Suntuoso reloj Lepine de bolsillo en oro de 18K del Rey Leopoldo II de Bélgica con su Escudo Real y Toison en la tapa posterior

Catalogación Referencia: MIARB Nº 984 JDBC

    

  

 

Circa 1890, siglo XIX

Reloj de bolsillo Lepine en oro de 18k. Esfera en esmalte blanco sobre cobre convexo con numeración romana y segundero a las VI.

Las agujas son en oro de 18k y están dotadas cada una de unos diamantes procedentes del Congo, tallados al estilo del siglo XIX y exquisitamente engastados en el medio de la aguja, para recordar los intereses del Monarca en el Congo minuto a minuto.

En la placa de características aparece grabado: “Ancre ligne droite” “Spiral Breguet” Nº 4357, “Remontoir”. En la tapa posterior sobre el grabado guilloche a rombos concéntricos apretados aparece el Escudo Real del Rey Leopoldo II, con el emblema de “l’union fait le forcé” y un león de oro, el llamado León Belga o Leo Belgicus, escudo de armas del duque de Brabante, ducado que encabezó la rebelión contra el emperador José II, y llevó a la creación de los Estados Unidos Belgas en el año 1790.

Leopoldo II, cuyo nombre de nacimiento era Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha y Borbón-Orleans fue el segundo Rey de los belgas.

Sucedió a su padre, Leopoldo I, en el trono de Bélgica en 1865 y permaneció hasta su muerte. Reinó durante 44 años, con lo que se convirtió en el reinado más largo de cualquier monarca belga hasta el momento.

Leopoldo II siempre será recordado por ser propietario del Estado Libre del Congo, que fundó y explotó como si de una empresa privada se tratara. Utilizó al explorador Henry Morton Stanley para ayudarle a reclamar el Congo, un área que actualmente ocupa la República Democrática del Congo.

En la Conferencia de Berlín de 1884-1885, las naciones europeas con intereses coloniales —que pactaron el reparto de África— se comprometieron a mejorar la vida de los habitantes nativos del Congo, al tiempo que confirmaron su posesión por parte de Leopoldo II. Sin embargo, desde un principio el monarca ignoró estas condiciones y amasó una gran fortuna gracias a la explotación de los recursos naturales del Congo —caucho, diamantes y otras piedras preciosas— y la utilización de la población nativa como mano de obra forzada y esclava.

Su régimen africano fue responsable de la muerte de entre 2 y 15 millones de congoleños. Bertrand Russell estimó el número de víctimas en 8 millones de personas, mientras que el censo realizado por Bélgica en 1924 mostró que la población durante el Estado Libre de Leopoldo había descendido en un 50%, 10 millones de personas.