Reloj Lepine muy inusual, con calendario y despertador, en metal sobredorado.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 141 JDBC

 

 

 

 

 

Siglo XIX, circa 1890.

Reloj de bolsillo despertador, dotado de día del mes (en la esfera, a las nueve horas); día de la semana (en la esfera, a las tres horas); segundero (en la esfera, a las seis horas), así como de un inusual despertador (en la esfera, a las doce horas).

Caja en metal sobredorado con pulsador en la carrura, situada a las trece horas. La tapa posterior está decorada profusamente con filigranas.

La esfera es en esmalte blanco con numeración horaria en números romanos en esmalte negro y agujas estilo Luís XVI en latón dorado. El resto de las cuatro subesferas tienen numeración arábiga y agujas de segundero en latón dorado.

Los relojes despertadores de bolsillo son instrumentos horarios que emiten una señal acústica una sola vez cada 12 horas y en el momento designado previamente. Desde mediados del siglo XIX se provee a estos relojes de esfera propia de 12 horas.

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)