Reloj “Regulateur” francés, para el cuerpo de serenos de Barcelona, con insignia del escudo de la ciudad de Barcelona, adoptado por el Ayuntamiento  en el año 1900. 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 1.498 JDBC.

DATACIÓN HISTÓRICA DE LA FECHA DEL RELOJ:

Siglo XX,circa año 1920-1940

NOTICIAS COETÁNEAS A LA CONSTRUCCIÓN DEL RELOJ:

“Tensa situación política en Madrid: el Gobierno refuerza la seguridad ante nuevas manifestaciones obreras”

(El Liberal, marzo de 1936)“Barcelona celebra el Primero de Mayo con gran participación de sindicatos y organizaciones populares”
(La Vanguardia, 1 de mayo de 1936)

“Sublevación militar en diversas provincias: se proclama el estado de guerra”
(ABC, 18 de julio de 1936)

Avanzan las columnas nacionales hacia Aragón tras duros combates en Zaragoza”
(Heraldo de Aragón, octubre de 1937).

El Gobierno de Burgos anuncia medidas para la reconstrucción nacional”
(Diario de Navarra, febrero de 1938)

Barcelona cae en manos del Ejército nacional: termina la guerra en Cataluña”.
(La Vanguardia Española, 26 de enero de 1939).

PAÍS DE CONSTRUCCIÓN DEL RELOJ:

Francia, para el mercado español.

DESCRIPCIÓN DEL RELOJ:

Reloj Regulateur francés de estilo lepine con el colgante, la anilla de suspensión y la corona ranurada a las XII. Dotado de insignia en su tapa posterior del escudo de la ciudad de Barcelona en plata de ley adoptado por el Ayuntamiento de Barcelona en el año 1900 y utilizado por el cuerpo de los serenos de la ciudad. La numeración es romana con esfera en esmalte blanco sobre cobre convexo con segundero a las VI y agujas estilo Luis XVI en latón dorado.
Todos los serenos barceloneses llevaban reloj de bolsillo por reglamento municipal, ya que debían anunciar la hora exacta. En muchos casos, especialmente desde 1900, los relojes de dotación incluían la insignia del escudo de Barcelona, igual que la que se observa en relojes tipo régulateur de la época. Era tanto una herramienta como un símbolo de precisión, disciplina y pertenencia institucional en la mayoría de los casos al ser un objeto muy preciado se retornaba al Ayuntamiento después del servicio.

Historia y antecedentes así como curiosidades y evolución de los serenos en España. 

La historia de los serenos en España es una de las más curiosas y entrañables del panorama urbano del país. Estos personajes, tan vinculados a la vida cotidiana de los pueblos y ciudades desde el siglo XVIII hasta bien entrado el XX, fueron mucho más que simples vigilantes nocturnos: representaron una forma de convivencia, de seguridad pública y de servicio al vecino en una época anterior a la policía moderna y a la electrificación general. Su figura evolucionó con el tiempo, adaptándose a los cambios sociales y tecnológicos, hasta desaparecer casi por completo en la segunda mitad del siglo XX.

El origen de los serenos se remonta al siglo XVIII, durante el reinado de los Borbones, cuando las ciudades españolas comenzaron a crecer y a requerir mayor control y vigilancia nocturna. Antes de la creación de los serenos, las calles quedaban prácticamente desiertas al caer la noche, con un alumbrado muy escaso —faroles de aceite o velas— y sin presencia regular de fuerzas del orden. Los robos, incendios y altercados eran frecuentes, y la población reclamaba un sistema de vigilancia estable. Inspirándose en modelos europeos similares (como los “watchmen” ingleses o los “gardiens de nuit” franceses), las autoridades municipales decidieron organizar patrullas nocturnas formadas por hombres de confianza del vecindario.

El primer reglamento formal de serenos se atribuye a Madrid, hacia 1715, cuando el entonces corregidor Marqués de Vadillo dispuso que un grupo de vigilantes recorriera las calles por la noche para prevenir delitos e incendios. Sin embargo, la institución se consolidó más tarde, durante el reinado de Carlos III, gran impulsor del orden urbano y la limpieza pública. En esa época, los serenos se convirtieron en una figura oficial, con uniforme, farol y silbato, dependientes del Ayuntamiento y con sueldos modestos pero fijos.

Su nombre, “sereno”, tiene un origen curioso y simbólico: proviene del hecho de que trabajaban al sereno, es decir, a la intemperie, durante la noche y bajo cualquier condición atmosférica. De ahí también la expresión popular “estar al sereno”.

El sereno tenía múltiples funciones. Su labor principal era vigilar las calles durante la noche para prevenir robos, incendios o alteraciones del orden. Iba provisto de una llave maestra o manojo de llaves con las que podía abrir las puertas de los portales y viviendas a los vecinos que llegaban tarde, ya que en muchas ciudades las puertas se cerraban a ciertas horas. También anunciaba el paso de las horas y el estado del tiempo, gritando frases que se convirtieron en parte del paisaje sonoro urbano:

“¡Las doce y sereno!”, o “¡La una y nublado!”.

Esta costumbre, además de cumplir una función práctica (mantener a los vecinos informados y tranquilos), tenía un efecto psicológico de presencia y seguridad: al oír la voz del sereno, la gente sabía que había alguien velando por el barrio, siendo el reloj una de sus herramientas para dar lectura a esas horas.

Los serenos portaban generalmente un farol de aceite o carburo, una porra corta o bastónun reloj, y vestían capa oscura, gorra o chambergo y faja. Su atuendo era práctico y simbólico: la capa protegía del frío y la gorra o sombrero los identificaba como empleados municipales y obviamente el reloj les indicaba la hora a poder anunciar. En algunas ciudades, especialmente a partir del siglo XIX, también llevaban una placa metálica con el número y la zona asignada.

Durante el siglo XIX, con la urbanización creciente y la creación de las primeras policías municipales y cuerpos de seguridad, los serenos pasaron a depender administrativamente de los ayuntamientos o de las Jefaturas de Orden Público, pero conservaron su carácter popular. En las ciudades pequeñas y medianas, el sereno era una figura de confianza, casi familiar: conocía a todos los vecinos, sabía quién había salido, quién esperaba una visita, e incluso llevaba mensajes o avisos en la madrugada. También ayudaba en incendios, avisaba de nacimientos o defunciones, y, en más de una ocasión, prestaba auxilio a quien se encontraba en apuros en plena noche.

A lo largo del siglo XIX y principios del XX, su papel fue adaptándose a los cambios urbanos. En muchas localidades se organizaban “cuadrillas de serenos” bajo un capataz o jefe de zona. El alumbrado público, que pasó de los faroles de aceite al gas y luego a la electricidad, redujo su función de iluminación, pero mantuvo la de vigilancia. Los avances técnicos trajeron también nuevas herramientas: algunos serenos comenzaron a usar silbatos metálicos para avisar a sus compañeros o a la policía en caso de emergencia.

Con el siglo XX llegó el principio del fin para el oficio. El desarrollo del alumbrado eléctrico en las ciudades, la creación de cuerpos de policía municipal uniformados y con patrullas motorizadas, y la instalación de telefonía doméstica fueron restando utilidad al trabajo del sereno. Sin embargo, en muchas ciudades españolas como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Bilbao, Sevilla— los serenos sobrevivieron hasta bien entrada la posguerra y los años cincuenta y sesenta. En Madrid y Barcelona, siguieron en activo oficialmente hasta casi finales de los años 1970, aunque su presencia se había reducido ya a pocos barrios céntricos.

El uniforme moderno del sereno en el siglo XX solía ser azul marino, con gorra de plato y un cinturón con llaves. La tradicional capa negra fue sustituyéndose por gabardinas o chaquetas gruesas. En algunas localidades, la municipalidad les proporcionó relojes o silbatos oficiales, y su relación con los vecinos seguía siendo cercana: muchos tenían la costumbre de cobrar una pequeña propina o cuota mensual por sus servicios personales.

Entre las curiosidades históricas, destaca que los serenos también fueron fuente de inspiración para la literatura y el folclore español. Aparecen en zarzuelas, sainetes y canciones populares, representados como personajes bondadosos, algo ingenuos, pero siempre atentos al servicio. En la zarzuela La Gran Vía (1886), de Chueca y Valverde, uno de los personajes canta orgulloso: “Yo soy el sereno del barrio, y cuido las calles de noche y de día”, reflejo de su arraigo en la cultura urbana madrileña.

Al desaparecer oficialmente el cuerpo de serenos, muchas ciudades los despidieron con reconocimiento y nostalgia. Representaban un tipo de servicio público basado en la proximidad y la confianza, algo que la modernidad tecnológica y la burocracia policial fueron sustituyendo poco a poco. Aun así, en algunos municipios pequeños, especialmente del norte de España, persistió la figura del sereno local hasta los años ochenta, en ocasiones adaptada a nuevas tareas de vigilancia o mantenimiento nocturno.

Hoy, la memoria de los serenos pervive en el imaginario popular. Algunos antiguos faroles o placas de “Zona de sereno nº…” aún se conservan en viejos portales. Museos municipales y coleccionistas guardan uniformes, llaves y faroles como testimonio de una época en la que la seguridad de las noches españolas dependía del paso pausado y la voz inconfundible de aquel hombre que, farol en mano, recorría las calles repitiendo su eterno parte: “Son las doce… y sereno.”

Historia de los serenos de Barcelona.

La historia de los serenos de la ciudad de Barcelona es fascinante y representa uno de los oficios más característicos de la vida urbana catalana entre el siglo XVIII y el XX. A diferencia de otras ciudades españolas, el Cuerpo de Serenos de Barcelona tuvo una organización especialmente estructurada, muy estructurada, con uniformes, insignias, escudos y reglamentos propios, que evolucionaron en paralelo al crecimiento de la ciudad moderna.

El Cuerpo de Serenos de Barcelona nació a comienzos del siglo XVIII, en una época en que la ciudad empezaba a expandirse más allá de las murallas y necesitaba un sistema eficaz de vigilancia nocturna. Las calles eran oscuras, peligrosas y carecían de alumbrado público estable. El Ayuntamiento de Barcelona, siguiendo el ejemplo de otras capitales europeas, decidió crear un servicio de hombres encargados de recorrer las calles durante la noche, avisar de la hora y del estado del tiempo, abrir las puertas a los vecinos que regresaban tarde y mantener el orden en ausencia de patrullas diurnas.

Los primeros serenos barceloneses se organizaron hacia 1770, bajo la autoridad del Corregidor y el Ayuntamiento, aunque su estructura se formalizó más tarde, durante el reinado de Carlos III, cuando se consolidaron reglamentos urbanos de alumbrado, limpieza y policía local. Su nombre, “sereno”, provenía del hecho de que trabajaban al sereno, a la intemperie, toda la noche, expuestos al frío, la lluvia y el viento.

Desde el principio, su misión era múltiple: debían vigilar, auxiliar y anunciar. Con un farol de aceite en una mano y un manojo de llaves maestras en la otra, patrullaban su manzana o barrio, cuidaban que no hubiera incendios, apagaban velas mal puestas, y a intervalos regulares proclamaban la hora y el estado del tiempo, repitiendo con voz firme:

“¡Las doce y sereno!”, o “¡Las dos y nublado!”.

Aquella costumbre no era mera rutina: tenía una función tranquilizadora y servía para demostrar que la vigilancia seguía activa.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los serenos de Barcelona adquirieron una organización estable. Cada uno tenía asignada una zona fija, con numeración, y debía responder ante un cabo de serenos, que a su vez dependía del Inspector de Vigilancia Nocturna del Ayuntamiento. Con el crecimiento de la ciudad tras la destrucción de las murallas (1854) y la creación del Eixample, el servicio se amplió considerablemente.

Durante el siglo XIX, el Cuerpo de Serenos de Barcelona alcanzó un nivel de profesionalización notable. El Reglamento de 1843 y posteriores disposiciones municipales establecieron sueldos, turnos y obligaciones. Vestían un uniforme reglamentario compuesto por capa azul oscuro o negra, faja de lana roja, gorra con visera y escudo metálico del Ayuntamiento y un cinturón del que pendían las llaves y el reloj. El escudo, de metal dorado o plateado, mostraba el emblema de la ciudad de Barcelona, con la cruz de San Jorge y las barras de Aragón, coronado y rodeado por ramas de laurel. Ese escudo era su distintivo oficial y variaba ligeramente según los periodos históricos: en la primera mitad del siglo XIX solía llevar corona real, mientras que después de 1900, tras la adopción del nuevo escudo municipal, pasó a lucir la corona mural característica de los municipios.

El uniforme de gala, empleado en actos oficiales o fiestas, incluía botones de latón con el escudo grabado, capa larga, guantes y, en ocasiones, una porra de madera pulida. Los serenos barceloneses, a diferencia de los de otras ciudades españolas, gozaban de una consideración especial: eran vistos como parte del orden urbano y contaban con apoyo social, sobre todo en los barrios donde se mantenían buenas relaciones con los vecinos.

Una de las particularidades más distintivas de los serenos de Barcelona era su relación con el tiempo. El control de la hora era una parte esencial de su trabajo. Debían marcar las horas exactas en sus rondas, coordinarse con los campanarios y aquellos que no patrullaban cerca de uno disponer  de reloj y asegurar que las patrullas cubrieran las calles según el horario fijado por el reglamento. Por esa razón, todos los serenos llevaban un reloj de bolsillo, un accesorio imprescindible tanto para la función práctica como para el simbolismo del cargo.

El reloj, generalmente mecánico, de cuerda diaria, colgaba de una cadena sujeta a la faja o al chaleco. En muchos casos, el Ayuntamiento o el propio cuerpo adquiría relojes de tipo régulateur o de fabricación francesa o suiza, algunos con el escudo municipal grabado o con la palabra “Sereno” en la tapa. Estos relojes permitían a los serenos sincronizar sus rondas, anunciar la hora con precisión y rendir cuentas a sus superiores sobre la puntualidad del servicio. De hecho, el reglamento barcelonés de finales del siglo XIX especificaba que el sereno debía “llevar reloj en correcto estado de marcha, debidamente comprobado al comenzar el turno”. En muchos casos, el reloj era propiedad del propio Ayuntamiento y se entregaba en depósito al funcionario mientras duraba su servicio.

El reloj simbolizaba la disciplina, la exactitud y la confianza en el cuerpo. Era un signo de profesionalidad, equiparable al farol o las llaves. Con el paso de los años, algunos relojes oficiales incluyeron insignias en plata con el escudo de Barcelona, similares a las que adornaban los botones y gorras. Se conservan ejemplares fechados entre 1900 y 1915, coincidiendo con la adopción del nuevo emblema municipal.

La evolución del cuerpo continuó durante el siglo XX. En los primeros años del siglo, el sereno barcelonés mantenía aún gran presencia, pero con la expansión del alumbrado eléctrico, la creación del Cuerpo de Guardia Urbana (1907) y la mejora de los servicios policiales, su función comenzó a disminuir. Sin embargo, el Ayuntamiento mantuvo el servicio de serenos hasta bien entrada la década de 1970, especialmente en los barrios antiguos donde los vecinos valoraban su presencia.

Durante los años cincuenta y sesenta, los serenos modernizaron su imagen: sustituyeron los faroles de aceite por linternas eléctricas, las capas por chaquetas gruesas de paño, y sus relojes de bolsillo siguieron siendo herramienta de trabajo, aunque muchos ya usaban relojes de pulsera.

El último reglamento del cuerpo de serenos de Barcelona data de 1974, y el servicio fue suprimido oficialmente en 1977, tras casi dos siglos de existencia. Con su desaparición se cerró una etapa de la historia urbana: la del vigilante nocturno que conocía a cada vecino, anunciaba las horas y guardaba las llaves de la ciudad dormida.

Hoy, los serenos forman parte de la memoria sentimental de Barcelona. En algunos museos municipales y colecciones privadas se conservan sus uniformes, escudos metálicos y relojes de bolsillo con el emblema de la ciudad, testigos de una época en la que la seguridad y el orden dependían del paso pausado de un hombre con farol, capa y reloj, que marcaba el pulso de la noche con su voz firme: “¡Las doce… y sereno!”.

Evolución de las insignias del Cuerpo de Serenos de Barcelona

1. Orígenes: insignias no oficiales (siglo XVIII – ca. 1800)

Los primeros serenos de Barcelona, organizados de forma estable a partir de la década de 1770, no llevaban una insignia metálica formal. Su identificación se basaba en el farol, la vara o bastón, y en algunos casos una faja o brazal con el escudo municipal pintado o bordado.

El escudo de la ciudad que podía aparecer en esos primeros distintivos seguía el modelo antiguo medieval: un cuartelado con la cruz de San Jorge y las barras de Aragón, coronado por corona real o condal, según la costumbre heráldica de la época.

Estas identificaciones eran artesanales y variaban según los barrios o la disponibilidad de material. No había uniformidad oficial.

2. Primeras insignias oficiales (1830–1860)

Con la profesionalización del cuerpo en el siglo XIX y la aprobación de reglamentos municipales de policía y alumbrado, los serenos empezaron a llevar insignias metálicas numeradas.

Estas eran generalmente de latón o cobre, de forma oval o circular, colocadas sobre la gorra o la capa, y mostraban el escudo de Barcelona con corona real, en alusión al carácter monárquico de la administración.

Características:

3. Época revolucionaria y cambio de símbolos (1868–1874)

Con la Revolución de 1868 (“La Gloriosa”) y la caída de Isabel II, se eliminaron temporalmente los símbolos monárquicos. El Ayuntamiento republicano mandó retirar las coronas reales de los escudos municipales, sustituyéndolas por coronas murales (símbolo cívico de ciudad).

Durante el Sexenio Democrático (1868–1874), las insignias de los serenos adoptaron por primera vez una corona mural o simplemente se mostraba el escudo sin corona, en versiones más sencillas, muchas veces grabadas o troqueladas localmente.

Características:

Periodo de uso: 1868–1874 (Sexenio y Primera República).

4. Restauración borbónica (1875–1900): el retorno de la corona real

Tras la restauración de Alfonso XII en 1875, el Ayuntamiento de Barcelona volvió a emplear el escudo con corona real abierta, que reapareció en las insignias del cuerpo.

Durante este periodo, los serenos consolidaron su uniforme oficial con gorra de plato, botones dorados y placa metálica.

El escudo del Ayuntamiento usado en la insignia correspondía al diseño oficial previo a la reforma heráldica de 1900.

Características:

5. Reforma heráldica de 1900: el nuevo escudo municipal

El 26 de enero de 1900, el Ayuntamiento de Barcelona adoptó oficialmente un nuevo escudo heráldico, diseñado con criterios académicos y simbólicos modernos.

El nuevo modelo mostraba:

Cruz de San Jorge y barras de Aragón en forma de losange (rombo).


Corona mural de cinco torres.


Guirnaldas de laurel y palma entrelazadas.

A partir de esa fecha, todas las insignias oficiales, botones, documentos y placas de los servicios municipales se adaptaron a este escudo.

Los serenos recibieron placas metálicas y botones con este nuevo diseño. Algunos relojes de bolsillo y uniformes de gala del cuerpo incorporaron la insignia en plata de ley con el nuevo escudo, símbolo de autoridad y pertenencia municipal.

Características:

Periodo de uso: desde 1900 hasta aproximadamente 1931.

6. Segunda República (1931–1939)

Durante la Segunda República se retiraron de nuevo los símbolos monárquicos y se simplificaron las insignias. El escudo municipal mantuvo su forma de losange, pero sin corona o con una versión muy estilizada.

Los serenos conservaron la estructura del cuerpo, aunque el uniforme se volvió más funcional. Las insignias de esta época son escasas, fabricadas en metal liso o pintado.

Periodo de uso: 1931–1939.

7. Posguerra y etapa franquista (1939–1975)

Tras la Guerra Civil, el Ayuntamiento de Barcelona restauró el escudo de 1900, aunque con ligeras modificaciones estilísticas.

Las insignias de los serenos durante la posguerra solían ser de metal niquelado o dorado, con el escudo municipal en relieve, conservando la corona mural y las guirnaldas.

Aparece también la leyenda “AYUNTAMIENTO DE BARCELONA – CUERPO DE SERENOS”.

El uniforme seguía siendo azul oscuro con gorra de plato, botones dorados con el escudo y cinturón con placa frontal.

Periodo de uso: 1940–1975.

8. Últimas décadas y desaparición del cuerpo (1970–1977)

Durante los últimos años del cuerpo, los serenos de Barcelona mantuvieron un escudo simplificado, grabado o esmaltado en metal ligero, usado en la gorra o el pecho.

El diseño seguía mostrando el escudo de 1900, pero sin ornamentos externos, con corona mural y fondo liso.

El cuerpo fue disuelto oficialmente en 1977, coincidiendo con la reorganización de la Guardia Urbana.

HISTORIA O ANTECEDENTES DE LA MARCA O MAESTRO RELOJERO QUE REALIZÓ ESTE RELOJ:

Durante la década de 1930, la relojería francesa atravesaba una etapa de transición entre la artesanía tradicional y la modernización industrial. Aunque Suiza dominaba el mercado mundial con su producción masiva y sus avances técnicos, Francia mantenía una identidad relojera propia, sustentada en la precisión, el refinamiento estético y la tradición científica. El corazón de esta actividad se encontraba en la ciudad de Besançon, considerada desde el siglo XIX la capital relojera del país. Allí se concentraban fábricas, talleres artesanales y el Observatoire de Besançon, institución encargada de certificar la exactitud de los cronómetros y otorgar reconocimientos a los mejores constructores.

Entre los principales fabricantes de relojes de bolsillo franceses de los años 1930 destacaba la firma LIP, fundada por Emmanuel Lipmann y convertida en símbolo del progreso técnico nacional. LIP fabricaba relojes de bolsillo de gran precisión, muchos de ellos certificados como cronómetros por el observatorio local. En su producción combinaba métodos artesanales con procesos industriales modernos, utilizando tanto calibres propios como movimientos suizos de alta calidad, especialmente de Cortebert y FHF. Su enfoque estaba en la fiabilidad y en la estética sobria, muy acorde con el espíritu Art Déco de la época.

Otra casa fundamental era L. Leroy & Cie, con sede en París y talleres en Besançon. Fundada en el siglo XVIII, Leroy representaba la tradición de la relojería de lujo francesa. En los años 1930 continuaba produciendo relojes de bolsillo de precisión excepcional, destinados a científicos, ingenieros y oficiales navales. Sus piezas se distinguían por los movimientos ajustados en varias posiciones, los escapes de áncora suizo y los materiales nobles de sus cajas. Leroy fue una de las pocas marcas francesas que compitió en concursos internacionales de cronometría, manteniendo el prestigio del saber hacer relojero francés.

Breguet, la legendaria casa parisina fundada por Abraham-Louis Breguet en 1775, también mantenía en los años treinta una producción limitada pero exquisita de relojes de bolsillo. Aunque su foco principal se había desplazado hacia los relojes de pulsera y los cronómetros marinos, seguía elaborando piezas de inspiración clásica, con esferas guilloché, manecillas tipo pomme y espiral Breguet. Estos relojes encarnaban la elegancia técnica de la tradición francesa, combinando exactitud mecánica y pureza estética.

Auricoste, fundada en París en el siglo XIX, se especializaba en instrumentos de precisión para la marina y la aviación. En los años 1930 produjo relojes de bolsillo robustos y legibles, concebidos más como herramientas de trabajo que como objetos de lujo. Sus modelos eran utilizados por la Armada francesa y por pilotos, lo que les confería un carácter técnico y funcional. En la misma línea se encontraba Dodane, otra firma con sede en Besançon que fabricaba relojes de bolsillo y cronógrafos para uso militar y aeronáutico, consolidando el vínculo entre la relojería francesa y la ciencia de la navegación.

El Observatoire de Besançon desempeñó un papel crucial durante toda esta época. No solo certificaba la precisión de los cronómetros franceses, sino que impulsaba la investigación técnica y fomentaba la competencia entre los fabricantes. Obtener un “Bulletin de marche” de Besançon era un sello de calidad y prestigio. Las marcas enviaban sus movimientos para ser evaluados durante semanas, bajo condiciones controladas de temperatura y posición, lo que garantizaba la fiabilidad de sus relojes de bolsillo.

Desde el punto de vista técnico, los relojes de bolsillo franceses de los años 1930 se caracterizaban por movimientos mecánicos de 15 a 21 rubíes, escapes de áncora, volantes bimetálicos compensados, espirales Breguet y ajustes micrométricos. Las cajas se fabricaban en plata, oro o metal cromado, y las esferas, de esmalte o metal satinado, seguían el estilo geométrico y sobrio propio del Art Déco. La precisión era el objetivo central, y muchos relojes eran capaces de mantener desviaciones inferiores a cinco segundos por día, un logro notable para mecanismos completamente mecánicos.

En conjunto, la relojería francesa de los años 1930 representó el equilibrio entre la ciencia del tiempo y el arte del oficio. En un contexto económico difícil y en un mercado dominado por la competencia suiza, los constructores franceses mantuvieron viva la tradición del reloj de bolsillo como símbolo de precisión y elegancia. Marcas como LIP, Leroy, Breguet, Auricoste y Dodane fueron herederas de siglos de ingenio mecánico y transmitieron su legado hacia la relojería moderna. Sus relojes de bolsillo de aquella década siguen siendo hoy testimonio de una época en la que la exactitud, la belleza técnica y el espíritu artesanal francés convivieron en perfecta armonía.

FOTOGRAFÍAS O IMÁGENES HISTÓRICAS DE LOS SERENOS:

CALIBRE DEL RELOJ:

El calibre de este reloj es a puentes.

Los relojes de bolsillo abarcan una amplia gama de calibres, desde los más antiguos como el catalino el semicatalino a los básicos como el calibre Roskopf, hasta los más avanzados como el calibre tourbillon. Cada uno de estos calibres refleja diferentes enfoques para la medición del tiempo, adaptados a las necesidades tecnológicas, económicas y sociales de su época.

En relojería, el término calibre hace referencia al diseño o tipo de movimiento interno de un reloj, incluidas las dimensiones, disposición y componentes del mecanismo. En el caso de los relojes de bolsillo, hubo una amplia variedad de calibres desarrollados a lo largo de los siglos XIX y principios del XX, adaptados a distintas necesidades y estilos.

TIPO DE ESCAPE DEL RELOJ:

El  escape de este reloj es de ancora.

En la relojería mecánica, el escape es el órgano encargado de regular la transmisión de energía desde el tren de rodaje hacia el volante y la espiral. Su misión es doble: por un lado, mantener la oscilación del órgano regulador mediante impulsos periódicos, y por otro, dividir de forma precisa el tiempo en fracciones iguales, que serán indicadas por las agujas. En los relojes de bolsillo, desde el siglo XVI hasta comienzos del XX, se desarrolló una gran variedad de escapes, cada uno con características propias que marcaron la evolución técnica hacia la relojería moderna.

El escape catalino (verge fusee escapement)

Es el más antiguo de todos los empleados en relojería portátil. Introducido en el siglo XVI, consta de un eje vertical denominado Verge fusee con dos paletas que engranan directamente con la rueda de escape en forma de corona, llamada catalina. Su principal ventaja es la simplicidad, pero adolece de ser muy ineficiente, con gran fricción, alto desgaste y una amplitud reducida del volante. Siempre se combina con la cuerda-fusée o cadenita necesaria para compensar la irregularidad del muelle real. Su sonido fuerte y característico delata este tipo de mecanismo.

El escape semicatalino

Llamado así porque conserva la estética de los relojes catalinos pero con un mecanismo completamente distinto, aparece en el siglo XIX como transición hacia la relojería moderna. En lugar del primitivo sistema de Verge Fusee, emplea un escape de áncora, mucho más preciso y duradero. A menudo se confunden con los catalinos, pero se distinguen porque su escape no es vertical y porque suelen carecer de fusée, trabajando directamente con el barrilete. En la práctica, el semicatalino marca el paso del reloj antiguo al moderno, al unir una caja de estilo tradicional con una mecánica evolucionada.

El escape Duplex 

este escape constituye uno de los desarrollos más interesantes en la historia de la relojería de bolsillo del siglo XVIII y XIX, al representar un punto de transición entre los escapes de rueda de corona y los más evolucionados de áncora. Su nombre proviene del diseño de su rueda de escape, que posee dos series de dientes dispuestas en niveles distintos, una superior y otra inferior, responsables respectivamente del impulso y del bloqueo. En esencia, el Duplex es un escape directo, pues transmite la energía del tren de engranajes al volante sin intermediarios como paletas o áncora. Su funcionamiento puede describirse del modo siguiente: la rueda de escape gira impulsada por el muelle real, y en su eje se encuentra un pasador o piedra de impulso montado en el eje del volante. Cuando este oscila, dicho pasador se acopla momentáneamente con uno de los dientes largos de la rueda de escape, recibiendo de él el impulso que mantiene su oscilación. Una vez transmitida la energía, un diente corto de la misma rueda entra en contacto con la superficie de bloqueo o disco del eje, deteniendo el movimiento hasta el siguiente paso del volante. Este juego alterno de impulso y bloqueo, logrado mediante dos coronas de dientes, confiere al sistema una regularidad notable siempre que las proporciones sean exactas. El escape Duplex ofrece un rendimiento muy eficiente en términos de fricción, ya que reduce el número de puntos de contacto y elimina las pérdidas que generan las paletas del áncora. Sin embargo, su principal debilidad reside en su extrema sensibilidad: una leve variación en la altura de los dientes, en la posición del pasador o en la geometría del disco de bloqueo puede alterar su marcha o incluso detener el reloj. Por esta razón, aunque alcanzó un grado de precisión muy respetable en su tiempo y fue empleado por diversos relojeros europeos, su ajuste requería una pericia considerable y su mantenimiento resultaba complejo. Además, al no permitir cuerda en ambos sentidos ni incorporar sistemas antichoque, el Duplex era poco adecuado para relojes de uso cotidiano. Con el avance del siglo XIX y la consolidación del escape de áncora suizo, más robusto y fácil de regular, el Duplex cayó en desuso, permaneciendo hoy como una pieza de interés histórico y técnico. Su diseño, elegante en su simplicidad, resume el espíritu de una época en que la relojería buscaba conjugar precisión científica y refinamiento mecánico.

El escape de cilindro

Introducido por Thomas Tompion y perfeccionado por George Graham a principios del siglo XVIII, fue uno de los más difundidos en relojes de bolsillo de los siglos XVIII y XIX. Su principio se basa en un cilindro hueco en cuyo interior engrana la rueda de escape. El impulso se transmite con menor fricción que en el catalino, y permite relojes más planos y precisos, aunque el desgaste de las superficies de contacto limitaba su durabilidad.

El escape de espiga o de clavijas (pin lever escapement)

Popularizado en relojería económica del siglo XIX, consiste en una rueda de escape que impulsa pequeñas clavijas en lugar de paletas de rubí. Se trataba de una solución barata, de fabricación sencilla, pero menos precisa y duradera que los escapes de áncora.

El escape de detente o de cronómetro (detent escapement)

Empleado principalmente en cronómetros marinos y en algunos relojes de bolsillo de alta precisión. Se caracteriza por su transmisión directa del impulso al volante, con una sola dirección de acción. Su ventaja es la altísima precisión y la ausencia de fricciones innecesarias; su desventaja, la fragilidad, pues un golpe o sacudida puede detener la marcha.

El escape de áncora inglés y el áncora suizo

El escape de áncora, inventado en Inglaterra a finales del siglo XVII, introdujo la idea de una palanca intermedia (la áncora) que transmite el impulso desde la rueda de escape al volante. El escape de áncora suizo, perfeccionado en el siglo XIX, se convirtió en el estándar de la relojería moderna. Su principal virtud es la combinación de fiabilidad, eficiencia y facilidad de ajuste.

Otros escapes menos comunes

En el campo experimental o de alta relojería aparecieron también el escape duplex (de doble impulso, desarrollado en el siglo XVIII), el escape de rueda de encuentro (muy temprano, precursor del catalino), o el escape de palanca con clavijas. Estos sistemas tuvieron difusión limitada pero forman parte de la historia técnica de los relojes de bolsillo.

TIPO DE VOLANTE DEL RELOJ:

El volante de este reloj es de estilo: “cut compensation” dotado de tornillos de compensación térmica en distintos materiales.

Dentro de la maquinaria de un reloj mecánico, el órgano regulador tiene por objeto transformar la energía suministrada por el tren de rodaje en oscilaciones periódicas que gobiernan el avance de las agujas. En este contexto, el volante constituye el elemento oscilador por excelencia. El volante anular, definido por su geometría de aro cerrado, se caracteriza por un reparto homogéneo de la masa en torno al eje de oscilación, lo que genera un elevado momento de inercia. Esta propiedad asegura una mayor estabilidad isócrona frente a perturbaciones menores, aunque a costa de requerir mayor aporte energético desde el escape.

El volante anular macizo fue empleado ya en los relojes portátiles del siglo XVII y se consolidó como estándar en la relojería de bolsillo de los siglos XVIII y XIX. Su principal limitación técnica radicaba en la sensibilidad térmica: la dilatación del metal alteraba el diámetro efectivo y, por ende, la frecuencia. Para corregir esta deficiencia, Abraham-Louis Breguet introdujo a finales del siglo XVIII el volante bimetálico cortado, cuyo aro, formado por láminas de acero y latón, incorporaba ranuras de dilatación que permitían una compensación dinámica frente a la variación de temperatura. Este avance fue clave en el desarrollo de los cronómetros marinos y estableció un estándar técnico que se mantuvo hasta el siglo XX.

En paralelo, la búsqueda de precisión condujo a la implementación de volantes con tornillos de regulación. Estos incorporaban en la periferia pequeños tornillos de latón, oro o platino que permitían variar el momento de inercia y equilibrar dinámicamente el oscilador. Charles Édouard Guillaume, premio Nobel de Física en 1920, desarrolló una aleación de hierro y níquel conocida como Invar que revolucionó la relojería al ofrecer una elasticidad prácticamente invariable frente a la temperatura. Con la introducción de estas aleaciones, la necesidad del volante cortado desapareció, dando paso a volantes anulares macizos con comportamiento térmico estable.

En la relojería contemporánea, firmas como Rolex,Patek Philippe, Audemars Piguet, Vacheron Constantin, A. Lange & Söhne, Jaeger-LeCoultre, Breguet, F.P. Journe, Cartier entre otras perfeccionaron el concepto del volante anular mediante sistemas de inercia variable. Rolex patentó su volante Microstella (patente suiza CH 356.934, de 1961), con microtornillos interiores que permiten ajustar la inercia sin alterar la masa global. Patek Philippe, por su parte, desarrolló el sistema Gyromax en 1951, en el que pequeñas masas pivotantes dispuestas radialmente permiten una regulación extremadamente precisa y aerodinámicamente más eficiente. Estos sistemas eliminaron la necesidad de raquetas de ajuste y se consolidaron como referentes en la alta relojería suiza.

La evolución reciente ha incorporado nuevos materiales y arquitecturas. El empleo de silicio monocristalino, introducido en relojería a principios del siglo XXI (Ulysse Nardin, 2001; Patek Philippe, 2005), ha permitido diseñar volantes ultraligeros, antimagnéticos y con coeficientes de dilatación prácticamente nulos. Asimismo, algunos fabricantes han explorado volantes esqueletados o con geometrías complejas optimizadas mediante simulaciones computacionales para minimizar la resistencia aerodinámica y mejorar la eficiencia energética.

En conclusión, el volante anular representa no sólo la pieza central del órgano regulador, sino también un testimonio histórico de la constante búsqueda de la isocronía. Desde el volante macizo del siglo XVII hasta los actuales volantes de silicio con inercia variable, su evolución refleja un diálogo entre tradición artesanal, innovación metalúrgica y desarrollo científico que ha definido el progreso de la relojería de precisión.

HISTORIA  DE LA RELOJERÍA DE BOLSILLO EN EL MUNDO:

La historia de la relojería de bolsillo constituye un relato fascinante de innovación, arte y técnica, que se desarrolla a lo largo de varios siglos y atraviesa distintos países y tradiciones culturales. Sus orígenes se sitúan en la Europa del siglo XVI, cuando los primeros relojes portátiles comenzaron a aparecer en Alemania e Italia. En Nuremberg, Peter Henlein desarrolló en torno a 1510 los primeros relojes de bolsillo, conocidos como Nürnberger Eier por su forma ovoide, combinando muelles de cuerda con engranajes rudimentarios. Paralelamente, en Italia se produjeron piezas de carácter artesanal, a menudo como objetos de lujo para la nobleza, donde la decoración superaba la precisión mecánica, utilizando cajas de oro y esmaltes pintados.

Durante el siglo XVII, Francia e Inglaterra se consolidaron como centros fundamentales de la relojería de bolsillo. En Francia, los talleres parisinos desarrollaron complicaciones como repeticiones de cuartos y calendarios, mientras que la escuela inglesa, representada por relojeros como Thomas Tompion y George Graham, perfeccionó los escapes de reloj y los sistemas de compensación de temperatura, con avances decisivos en la precisión cronométrica. La implantación del escape de áncora inglés en 1675 permitió la fabricación de relojes de bolsillo más fiables y duraderos, estableciendo un estándar de excelencia que influiría en toda Europa.

Suiza se convirtió en el siglo XVIII en el epicentro de la relojería de lujo y precisión. Ciudades como Ginebra, La Chaux-de-Fonds y Le Locle consolidaron talleres que combinaban técnicas francesas, inglesas y propias. Se destacaron por la miniaturización, los acabados de alta calidad, la introducción de escapes innovadores como el Duplex y el cilindro, y la producción de complicaciones complejas, incluyendo cronógrafos, repetición de minutos y calendarios perpetuos. La relojería suiza se orientó tanto al mercado europeo como al americano, donde la demanda de relojes portátiles precisos creció durante la expansión industrial.

En Alemania, Sajonia, especialmente la región de Glashütte, desarrolló un estilo propio a partir del siglo XIX, con énfasis en la precisión técnica y la excelencia mecánica. Relojeros como A. Lange & Söhne crearon calibres con acabados de alta calidad, platinas decoradas y sistemas de regulación innovadores, que rivalizaban con los mejores relojes suizos, aportando además un carácter distintivo a la relojería alemana.

En Inglaterra, el siglo XVIII y XIX fue la época dorada de la relojería de precisión con los relojes de bolsillo de alta precisión destinados a la navegación y la cronometría. John Harrison desarrolló los famosos cronómetros marinos que resolvieron el problema de la longitud, mientras que otros fabricantes perfeccionaban escapes y ruedas de volante con balances de compensación térmica, consolidando a Inglaterra como referente en relojería científica y de precisión.

Italia, aunque menos influyente en la producción industrial, mantuvo una tradición artesanal de relojería de lujo, con relojes de bolsillo decorativos y complicados, destinados a la aristocracia y al coleccionismo, combinando esmaltes, piedras preciosas y grabados finos.

En Estados Unidos, la relojería de bolsillo se industrializó en el siglo XIX, con empresas como Waltham Watch Company y Elgin National Watch Company, que desarrollaron producción en serie de relojes precisos y asequibles. El modelo estadounidense se caracterizó por la estandarización de piezas y la robustez, lo que permitió la expansión del reloj de bolsillo entre la clase media y los ferrocarriles, donde la precisión era esencial para la seguridad.

Rusia también tuvo un papel destacado, especialmente durante el siglo XIX y principios del XX, con talleres como los de Peterhof y las manufacturas de San Petersburgo, que produjeron relojes de lujo e incorporaron influencias suizas en escapes y decoración, abasteciendo a la nobleza imperial y al mercado europeo.

Japón y China, aunque inicialmente adoptaron la relojería europea a través del comercio, comenzaron a producir relojes de bolsillo de manera local desde finales del siglo XIX y principios del XX. En Japón, compañías como Seikosha iniciaron la manufactura de relojes inspirados en modelos suizos y americanos, adaptando tecnologías importadas y formando las bases de la relojería moderna japonesa.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la relojería de bolsillo se consolidó como un fenómeno global, en el que Alemania, Suiza, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Italia y Rusia desempeñaron papeles decisivos, mientras que Japón y China adoptaron progresivamente estas técnicas para su industria emergente. Cada país aportó innovaciones únicas: escapes, compensaciones, complicaciones y acabados decorativos, que reflejan tanto las exigencias funcionales como la sensibilidad estética de sus respectivas culturas. La relojería de bolsillo, en definitiva, no solo fue un instrumento de medida del tiempo, sino un objeto artístico y tecnológico que permitió el desarrollo de estándares de precisión y manufactura que sentaron las bases de la relojería contemporánea en todo el mundo.

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA PARA LA DESCRIPCIÓN DE ESTE RELOJ:

Monografías:

Abella Ramón. La relojería suiza. Madrid: Ministerio del estado, 1912.

Acudiré, Alain. La Grande Horloge. París: Les editions de l’amateur, 2000.

Amades, Joan. Els rellotges de sol: art popular. Barcelona: La Neotípia, 1938.

Bailey, Chris H. Two hundred years of American Clocks and watches. New York: Prentice Hall, 1975.

Balfour, Michael. Relojes clásicos. Madrid: Ed. Libsa S.A., 1991.

Ballesteros Sotomayor, Fernando. Tratado práctico de restauración de esferas de relojes. Sevilla: 1954 (Gráf. de Gavidia).

Barquero, José Daniel. Enciclopedia del reloj de bolsillo. Barcelona. Amat Editorial 

Barquero, José Daniel. Diccionario Enciclopédico profesional de alta relojería. Furtwangen editores. 2010.

Barquero, José Daniel. Relojes Bahne Nonniksen. Furtwangen Editores. 2011.

Barquero, José Daniel. Diccionario de Relojes. Furtwangen Editores. 2008.

Bassermann, Jordan; Ernest Von y Bertele, Hans Von. Montres, horloges et pendules. Trad. Francesa de Uhren, 4ed. Braunscheweig: Presses Universitaries de France, 1964.

Belda González, Pedro-Germán. Relojes especiales: teoría y reparación. Madrid: Xandró, 1995. 2ª edición.

Belekda, Silvio. L’orologio e la moda. Milano – Italia: Mazzotta, 1994.

Benito Ruano, Eloy. Relojes y relojeros del Ayuntamiento de Madrid en el siglo XVIII. Madrid, 1970 ([Ruycar, imp.])

Brusa, G. L’arte dell Orologería in Europa. Bramante, 1978.

Bruton, Enric. Clocks & watches. Verona – Italia: The hamlyn publishing group, 1968.

Bruton, Eric. Antique Cloks and Cloks Collecting. Londres, 1974

Bruton, Eric. The history of clocks and watches. London: Little, Brown, 2000. 

Cardinal, Catherine; Piguet, Jean Michel. Musée International d’horlogerie: La Chaux de fonds-Suisse du cadran solaire à l’horloge atomique: catalogue of selected pieces. París:[s.e.], 2002.

Colón de Carvajal, J. Ramón. Catálogo de relojes del Patrimonio Nacional. Madrid: Patrimonio Nacional, 1987. 

Colón de Carvajal, J. Ramón. Catálogo de relojes del Patrimonio Nacional. Madrid: Patrimonio Nacional, 1987. 

Cutmore, M. Watches 1850-1980. Reino Unido:[s.e.], 2002.

Downing, Alan. Voyage to the end of time. Suiza-Geneva: Editions Chellenge para Patek Philipp, 1989.

Echeverría, José Miguel. Coleccionismo de relojes de bolsillo. Madrid : Everest, 1982

El astrolabio. Instrumentos astronómicos hispano árabes. Barcelona: Editado por Roca Radiadores S.A., 1994

El Marqués de Cerralbo. Madrid: Museo Cerralbo. Ministerio de Educación y Cultura de España, 1996.

Exposition de la fabulause collection priveé de Patek Philippe 1839-1989: Musée de l’horlogerie et de l’emaillerie Genève. Geneve, 1989.

G. Randall, Anthony; Goord, Richard. Catalogue of watches in the British Museum VI. London: Bristish Museum Publications, 1990. 

García-Diego, José A. Los relojes y Autómatas de Juanelo Turriano. Madrid, Albatros, 1982.

García-Diego, José A. Los Relojes y autómatas de Juanelo Turriano. Madrid: Albatros Ediciones, 1982. Tempus fugit. Monografías españolas de relojería; 6.

Gisbert L. Brunner y Christian Pfeiffer-Belli. Wristwatches. Armbanduhren: Montres-bracelets, Köneman, 1999

Lassaussois, Jean. El Mundo de los relojes; [traducción de Miguel Giménez Saurina]. Barcelona: Ultramar, DL 1998

Lippincott, Kristen. El tiempo a través del tiempo. Barcelona: Grijalbo, 2000.

Locke, John. Your pocket watch: the owners guide to mechanical pocket watches. Hythe: Brabourne Books, 2003.

Loones, Brian. Brass Dial clocks. Reino Unido – Suffolk: Antique Collectors Club, 1998.

Manual de relojería electrónica y de cuarzo; bajo la dirección de H. Lecoultre y A. Jiménez. Viladrau : Cedel, 1978 

Marechal, Pedro: Arte de conservar y arreglar los relojes de muestra, para las personas que no tienen conocimiento alguno de la relojería: compuesto por Don Pedro Marechal, maestro relojero en la corte de Madrid. Barcelona: Juan Francisco Piferrer, [179-?].

Matas, Josep: Apuntes sobre la técnica relojera.

Mayand, Jean-Luc. Besançon horloger 1793-1914. Besançon: Musée du temps editeur, 1994. 

Meis, Reinhard. Les montres de poche: de la montre-penditif au tourbillon. Fribourg: Office du Livre, 1980.

Memorie de Sabliers, collections: mode d’emploi. París: Les editions de l’amateur, 1997.

Miller’s clocks & barometers buyer’s guide. Tenterden: Miller’s, 2001. 

Monreal y Tejada, Luis. Relojes antiguos: 1500-1850. Barcelona, 1955, Colección F. Pérez de Olaguer-Feliu.

Montañés Fontenla, Luis. El escape y el péndulo: literatura relojera. Madrid: Antiqvaria, D.L. 1991 

Montañés Fontenla, Luis. La máquina de las horas: Introducción al conocimiento del reloj. Madrid: Isla, 1975.

Montañés Fontenla, Luis. Relojes de los museos madrileños. Madrid, octubre 1954. I Cuadernos de Relojería.

Montañés Fontenla, Luis. Relojes de un Palacio. Madrid: Museo Cerralbo. Ministerio de Educación y Cultura de España, 1997.

Montañés Fontenla, Luis. Relojes españoles. Madrid: Prensa española, 1968.

Montañés Fontenla, Luis. Relojes, Antiqvaria, S.A. Ediciones, Madrid, 1997.

Morató i Via, Salvador. Els rellotges de sol del Penedès.Vilafranca del Penedès: Museo de Vilafranca, 1993.

Moreno, Roberto. Vida y obra de José Rodríguez de Losada. Madrid: Fundación Juanelo Turriano, 1995.

Negrehi, Giampiero; De Vecchi, Paolo. Patek Philippe. Könemann: [s.e.], 1999.

P. De Vecchi e G. Gregato. Orologi da Polso: storia, costume, collezionismo. Milan: Editorial Giorgio Mondadori, 1996.

Palau i Claveras, Miquel. Rellotges de sol: història i l’art de construïr-los sense matemàtiques. Barcelona: Millà, 1970.

Patek Philippe Museum Films. Suiza: [s.e.], 2004. D.V.D. + vídeo.

Producción y comercio de la joyería y relojería en España y Europa. Barcelona: Fira de Barcelona, 1992.

Rawlings, Arthur L. The Science of clocks and watches. Upton: British Horological Institute, 1993

Roberts, Derek. British Longcase clocks. EE.UU.: Schiffer, 1990.

Segura, Carme; Farré, Eduard. Gràcia, a l’ombra del seus rellotges: testimonies d’una història. Barcelona: [s.e.],1999.

Segura, Carme; Farré, Eduard: Gràcia, a l’ombra dels seus rellotges. Barcelona: Ed. Taller d’Història de Gràcia, 1999.

Segura, Carme; Farré, Eduard; Camps, Esteve: Les places de Gràcia, Homenatge a Josep Buch. Barcelona: Ed. Taller d’Història de Gràcia, 2001.

Shenton, Alan. Pocket watches: 19th&20th century. Reino Unido:[s.e.] , 1996.

Shenton, Alan; Shenton, Rita. Collectable clocks. London: Antique Collectors’ Club, 1998.

Shugart, Cooksey; Engle, Tom; Gilbert, Richard E.: Complete price guide to watches. 

Simoni, Antonio. Orologi dal ’500 al ‘800. Milán: Antonio Vallardi, 1965, 1972.

Smith, Alan. The Guinness book of clocks. London: Guinness Superlatives, 1984

Stern, Philippe. Patek Philippe. Star calibre 2000. Geneve-Suiza: Scriptor, 2004.

Symonds, R.W. A book of English clocks. London: Penguin books, 1950.

Tardy. La pendule française dans le monde. París, 1981-1984. 5 vols. 5a edición.

Temps i rellotges. Barcelona: Ed Fundació Caixa de Pensions, 1985. Trad: Tiempo y relojes. Barcelona: Fundació Caixa de Pensions, 1986; Reed: Tiempo y relojes. La Coruña: Casa de las Ciencias, 1987

Ullyett, Kenneth. British clocks and clockmakers. London : Collins, 1947

Ullyett, Kenneth. In Quest of clocks. London: Rockliff, 1951.

Uresova, Libuse. El arte de la relojería. Madrid: Libsa, 1990.

Viñola y Lardies, Vicente. Tratado de la Relojería alegórica. Barcelona: Establecimiento tipográfico de R. Pujol, 1901.

Publicaciones Periódicas:

“Rellotge”. Gran Enciclopèdia Catalana (2a edició) 1988, vol 19, p. 215-221

“Rellotger” “Quadranter”. Diccionari d’Història de Catalunya, p. 871 i 904. Barcelona: Edicions 62, 1992

A medieval Catalan clepsydra and carillon. “Antiquarian Horology” n. 4, vol. 18, Winter 1989, p. 371-380

Abraham-Louis Breguet (1747-1823). “Arte y Hora” n. 118H1, Mar-Abr 1996, p. 4-10

Adiciones a la colección “El Fascinante Mundo de los Relojes. Enciclopedia del Reloj de Pulsera”. Barcelona: Ed. Planeta-De Agostini (6 vols.), 1998

Alberto Billeter, un relojero suizo en Barcelona. (1ª parte) “Arte y Hora” n. 121H4, Nov-Dic 1996, p. 12-18; (2ª parte) “Arte y Hora” n. 122H5, Ene-Feb 1997, p. 6-11

Antigüedades & coleccionismo. Barcelona: Guía de prensa. 

Barnajoya salón de la joyería, relojería, y platería. Barcelona. Feria internacional de muestras.

Breve repaso a la evolución del reloj eléctrico. “Arte y Hora” n. 145H27, Set-Oct 2001, p. 16-23

Calendarios mecánicos, precursores del reloj. “Arte y Hora” n. 135-H/18, Sep-Oct 1999, p.10-19

Cronometraje deportivo. “Dynamic Cronos Magazine” n. 17, Jul-Ago 1992, p. 28-31

Cronometría de marina. Hora y posición. “Arte y Hora” n. 146H28, Nov-Dic 2001, p. 14-19 

Cronos Magazine. Curt, Laura. Barcelona: Curt, [200?]

Cronos: revista de rellotgeria. Barcelona: Federació de rellotgers de Catalunya.

Cuadrantes solares hispano-árabes. “Arte y Hora” n. 131H14, Nov-Dic 1998, p. 20-27

Diccionarios y enciclopedias:

Diderot & d’Alembert. L’encyclopédie: Horlogerie. París: Bibliotheque de l’image, 2002.

El astrolabio, ilustre antepasado del reloj. (1ª parte) “Arte y Hora” n. 125H8, Set-Oct 1997, p. 16-24; (2ª parte) “Arte y Hora” n. 126H9, Nov-Dic 1997, p. 8-14

El astrolabio. “Astronomia. El universo en tus manos”, Fascículo n. 34, p. 149-150. Barcelona; Ed. Orbis, 1992

El astrolabio. “Investigación y Ciencia” n. 191, Ago 1992, p. 50-51

El astrolabio. de J.D. North (traducción) “Máquinas de computo” TEMAS 4 Investigación y Ciencia 1996, p. 6-17

El Fascinante mundo de los relojes: enciclopedia del reloj de pulsera. [Barcelona]: Planeta DeAgostini, DL 1998

El Kitab al-Anwa’ de ibn Asim por Miquel Forcada (resención). “Investigación y Ciencia” n. 220, Ene 1995, p. 93-94

El libro de los relojes de Alfonso X. “Arte y Hora” n. 124H7, May-Jun 1997, p. 4-10

El museo “L’Homme et le Temps”. “Arte y Hora” n. 117, Ene-Feb 1996, p. 3-11

El nocturlabio, un reloj de estrellas. “Arte y Hora” n. 136H19, Nov-Dic 1999, p. 34-41

El nom de la rosa y les hores canòniques. “La Busca de Paper” n. 6, Primavera 1990, p. 2-3

El reloj astronómico que dió la hora de Barcelona aún es juez del tiempo. “La Vanguardia” 10/4/1988

El reloj de la catedral de Barcelona. “Dynamic Cronos Magazine” n. 9, Mar-Abr 1991, p. 62

El reloj de sol analemático. “Astrum”, 69, juliol 1986, p. 5-9

El Reloj de Sol. De la astronomía la filosofía. “Pàmies Collectors” n.5, Des. 2003, p. 38-40

El reloj mecánico desde 1300 a 1650. “Arte y Hora” n. 139H22, May-Jun 2000, p. 4-11

El reloj mecánico desde 1650 a 1950. “Arte y Hora” n. 140H23, Set-Oct 2000, p. 14-20

El reloj y los elementos. “Oro y Hora” n. 261, Feb 1982, p. 26-28

El rellotge de sol del manuscrit 225 de Ripoll. “La Busca de Paper” n. 2, 1989, p. 2-3. Trad.: A sundial in the manuscript 225 from Ripoll. “Bulletin of the British Sundial Society” 91.2, Jul 1991, p 35-37

El rey de los relojes. Big Ben. “Oro y Hora” n. 267, Set 1982, p. 53-54

Els antics rellotgers de Gironella. “El Vilatà” n. 82, Ago-Set 1990 15, p. 59-61

Els Ratera, rellotgers d’Igualada al segle XVIII. “Aiona Revista-La Veu de l’Anoia” Igualada 23/8/1996, p. 3-7

Els Rosals, rellotgers de Manresa al segle XVIII. “Quadern del Museu de Manresa” n. 16, Estiu 2001, p. 2-4; encartat a Manresa: “Dovella” n. 73, tardor 2001

Elsevier’s dictionary of jewellery and watchmaking: in five languages English, French, German, Italian and Spanish. Amsterdam: Elsevier, 1984

Especulaciones astronómicas al entorno de las Taulas de Menorca. “Arte y Hora” n. 132H15, Ene-Feb 1999, p. 8-17

Europa Star España. Barcelona: Linestar, 1993-

Gold & Time: Periódico profesional de la nueva joyería-relojería. Madrid: Grupo, Nexo, [200?].

Joyería, relojería y bisutería: análisis de coyuntura. Barcelona: Fira de Barcelona, 1990.

Kjellberg, Pierre. Encyclopédie de la pendule française. París: Les editions de l’amateur, 1997.

La antigua relojeria japonesa de origen occidental (1551-1873). “Arte y Hora” n. 141H23, Nov-Dic 2000, p. 14-23

La clepsidra de las Gacelas del manuscrito de relojes de Al-Muradi “Arte y Hora” n. 128H11, Mar-Abr 1998, p. 10-18

La decoración del reloj portátil. “Arte y Hora” n. 150H32, Set-Oct 2002, p. 6-14

La família Bover, rellotgers de Sant Joan de les Abadeses. “Full parroquial de Sant Joan de les Abadeses”, 1996: 19/5, 26/5 i 2/6

La medida del tiempo en el antiguo Egipto. “Arte y Hora” n. 151H33, Nov-Dic 2002, p. 6-19

La Sphaera Horarum Noctis de Ramon Llull. “La Busca de Paper” n. 22, Primavera 1996, p. 3

L’ombra d’uns rellotges publicitaris graciencs de l’any 1886. “Tot Gràcia” n. 38, Set-Oct 1991, p. 22

Los relojes artesanos de Alonso Alvarez. “Arte y Hora” n. 138H21, Mar-Abr 2000, p. 12-23

Los relojes de Al-Jazari y otros autómatas. “Arte y Hora” n. 133H16, Mar-Abr 1999, p.34-40

Los relojes de sol. “Astronomía. El universo en tus manos”, Fascículo n. 33, p. 143-144. Barcelona; Ed. Orbis, 1992

Luz del este, luz del oeste. La medida del tiempo en la antigua China. “Arte y Hora” n. 154H36, Nov-Dic 2003, p. 17-25 

Maigne, M.. Nouveau manuel complet de dorure et argenture sur métaux au Feu, au Trempé, à la Feuille, au Pinceau, au Pouce et par la Méthode électro-métallurgique : suivi de l’application à l’horlogerie de la dorure et de l’argenture galvaniques de la coloration des métaux par les oxydes métalliques et l’électricité…. París: Librairie encyclopédique de Roret, 1880. 

Mas allá del reloj. Relojes moleculares, atómicos e iónicos. “Arte y Hora” n. (en prensa, 2004) 

Montañés Fontenla, Luis. Relojes: Diccionarios Antiquaria. Madrid: [s.e.], 1986. 

Nexo Time: Revista profesional de comercialización de relojería y sus industrias afines. Madrid: Nexo, [200?] 

Notes sobre rellotges de sol al museu de Rubí. “Butlletí G. C. Museu Rubí” n. 34, Mar 1991, p. 134, 135 i 164 

Orígenes del reloj de bolsillo. “Arte y Hora” n. 118H1, Mar-Abr 1996, p. 16-18 

Oro y plata. Córdoba, 1983- 

Precisión. Madrid: Stentor, 1948- 

Primus circumdedisti me. El día que perdió Elcano lo recuperó Fogg. “Analema” n. 36, Set-Dic 2002, p. 20 

R & E Relojes & Estilográficas. Madrid: Motorpress-Ibérica, 2003. 

RB fashion: jewerly and watches magazine. Barcelona: Rateb Beram – RB, [1999]-. 

Reloj de arena, icono del tiempo. “Pàmies Collectors” n. 1, Des. 2002, p. 42-44 

Relojería catalana del siglo XVIII. “Arte y Hora” n. 120H3, Sep-Oct 1996, p. 6-11 

De Mensura Temporis. (1ª parte) “Arte y Hora” n. 123H6, Mar-Abr 1997, p. 8-16 (2ª parte) “Arte y Hora” n. 127H10, Ene-Feb 1998, p. 10-17 

Relojes & relojeros. Madrid: Tecnipublicaciones, 1986- 

Relojes de “Movimiento Perpétuo”. “Arte y Hora” n. 152H34, Mar-Abr 2003, p. 12-19 

Relojes de sol de la Hispania Romana. “Arte y Hora” n. 134H17, May-Jun 1999, p. 10-17 

Relojes de sol gallegos. “Arte y Hora” n. 144H26, May-Jun 2001, p. 98-105 

Relojes de sol. “Arte y Hora” n. 119H2, May-Jul 1996, p. 4-9

Relojes misteriosos. La imaginación al reloj. “Arte y Hora” n. 148H30, Mar- Abr 2002, p. 16-24 

Relojes y estilográficas. Madrid: Motor-Press Ibérica, 2000. 

Relojes. Hipólito Navarro S.L. Madrid: Exclusivas de publicidad, [200?], Todorevistas. 

Rellotges Catalans del Segle XVIII. Calendari de Serra d’Or pel 1999. Barcelona: Ed. Serra d’Or, 1998 

Rellotges de sol de la Catalunya romana. “La Busca de Paper” n. 33, Gen-Abr 1999, p. 18-24 

Rellotges i rellotgers al Montblanc del s. XVIII. “Aplec de treballs” n. 11, Centre d’Estudis de La Conca de Barberà. Montblanc, 1993, p. 75-91. 

Rellotges i rellotgers de la conca del Llobregat. “XLIV Assemblea Intercomarcal d’Estudiosos” Sant Vicens de Castellet 2001, p. 209-218. Manresa: Centre d’Estudis del Bages, 2002 

Revista Dersa. Madrid: Club Duward, 1963- 

Sobre nuestro calendario. “Arte y Hora” n. 137H20, Ene-Feb 2000, p. 6-14 

Tres planetarios catalanes (1835, 1895 y 1989). “Arte y Hora” 130H13, Set-Oct 1998, p. 12-19 

Un reloj con telégrafo Chappe. “Arte y Hora” n. 142H24, Ene-Feb 2001, p. 8-13 

Un reloj de fuego en la Alhambra de Granada. “Arte y Hora” 129H12, May-Jun 1998, p. 28-33 

Una exposición sobre el reloj doméstico catalán. “Arte y Hora” 143H25, Mar-Abr 2001, p. 10-21 

Una història artesanal pendent. “El País-Catalunya” 1/2/1990

INTELIGENCIA ARTIFICIAL:

Utilizamos Inteligencia artificial Chat GPT y Gemini así como búsquedas en Google.