Reloj Lepine catalino en plata de ley para dama.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 816 JDBC

 

 

Siglo XVIII, circa 1780.

Exquisito reloj Lepine catalino, de reducidas dimensiones, en plata de ley para dama con sistema de remontuar a llave por la bocallave, situada a las 2h en la esfera de esmalte sobre cobre convexo.

Agujas en oro estilo flor de lis que producen un gran realce en contraste con el conjunto del reloj. La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo, con numeración arábiga en esmalte negro.

La apertura para acceder a la maquinaria es a través de la esfera, pulsando el accionador destinado al efecto y situado a las 6h. La coqueret está fijada a dos tornillos sobre la pletina y está decorada con filigranas vegetales y florales. El regulador está situado al lado de la coqueret, de forma redonda y en plata de ley, con numeración arábiga en esmalte rojo. Dispone de bisagra entre las 8 y las 10h, que une las dos tapas de la caja y otra entre las 11 y la 1h que soporta la maquinaria.

Catalino o de rueda catalina. Dicha pieza, como su nombre indica, es un escape de paletas dentro del grupo de los de retroceso. En España, a este tipo de escape se le denomina escape de rueda catalina.

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)