda.

La esfera es excéntrica de esmalte rosa  y  blanco, sobre cobre convexo en la misma se han encastado cuatro zafiros redondos en esmalte. Numeración romana sobre esmalte negro sobre la esfera en esmalte blanco, que está dentro de la propia esfera rosa. La esfera principal deja en la parte inferior un pequeño hueco que deja ver el volante del reloj, así  como la aguja reguladora.

La esfera d este reloj es un homenaje a la misma a través de la flor azucena, que aparece en la esfera. La azucena alegóricamente significa majestad e inocencia al propio tiempo y obtiene los homenajes de la naturaleza.

Agujas HR. Spade Min. Whip en latón negro.

La máquina está firmada por TERMA 8 Days. Aparecen grabados en la placa de características cinco medallas de premios obtenidos en distintos concursos. Maquinaria de cubo compuesta por una caja cilíndrica de dos piezas, la tapa y el fondo,  formada por un eje móvil que finaliza en un recuadro para dar la cuerda.

Este reloj ha sido catalogado en La Enciclopedia  del Reloj de Bolsillo (pág. 467) del Dr. José Daniel Barquero; Editorial Amat.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

  

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

 En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

 Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

 Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

 Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

 Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

 Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

 De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

“Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).