Reloj de bolsillo de la marca Enel de estilo Art-deco con inusuales indicadores horarios en esmalte verde.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 1.501 JDBC.

DATACIÓN HISTÓRICA DE LA FECHA DEL RELOJ:

Siglo XX,circa año 1925.

NOTICIAS COETÁNEAS A LA CONSTRUCCIÓN DEL RELOJ:

“París deslumbra al mundo con la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas” — Nace oficialmente el estilo Art Déco, que marcará la arquitectura, la moda y la relojería de la nueva era moderna.

“La relojería suiza adopta las líneas geométricas y el diseño moderno del Art Déco” — Manufacturas de La Chaux-de-Fonds y Ginebra presentan esferas depuradas, cajas rectilíneas y tipografías estilizadas que reflejan el espíritu del progreso.


“El oro, el acero y la plata se imponen en los nuevos relojes de precisión” Los cronómetros de bolsillo y los primeros relojes de pulsera adoptan materiales brillantes y contrastes decorativos inspirados en la estética industrial.


“París, capital del lujo y la modernidad” Diseñadores, arquitectos y joyeros consagran la ciudad como epicentro del nuevo gusto Art Déco, donde convergen la elegancia artesanal y la máquina.

“Gran Bretaña firma los Acuerdos de Locarno: Europa busca la paz tras la Gran Guerra”  Los principales países europeos pactan la estabilidad de fronteras y la reconciliación continental, mientras el mundo respira un optimismo renovado.


Nueva York celebra el auge de los rascacielos y del jazz” . El dinamismo urbano y el avance tecnológico norteamericano anticipan el espíritu cosmopolita que definirá la segunda mitad de los años veinte.


PAÍS DE CONSTRUCCIÓN DEL RELOJ:

Suiza.

ESCRIPCIÓN DEL RELOJ:

El estilo Art Déco, surgido en las primeras décadas del siglo XX en el año 1925, representó una auténtica revolución estética que impregnó todas las manifestaciones del diseño, desde la arquitectura hasta la joyería, pasando por los objetos de uso cotidiano. En el ámbito de la relojería, y más específicamente en los relojes de bolsillo, este estilo encontró una de sus expresiones más refinadas y elegantes.

Frente a la exuberancia orgánica del Art Nouveau, el Art Déco apostó por la pureza de las líneas, la simetría y la geometría como símbolos de modernidad y progreso. Los relojes de bolsillo de esta época se caracterizaban por presentar cajas con diseños lineales, superficies pulidas y decoraciones basadas en patrones geométricos que evocaban tanto la precisión mecánica como la estética y la industrial. Los materiales también reflejaban esta búsqueda de sofisticación moderna: el acero, el niquel y cromo el platino y el oro se combinaban con esmaltes de tonos contrastantes, incrustaciones de nácar o piedras semipreciosas, logrando un equilibrio entre la funcionalidad técnica y la belleza ornamental. Las formas rectangulares o de esquinas suavemente biseladas en ocasiones sustituyeron a las tradicionales cajas redondas, aportando una sensación de orden y racionalidad visual.

Este nuevo enfoque no solo respondía a un cambio en el gusto estético, sino también a una transformación cultural más amplia, en la que el reloj dejaba de ser un mero instrumento para medir el tiempo y se convertía en un símbolo de estatus, elegancia y modernidad. Los relojes de bolsillo Art Déco encarnaban así la fusión entre arte y tecnología, entre tradición artesanal y diseño industrial, proyectando la imagen de una época que celebraba la velocidad, la precisión y la belleza del objeto bien hecho.

Este reloj de la marca Enel es de estilo lepine con el colgante la anilla de suspensión y la corona ranurada a las XII. Su caja es de níquel y cromo y en su tapa posterior se han grabado unos diseños lineales al más puro estilo Art-Deco. La esfera de este reloj de bolsillo Chronomètre Énel muestra un diseño de clara influencia Art Déco, caracterizado por la sobriedad, la simetría y la precisión visual propias de las décadas de 1930 y 1940. El fondo es de tono plateado mate, ligeramente envejecido por el paso del tiempo, con una pátina uniforme que realza su autenticidad. Las horas están marcadas por triángulos alargados de estilo geométrico, rellenos con material luminiscente de color verde, alternando marcadores más largos y más cortos que aportan ritmo y equilibrio a la composición.

Las agujas, finamente elaboradas en metal oscuro, presentan un diseño facetado y anguloso con formas recortadas que responden al gusto moderno de la época y contrastan con el fondo claro, garantizando una excelente legibilidad. A las seis se encuentra el pequeño segundero en una subesfera ligeramente hundida, delimitada por una fina escala circular con divisiones en forma de bastones que refuerzan la sensación de precisión. En la parte superior, la inscripción “CHRONOMETRE ÉNEL” aparece grabada con una tipografía sobria y elegante, de inspiración clásica pero adaptada a la estética moderna. El conjunto transmite una imagen de refinamiento técnico y de equilibrio visual, combinando la funcionalidad de un cronómetro con la pureza de líneas característica del Art Déco suizo.

La tapa posterior de este reloj Art Déco de 1925 refleja con gran pureza el espíritu geométrico y decorativo que definió el movimiento durante su madurez. La tapa trasera está profusamente ornamentada con motivos lineales grabados en relieve y pulido, formando una composición perfectamente equilibrada entre la verticalidad, la simetría y la abstracción. Las líneas finas y paralelas recorren el fondo en sentido vertical, generando un ritmo visual continuo sobre el que se superponen formas geométricas contrastadas triángulos, rectángulos y escalonados, elementos característicos del lenguaje visual Art Déco. El diseño combina volúmenes planos y relieves angulados que capturan la luz de manera cambiante, lo que otorga dinamismo y elegancia al metal pulido. Esta ornamentación, más que un simple adorno, simboliza la unión entre arte y técnica: el triunfo de la máquina y de la precisión, valores esenciales de la relojería suiza de aquella época. El equilibrio entre lo decorativo y lo funcional revela el gusto por la modernidad y el orden geométrico que impregnó todas las artes aplicadas tras la Exposición de París de 1925.

HISTORIA O ANTECEDENTES  DE LA MARCA O MAESTRO RELOJERO QUE REALIZÓ ESTE  RELOJ:

En el año 1925, cuando el mundo miraba hacia París y la Exposición Internacional de Artes Decorativas proclamaba la llegada de una nueva estética moderna, en los valles del Jura suizo florecían decenas de pequeños talleres relojeros que, lejos de las grandes manufacturas establecidas, trabajaban con pasión, precisión y orgullo artesanal. Entre ellos, en alguna localidad próxima a La Chaux-de-Fonds o Le Locle, surgió la firma Énel, una de esas casas discretas que producían relojes de calidad media-alta bajo el espíritu del tiempo, sin dejar una huella documental, pero sí el testimonio tangible de sus piezas.

La marca Énel habría nacido probablemente del esfuerzo conjunto de un maestro relojero independiente y un comerciante local que buscaban posicionarse en el creciente mercado de relojes de precisión con estética moderna. En aquellos años, muchas empresas suizas funcionaban de manera cooperativa: los talleres especializados fabricaban movimientos, las casas de encajado o “emboîtage” se ocupaban de montar las cajas, y los pequeños talleres familiares realizaban los acabados, la decoración y los controles de cronometría. Es muy probable que Énel recurriera a movimientos suministrados por fabricantes de ébauches de renombre —como FHF o AS—, ajustándolos cuidadosamente para obtener la precisión que justificaba el título de Chronomètre grabado en sus esferas.

El diseño de sus relojes respondía al espíritu del Art Déco suizo: líneas puras, simetría geométrica y una clara intención de modernidad. Las cajas solían estar elaboradas en plata o metal cromado, con finos grabados lineales y motivos geométricos que captaban la luz con refinamiento técnico. Las esferas, sobrias y legibles, prescindían de la ornamentación excesiva del siglo XIX, adoptando en cambio tipografías limpias y marcadores triangulares o rectangulares inspirados en la arquitectura moderna y la estética de la máquina.

Énel, como otras pequeñas casas de su tiempo, probablemente producía series limitadas, destinadas tanto al mercado local suizo como a la exportación hacia Francia, Alemania o incluso América del Sur, donde existía una gran demanda de relojes de bolsillo de precisión. La competencia era intensa, pero estas marcas mantenían su reputación gracias al trabajo manual y a la seriedad con que ajustaban cada movimiento antes de ponerlo en circulación.

A mediados de los años treinta, con la irrupción del reloj de pulsera y los cambios económicos de la posguerra, muchas de estas pequeñas firmas desaparecieron o fueron absorbidas por cooperativas mayores, quedando sus nombres en el olvido. Sin embargo, el nombre Énel —inscrito en una esfera de 1925, con la palabra Chronomètre como símbolo de calidad— representa hoy el legado de toda una generación de relojeros suizos anónimos que, con herramientas simples y una visión moderna, construyeron piezas que aún hoy laten con la precisión y el espíritu geométrico del Art Déco.

FOTOGRAFÍAS O IMÁGENES HISTÓRICAS DE LA ÉPOCA EN LA QUE SE UTILIZABA ESTE RELOJ:

CALIBRE DEL RELOJ:

El calibre de este reloj es redondo a tres cuartos dotado de tres puentes grandes.

Los relojes de bolsillo abarcan una amplia gama de calibres, desde los más antiguos como el catalino el semicatalino a los básicos como el calibre Roskopf, hasta los más avanzados como el calibre tourbillon. Cada uno de estos calibres refleja diferentes enfoques para la medición del tiempo, adaptados a las necesidades tecnológicas, económicas y sociales de su época.

En relojería, el término calibre hace referencia al diseño o tipo de movimiento interno de un reloj, incluidas las dimensiones, disposición y componentes del mecanismo. En el caso de los relojes de bolsillo, hubo una amplia variedad de calibres desarrollados a lo largo de los siglos XIX y principios del XX, adaptados a distintas necesidades y estilos.

9-TIPO DE ESCAPE DEL RELOJ:

El escape de este reloj es de ancora.

En la relojería mecánica, el escape es el órgano encargado de regular la transmisión de energía desde el tren de rodaje hacia el volante y la espiral. Su misión es doble: por un lado, mantener la oscilación del órgano regulador mediante impulsos periódicos, y por otro, dividir de forma precisa el tiempo en fracciones iguales, que serán indicadas por las agujas. En los relojes de bolsillo, desde el siglo XVI hasta comienzos del XX, se desarrolló una gran variedad de escapes, cada uno con características propias que marcaron la evolución técnica hacia la relojería moderna.

El escape catalino (verge fusee escapement)

Es el más antiguo de todos los empleados en relojería portátil. Introducido en el siglo XVI, consta de un eje vertical denominado Verge fusee con dos paletas que engranan directamente con la rueda de escape en forma de corona, llamada catalina. Su principal ventaja es la simplicidad, pero adolece de ser muy ineficiente, con gran fricción, alto desgaste y una amplitud reducida del volante. Siempre se combina con la cuerda-fusée o cadenita necesaria para compensar la irregularidad del muelle real. Su sonido fuerte y característico delata este tipo de mecanismo.

El escape semicatalino.

Llamado así porque conserva la estética de los relojes catalinos pero con un mecanismo completamente distinto, aparece en el siglo XIX como transición hacia la relojería moderna. En lugar del primitivo sistema de Verge Fusee, emplea un escape de áncora, mucho más preciso y duradero. A menudo se confunden con los catalinos, pero se distinguen porque su escape no es vertical y porque suelen carecer de fusée, trabajando directamente con el barrilete. En la práctica, el semicatalino marca el paso del reloj antiguo al moderno, al unir una caja de estilo tradicional con una mecánica evolucionada.

El escape Duplex. 

este escape constituye uno de los desarrollos más interesantes en la historia de la relojería de bolsillo del siglo XVIII y XIX, al representar un punto de transición entre los escapes de rueda de corona y los más evolucionados de áncora. Su nombre proviene del diseño de su rueda de escape, que posee dos series de dientes dispuestas en niveles distintos, una superior y otra inferior, responsables respectivamente del impulso y del bloqueo. En esencia, el Duplex es un escape directo, pues transmite la energía del tren de engranajes al volante sin intermediarios como paletas o áncora. Su funcionamiento puede describirse del modo siguiente: la rueda de escape gira impulsada por el muelle real, y en su eje se encuentra un pasador o piedra de impulso montado en el eje del volante. Cuando este oscila, dicho pasador se acopla momentáneamente con uno de los dientes largos de la rueda de escape, recibiendo de él el impulso que mantiene su oscilación.

Una vez transmitida la energía, un diente corto de la misma rueda entra en contacto con la superficie de bloqueo o disco del eje, deteniendo el movimiento hasta el siguiente paso del volante. Este juego alterno de impulso y bloqueo, logrado mediante dos coronas de dientes, confiere al sistema una regularidad notable siempre que las proporciones sean exactas. El escape Duplex ofrece un rendimiento muy eficiente en términos de fricción, ya que reduce el número de puntos de contacto y elimina las pérdidas que generan las paletas del áncora.

Sin embargo, su principal debilidad reside en su extrema sensibilidad: una leve variación en la altura de los dientes, en la posición del pasador o en la geometría del disco de bloqueo puede alterar su marcha o incluso detener el reloj. Por esta razón, aunque alcanzó un grado de precisión muy respetable en su tiempo y fue empleado por diversos relojeros europeos, su ajuste requería una pericia considerable y su mantenimiento resultaba complejo. Además, al no permitir cuerda en ambos sentidos ni incorporar sistemas antichoque, el Duplex era poco adecuado para relojes de uso cotidiano. Con el avance del siglo XIX y la consolidación del escape de áncora suizo, más robusto y fácil de regular, el Duplex cayó en desuso, permaneciendo hoy como una pieza de interés histórico y técnico. Su diseño, elegante en su simplicidad, resume el espíritu de una época en que la relojería buscaba conjugar precisión científica y refinamiento mecánico.

El escape de cilindro.

Introducido por Thomas Tompion y perfeccionado por George Graham a principios del siglo XVIII, fue uno de los más difundidos en relojes de bolsillo de los siglos XVIII y XIX. Su principio se basa en un cilindro hueco en cuyo interior engrana la rueda de escape. El impulso se transmite con menor fricción que en el catalino, y permite relojes más planos y precisos, aunque el desgaste de las superficies de contacto limitaba su durabilidad.

El escape de espiga o de clavijas (pin lever escapement)

Popularizado en relojería económica del siglo XIX, consiste en una rueda de escape que impulsa pequeñas clavijas en lugar de paletas de rubí. Se trataba de una solución barata, de fabricación sencilla, pero menos precisa y duradera que los escapes de áncora.

El escape de detente o de cronómetro (detent escapement).

Empleado principalmente en cronómetros marinos y en algunos relojes de bolsillo de alta precisión. Se caracteriza por su transmisión directa del impulso al volante, con una sola dirección de acción. Su ventaja es la altísima precisión y la ausencia de fricciones innecesarias; su desventaja, la fragilidad, pues un golpe o sacudida puede detener la marcha.

El escape de áncora inglés y el áncora suiza.

El escape de áncora, inventado en Inglaterra a finales del siglo XVII, introdujo la idea de una palanca intermedia (el áncora) que transmite el impulso desde la rueda de escape al volante. El escape de áncora suizo, perfeccionado en el siglo XIX, se convirtió en el estándar de la relojería moderna. Su principal virtud es la combinación de fiabilidad, eficiencia y facilidad de ajuste.

Otros escapes menos comunes.

En el campo experimental o de alta relojería aparecieron también el escape duplex (de doble impulso, desarrollado en el siglo XVIII), el escape de rueda de encuentro (muy temprano, precursor del catalino), o el escape de palanca con clavijas. Estos sistemas tuvieron una difusión limitada, pero forman parte de la historia técnica de los relojes de bolsillo.

TIPO DE VOLANTE DEL RELOJ:

El volante de este reloj es redondo ligeramente plano. 

Dentro de la maquinaria de un reloj mecánico, el órgano regulador tiene por objeto transformar la energía suministrada por el tren de rodaje en oscilaciones periódicas que gobiernan el avance de las agujas. En este contexto, el volante constituye el elemento oscilador por excelencia. El volante anular, definido por su geometría de aro cerrado, se caracteriza por un reparto homogéneo de la masa en torno al eje de oscilación, lo que genera un elevado momento de inercia. Esta propiedad asegura una mayor estabilidad isócrona frente a perturbaciones menores, aunque a costa de requerir mayor aporte energético desde el escape.

El volante anular macizo fue empleado ya en los relojes portátiles del siglo XVII y se consolidó como estándar en la relojería de bolsillo de los siglos XVIII y XIX. Su principal limitación técnica radicaba en la sensibilidad térmica: la dilatación del metal alteraba el diámetro efectivo y, por ende, la frecuencia. Para corregir esta deficiencia, Abraham-Louis Breguet introdujo a finales del siglo XVIII el volante bimetálico cortado, cuyo aro, formado por láminas de acero y latón, incorporaba ranuras de dilatación que permitían una compensación dinámica frente a la variación de temperatura. Este avance fue clave en el desarrollo de los cronómetros marinos y estableció un estándar técnico que se mantuvo hasta el siglo XX.

En paralelo, la búsqueda de precisión condujo a la implementación de volantes con tornillos de regulación. Estos incorporaban en la periferia pequeños tornillos de latón, oro o platino que permitían variar el momento de inercia y equilibrar dinámicamente el oscilador. Charles Édouard Guillaume, premio Nobel de Física en 1920, desarrolló una aleación de hierro y níquel conocida como Invar que revolucionó la relojería al ofrecer una elasticidad prácticamente invariable frente a la temperatura. Con la introducción de estas aleaciones, la necesidad del volante cortado desapareció, dando paso a volantes anulares macizos con comportamiento térmico estable.

En la relojería contemporánea, firmas como Rolex,Patek Philippe, Audemars Piguet, Vacheron Constantin, A. Lange & Söhne, Jaeger-LeCoultre, Breguet, F.P. Journe, Cartier entre otras perfeccionaron el concepto del volante anular mediante sistemas de inercia variable. Rolex patentó su volante Microstella (patente suiza CH 356.934, de 1961), con microtornillos interiores que permiten ajustar la inercia sin alterar la masa global. Patek Philippe, por su parte, desarrolló el sistema Gyromax en 1951, en el que pequeñas masas pivotantes dispuestas radialmente permiten una regulación extremadamente precisa y aerodinámicamente más eficiente. Estos sistemas eliminaron la necesidad de raquetas de ajuste y se consolidaron como referentes en la alta relojería suiza.

La evolución reciente ha incorporado nuevos materiales y arquitecturas. El empleo de silicio monocristalino, introducido en relojería a principios del siglo XXI (Ulysse Nardin, 2001; Patek Philippe, 2005), ha permitido diseñar volantes ultraligeros, antimagnéticos y con coeficientes de dilatación prácticamente nulos. Asimismo, algunos fabricantes han explorado volantes esqueletados o con geometrías complejas optimizadas mediante simulaciones computacionales para minimizar la resistencia aerodinámica y mejorar la eficiencia energética.

En conclusión, el volante anular representa no sólo la pieza central del órgano regulador, sino también un testimonio histórico de la constante búsqueda de la isocronía. Desde el volante macizo del siglo XVII hasta los actuales volantes de silicio con inercia variable, su evolución refleja un diálogo entre tradición artesanal, innovación metalúrgica y desarrollo científico que ha definido el progreso de la relojería de precisión.

HISTORIA DE LA RELOJERÍA DE BOLSILLO EN EL MUNDO:

La historia de la relojería de bolsillo constituye un relato fascinante de innovación, arte y técnica, que se desarrolla a lo largo de varios siglos y atraviesa distintos países y tradiciones culturales. Sus orígenes se sitúan en la Europa del siglo XVI, cuando los primeros relojes portátiles comenzaron a aparecer en Alemania e Italia. En Nuremberg, Peter Henlein desarrolló en torno a 1510 los primeros relojes de bolsillo, conocidos como Nürnberger Eier por su forma ovoide, combinando muelles de cuerda con engranajes rudimentarios. Paralelamente, en Italia se produjeron piezas de carácter artesanal, a menudo como objetos de lujo para la nobleza, donde la decoración superaba la precisión mecánica, utilizando cajas de oro y esmaltes pintados.

Durante el siglo XVII, Francia e Inglaterra se consolidaron como centros fundamentales de la relojería de bolsillo. En Francia, los talleres parisinos desarrollaron complicaciones como repeticiones de cuartos y calendarios, mientras que la escuela inglesa, representada por relojeros como Thomas Tompion y George Graham, perfeccionó los escapes de reloj y los sistemas de compensación de temperatura, con avances decisivos en la precisión cronométrica. La implantación del escape de áncora inglés en 1675 permitió la fabricación de relojes de bolsillo más fiables y duraderos, estableciendo un estándar de excelencia que influiría en toda Europa.

Suiza se convirtió en el siglo XVIII en el epicentro de la relojería de lujo y precisión. Ciudades como Ginebra, La Chaux-de-Fonds y Le Locle consolidaron talleres que combinaban técnicas francesas, inglesas y propias. Se destacaron por la miniaturización, los acabados de alta calidad, la introducción de escapes innovadores como el Duplex y el cilindro, y la producción de complicaciones complejas, incluyendo cronógrafos, repetición de minutos y calendarios perpetuos. La relojería suiza se orientó tanto al mercado europeo como al americano, donde la demanda de relojes portátiles precisos creció durante la expansión industrial.

En Alemania, Sajonia, especialmente la región de Glashütte, desarrolló un estilo propio a partir del siglo XIX, con énfasis en la precisión técnica y la excelencia mecánica. Relojeros como A. Lange & Söhne crearon calibres con acabados de alta calidad, platinas decoradas y sistemas de regulación innovadores, que rivalizaban con los mejores relojes suizos, aportando además un carácter distintivo a la relojería alemana.

En Inglaterra, el siglo XVIII y XIX fue la época dorada de la relojería de precisión con los relojes de bolsillo de alta precisión destinados a la navegación y la cronometría. John Harrison desarrolló los famosos cronómetros marinos que resolvieron el problema de la longitud, mientras que otros fabricantes perfeccionaban escapes y ruedas de volante con balances de compensación térmica, consolidando a Inglaterra como referente en relojería científica y de precisión.

Italia, aunque menos influyente en la producción industrial, mantuvo una tradición artesanal de relojería de lujo, con relojes de bolsillo decorativos y complicados, destinados a la aristocracia y al coleccionismo, combinando esmaltes, piedras preciosas y grabados finos.

En Estados Unidos, la relojería de bolsillo se industrializó en el siglo XIX, con empresas como Waltham Watch Company y Elgin National Watch Company, que desarrollaron producción en serie de relojes precisos y asequibles. El modelo estadounidense se caracterizó por la estandarización de piezas y la robustez, lo que permitió la expansión del reloj de bolsillo entre la clase media y los ferrocarriles, donde la precisión era esencial para la seguridad.

Rusia también tuvo un papel destacado, especialmente durante el siglo XIX y principios del XX, con talleres como los de Peterhof y las manufacturas de San Petersburgo, que produjeron relojes de lujo e incorporaron influencias suizas en escapes y decoración, abasteciendo a la nobleza imperial y al mercado europeo.

Japón y China, aunque inicialmente adoptaron la relojería europea a través del comercio, comenzaron a producir relojes de bolsillo de manera local desde finales del siglo XIX y principios del XX. En Japón, compañías como Seikosha iniciaron la manufactura de relojes inspirados en modelos suizos y americanos, adaptando tecnologías importadas y formando las bases de la relojería moderna japonesa.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la relojería de bolsillo se consolidó como un fenómeno global, en el que Alemania, Suiza, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Italia y Rusia desempeñaron papeles decisivos, mientras que Japón y China adoptaron progresivamente estas técnicas para su industria emergente. Cada país aportó innovaciones únicas: escapes, compensaciones, complicaciones y acabados decorativos, que reflejan tanto las exigencias funcionales como la sensibilidad estética de sus respectivas culturas. La relojería de bolsillo, en definitiva, no solo fue un instrumento de medida del tiempo, sino un objeto artístico y tecnológico que permitió el desarrollo de estándares de precisión y manufactura que sentaron las bases de la relojería contemporánea en todo el mundo.

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