Reloj estilo Lepine de la manufactura relojera OMEGA en plata de ley para dama.

 

Catalogación Referencia: MIARB Nº 803 JDBC

 

 

Siglo XX, circa 1908, según numeración oficial OMEGA.

Reloj de bolsillo Lepine en caja de plata de ley con tapa posterior a rombos concéntricos apretados estilo Guilloche, con escudo central para grabar las iniciales del propietario.

La placa de características dispone profusamente grabada la marca OMEGA y las medallas ganadas en el año 1.900 en el Grand Prix de Paris. El número de serie es 3.253.829, que corresponde al año 1908.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo. La numeración es romana en esmalte negro. Dispone de inusual segundero a las VI, pues no es frecuente en los relojes de mujer disponer del mismo. Sistema de remontuar por la corona ranurada, a las XII.

OMEGA Watch Co. fue fundada en 1848 por Louis Brandt. Empezaron fabricando relojes de distintos grados. En 1930, empezaron a fabricar distintas líneas con TISSOT, bajo el nombre de Societe Suisse pour l’Industrie Horlogere. Actualmente, OMEGA forma parte del grupo SMH (Societe Suisse de Microelectronique et d’Horlogerie).

En 1894, la creación del calibre “19” de Omega, destacó por la perfección de su construcción, el ingenio de ciertos mecanismos (configuración horaria) y su modesto precio, debido a los nuevos métodos de producción. El calibre 19 fue el resultado de la introducción por primera vez en Suiza del sistema de montaje “dividido”, basado en la intercambiabilidad de componentes estándar; un sistema que se fue adoptando progresivamente en toda la industria relojera suiza.

En este mismo año, 1894, los cronómetros de OMEGA empezaron a recibir los certificados oficiales emitidos por los observatorios de Neuchatel, Ginebra y Kew Teddington, Londres. Los propietarios de la Compañía registraron la palabra OMEGA como su nueva marca comercial.

 

 

 

“Suiza se incorporó relativamente tarde a la producción relojera, aunque con anterioridad tuvo eminentes artífices que hubieron de realizar su obra en la emigración, como es el caso de Jost Burgui, en el siglo XVII. Curiosamente la paulatina implantación de este arte en el país helvético se produce como si fuese causa de un desplazamiento de la actividad de un país a otro. Las manufacturas se fueron instalando originariamente en el cantón de Neuchatel, por su proximidad a la ciudad libre de Ginebra, que llegó a saturarse con motivo de la expulsión de los hugonotes de Francia.

En 1541, el reformador Jean Calvin (Calvino) que era entonces alcalde de la Villa, prohibió totalmente la confección de joyas religiosas y civiles. Poco después, el Reglamento de los Orfebres de la Villa, de 1556, fue redactado de tal forma que condenó de hecho a desaparecer a estos artesanos, de los que había abundantes y muy competentes en Ginebra.

Pero en la misma época, refugiados extranjeros, expulsados de su país por causa de la Reforma, llegaron de Francia, de Flandes y de Italia, y se refugiaron en Ginebra, la villa de Calvino. Como entre ellos hubo relojeros y las ideas nuevas se acompañan de oficios nuevos, fueron los iniciadores de los artesanos ginebrinos que encontraron en la confección del reloj un nuevo campo de trabajo adecuado para reemplazar su antiguo oficio.

Desde entonces, la relojería se destaca rápidamente de las otras artes ornamentales para llegar a ser una profesión nueva e independiente. A fines de siglo, Ginebra ha adquirido una reputación de excelencia en este campo. Al aumentar en número sin cesar, los relojeros deciden agruparse y reglamentar su profesión. En 1601 la “Maîtrise des horlogèrs de Genéve” será la primera corporación relojera del mundo.

Con la aparición de los primeros relojes de bolsillo con aguja de minutos, la relojería toma el primer lugar entre las industrias de la ciudad. Antes de finalizar el siglo XVII, la relojería ginebrina es tan floreciente que hace escribir a los historiadores de la Villa: “Ginebra está congestionada de relojeros”. De hecho, son más de 500, situación que obliga a algunos de ellos a emigrar a lugares menos saturados: Nyon, Neuchatel, Berna, Basilea y hasta Ispahan, Pekín, etc.

Después de su ocasional anexión a ese país, entre 1788 y 1814, Ginebra se incorpora definitivamente a la Confederación en 1815 y a partir de esa fecha todo es ya reloj suizo.

Nombres como los de Jeanrichard, Jaquet Droz, Ducommun, Perrelet, Courvoissier, Berthoud y Breguet – estos dos últimos triunfadores en París – llenan capítulos interesantísimos de la relojería suiza.

“De todos es conocido el rápido desarrollo de la industria relojera suiza, a partir de la época industrial, y hasta nuestros días, que ha abarcado simultánea y sorprendentemente todos los géneros posibles, todas absolutamente las especialidades, desde la relojería de edificio hasta los más minúsculos cronógrafos de pulsera, y que ha producido y produce obras de altísima calidad y compleja mecánica”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)

Hoy en día la relojería Suiza es sinónimo de calidad, pero curiosamente el prestigio es reciente ya que Suiza se incorporó tarde a la carrera por la producción relojera. No obstante, a lo largo de su historia han destacado muy importantes e insignes relojeros, como es el caso de Jost Burgui en el siglo XVII.

En sus orígenes, la relojería suiza se instala en el cantón de Neuchatel, ya que está próximo a Ginebra, punto de encuentro de todos los relojeros y orfebres que marchan de Francia al ser hugonotes y fueron expulsados”.

(texto extraído del “Diccionario Enciclopédico Profesional de Alta Relojería”, del Prof. Dr. José Daniel Barquero Cabrero; Furtwagen Editores).