Este reloj astronómico del siglo XIX es la joya de la colección del Congreso de los Diputados

El Congreso de los Diputados es conocido por los estudiosos en relojería, historiadores, coleccionistas y museos de relojes, como una institución. Hay relojes ahí, de los siglos XVII, XIX y XX, que son verdaderas joyas. Piezas únicas y, en muchas ocasiones, inusuales que a lo largo de tres siglos han sido adquiridas unas veces por los propios Presidentes el Consejo de Ministros y del Gobierno, así como su entorno, y en otras con la participación o bajo el mandato de Reyes y Reinas de España.

Destacan piezas imponentes como el reloj astronómico del maestro artesano Alberto Billeter (1815-1895) que fue adquirido en 1858 durante la Presidencia de Gobierno de Juan Bautista Topete y bajo el reinado del Rey Amadeo I de España (1845-1890). O el del maestro relojero alemán afincado en España, Carlos Coppel Dessauer (1859-1928) que llegó a los salones del Congreso en 1920 bajo el mandato de Eduardo Dato y el reinado de Alfonso XIII (1886-1941).

Lo que hace tan particular ese reloj de pared de madera dotado de sonería a horas y medias y situado en la planta baja de la ampliación I, es que posteriormente se descubrió que su creador, Carlos Coppel, era un espía del II Reich.

Enlazando centenares de historias sobre las abundantes y valiosas piezas de relojería que alberga el Congreso, pero también el entorno en que se exhiben (en perfecto estado de conservación) José Daniel Barquero ha elaborado un libro joya de 570 páginas (y cinco kilos de peso) titulado Los relojes del Congreso de los Diputados. Ahí, el profesor, investigador, presidente del Museo de Alta Relojería MIARB y autor del más amplio diccionario especializado jamás editado, analiza al detalle diseños, esferas, cajas, características técnicas, escapes y agujas de estos “testigos mudos de la historia”.

Destacan tanto relojes anónimos como de marcas y maestros relojeros reconocidos

Dice Barquero, un experto ilustrado en la materia y también uno de los más entendidos y mayores coleccionistas, que en el Congreso destacan por un igual muchos relojes anónimos como de marcas y maestros relojeros de la talla de Japy Freres, Isgus, Zenith, Menoud, Pierre Le Roy, Sonora Chime Company o ese ya citado Carlos Coppel Dessauer del II Reich. E incluye hasta un icónico Atmos de Jaeger Le Coultre con que la Banque Nationale Suisse obsequió al Congreso en el año 1979, bajo la presidencia de Adolfo Suárez (1932-2014) y siendo Rey Don Juan Carlos I. Es un impresionante reloj de sobremesa esqueletizado que funciona adquiriendo su fuerza motriz del propio cambio que se establece en las temperaturas de la atmósfera. Para lograr eso, cuenta Barquero, sus maestros relojeros consiguieron introducir dentro de una cápsula totalmente hermética una mezcla de gases que se expanden y contraen al fluctuar la temperatura”.

“Durante nuestra catalogación para este ensayo (nuestra, porque es el fruto de trabajo de todo un equipo) algunos diputados nos explicaron que miraban determinado reloj para ver el tiempo que les quedaba para algo importante. Otros admitían que contaban los minutos con la vista puesta en el Kienzle (reloj con caja de latón dorado de perfil oval insertado en la barandilla de las tribunas superiores del salón de sesiones por el que el duodécimo Gobierno español durante la dictadura de Francisco Franco pagó 20.500 pesetas)”.

Tal como explica la prologuista de Los relojes del Congreso de los Diputados, que no es otra que la presidenta del hemiciclo Meritxell Batet, “el libro del profesor e investigador despliega y detalla una exhaustividad en la descripción y catalogación de los diferentes tipos de relojes que no empaña el valor simbólico incalculable para todos los que tenemos el privilegio de observarlos detenidamente. Son relojes que han medido el tiempo de la historia y son los grandes testigos del devenir de nuestra gran institución democrática, del pasado, del presente y de su futuro”.

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