Cronómetro ferroviario GIRARD BESANÇON dotado de la locomotora francesa “Pacific”en esfera y caja estilo lepine en níquel y cromo.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 694 JDBC

Siglo XX circa 1912.

Reloj de bolsillo cronómetro ferroviario de las manufacturas francesas de Besançon, comuna francesa situada al este del país. La floreciente industria relojera de antaño conserva su importancia en la actualidad (año 2018), pero está en retroceso. De hecho, ha pasado de un 50% de los empleos industriales en 1954 a un 35% en 1962, cediendo el paso a otros sectores como el textil, la construcción o la industria alimentaria.

La caja del reloj es estilo lepine, con caja lisa en níquel y cromo. La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración arábiga barnizada con rodio luminiscente que permite la visión nocturna. El segundero está a las VI y las agujas son esqueleto a radio luminiscente.

La marca, GIRARD BESANÇON, en esmalte negro, está debajo de la indicación horaria de las XII horas. Entre las X y las II se ha esmaltado en negro una locomotora del tipo “Pacific” de orígen francés. Las distintas compañías de la red francesa la estuvieron utilizando muy asiduamente entre los años 1910 a 1920. Se fabricaron más de 1.300 locomotoras inspiradas en las que construía en Estados Unidos la empresa Baldwin en el año 1901.

En la tapa interior del reloj aparece el número de serie 1395, 39 y 138.824.

Sistema de remontuar y cambio horario a corona chata ranurada.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)