Reloj lepine de caballero de la marca SIMON HALPERN, Manchester, Reino Unido, en plata de ley, tanto la caja como la esfera.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 164 JDBC.

 

 

Siglo XIX, circa 1850.

Reloj lepine con caja y esfera en plata de ley. Pertenece al maestro relojero SIMON HALPERN, de Manchester, Reino Unido.

Dispone de segundero a las VI, y la esfera es en plata de ley con numeración romana de oro en relieve, también montada sobre una exquisita decoración lineal concéntrica. En el centro de la esfera dispone también de una profusa decoración en oro y plata de motivos vegetales y florales, sobre grabado de aguas estilo guilloche.

La caja es en plata lisa con escudo central para grabar las iniciales del propietario.

La placa de características está dotada de una bocallave para el sistema de cuerda. El cambio horario es a llave por las agujas, que son de latón en azul cobalto. Así mismo, dispone de un medio culo cubre máquina con tapa de cierre de seguridad.

En la pletina aparece grabado SIMON HALPERN, Nº 40284, MANCHESTER.

La esfera metálica del reloj de bolsillo, según A. Chapiro, tiene tras sí una larga historia. Equiparon los primeros relojes de los siglos XVI y XVII y eran entonces grabadas simplemente o a veces realzadas con motivos decorativos de esmalte en color. Hacia finales del siglo XVII, las esferas en metal (latón dorado, plata u oro grabadas en talla en hueco (champs levé) fueron sustituidas por esferas de esmaltes, más legibles, mientras que esas mismas esferas prosiguieron su curso en los relojes ingleses durante todo el primer cuarto del siglo XVIII. Desde 1725-1730, las esferas de metal fueron prácticamente abandonadas por las de esmalte blanco que evolucionan hacia una forma especialmente legible y elegante en el curso del último cuarto de siglo. Fue Breguet el que volvió a poner de moda las esferas de metal, hacia 1800. Sus relojes complicados están provistos de esfera maciza de plata o de oro, grabadas en guilloche en “grano de trigo” de una rara elegancia. Las secundarias eran encastadas en la principal, ajustadas con precisión y mantenidas con diminutos tornillos, visibles al dorso.

La aceptación de estas esferas hizo que la misma Casa Breguet hubiese de sustituir las originales, en esmalte, a menudo craqueladas, por éstas más modernas.

La esfera metálica se adoptó por muchos relojes franceses y suizos; pero desde 1825-1840, tanto las de plata como las de oro fueron adelgazando extraordinariamente y a pesar de que tienen el aire de estar “guilloché”, son en realidad estampadas con troqueles suizos.

Durante toda la segunda mitad del siglo XIX, los relojes sabonetas se ofrecían en estuches con esfera de recambio, dando opción al uso de la esmaltada o la metálica.

Término que define los relojes ingleses de palanca lateral (lever) y cubo caracol (fusée), pero no dispone de escape de rueda catalina.

 

“La relojería ha tenido también otro de sus máximos exponentes, y por muy largo plazo, en Inglaterra. La estabilidad política conseguida por esta nación tras el paréntesis de la república de Cronwell, y su poderío marítimo y económico, ha permitido que sus mejores talentos se dedicasen con tesón y continuidad a esta actividad.

Las semblanzas de Thomas Tompion, George Graham, Harrison, John Arnold, Earnshaw, Ellicott, Dent, requerirían un espacio desproporcionado al volumen de este libro: todos están suficientemente tratados en los libros, siendo cada vez más minuciosos los estudios sobre aspectos parciales de sus obras.

Desde la aplicación del péndulo, que Fromantel inició en Londres a raíz del invento Huygens, el prototipo de reloj inglés permanece casi invariable. El conservadurismo propio de este país consiguió mantener el sistema de caracol tanto en relojería como en la portátil, hasta casi finales del siglo XX. Notables son sus relojes de carillón, numerosos los modelos de “taberna” y señoriales los de caja alta, para los que trabajaron los calificados ebanistas locales.

El tipo de reloj inglés ha sido copiado y perpetuado hasta nuestros días en varios países, habiendo sido las fábricas alemanas las que más lo han explotado desde fines del siglo XIX”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)